En poco más de tres meses, el banco holandés se ha hecho un hueco a codazos en la nueva guerra de la banca digital: entrar el móvil. Su aplicación Twyp, especializada en los micropagos instantáneos entre particulares a través del móvil, ha superado los 240.000 usuarios, de los que el 91% están en España. Se trata de una App enfocada a sustituir el dinero efectivo y enviar pequeñas cantidades de dinero de un usuario a otro.
“El lanzamiento ha superado todas las expectativas”, según afirman a EL ESPAÑOL fuentes de la entidad. Desde su puesta en marcha a mediados de diciembre, la app de ING ha logrado una masa crítica suficiente como para superar las 100.000 operaciones, a razón de cerca de 1.000 diarias, según los datos de la entidad. De los 240.000 usuarios, el 40% son no clientes y pertenecen a entidades financieras rivales.
“Estos datos apoyan nuestro objetivo de convertir Twyp en una alternativa real al dinero en efectivo, al permitir realizar pagos de pequeñas cantidades de forma cómoda, rápida y gratuita, seas del banco que seas”, explica Gonzalo Caselles, director de medios de pago de ING Direct en España. De momento, Twyp tiene un límite de 1.000 euros al año para poder recibir o enviar pagos, un tope enfocado a evitar que se convierta en una plataforma para blanquear dinero a los ojos del fisco. No obstante, desde la entidad naranja aseguran que trabajan en ampliar estos límites para los clientes de su banco.
La banca, ante su mayor desafío
El pago móvil es sólo uno de los múltiples frentes que afronta la banca ante la revolución tecnológica que se le viene encima. Las grandes entidades financieras como Santander, Caixabank o BBVA se han centrado en el desarrollo del pago con el teléfono móvil en comercios en sustitución del efectivo o la tarjeta de crédito y débito; o el envío de dinero a través de App o SMS para sacarlo en un cajero bancario. También lo han intentado en el pasado con los micropagos entre particulares.
De allí surgió Yaap, una iniciativa respaldada a partes iguales entre Telefónica, Santander y Caixabank, que nació en 2014 con una inversión de 18 millones de euros y con dos aplicaciones: una de micropagos entre particulares como Twyp -que no ha terminado de ganar tracción- y otra de comercio electrónico enfocada a las pymes. Como suele ocurrir con los proyectos conjuntos, ninguno de los tres socios ha apostado al máximo y la sensación en el sector es que ha quedado como un experimento.
Banca versus tecnológicas: 200.000 millones
Detrás de Twyp se esconde la gran guerra mundial de las finanzas y la tecnología -fintech, territorio en el que por primera vez se van a ver las caras los bancos tradicionales contra sus nuevos competidores: las grandes tecnológicas (como Apple, Amazon, Google o Facebook) y en menor medida, las startups, que cada vez lo tienen más difícil por su falta de tamaño para enfrentarse a estos colosos corporativos.
El premio en juego para quien gane es suficiente para que todos estén muy nerviosos. La banca lucha por defender su negocio tradicional, mientras que los nuevos competidores están deseosos de hacerse con una porción del pastel. Según datos de la consultora Javelin Strategy & Research citados por Reuters, los pagos entre particulares a través del móvil y ordenador movieron en 2015 unos 200.000 millones de dólares.
Muchos bancos se están rompiendo la cabeza a la hora de ofrecer a los clientes de banca nuevas experiencias de uso y un cambio de marca que les asemeje más a una empresa tecnológica que a un banco. Desde BBVA con Wallet, Imagingbank de Caixabank y otras iniciativas digitales, todos están intentando ofrecer nuevos servicios. Cualquier idea vale porque las entidades están en modo de prueba y error.
ING, además de Twyp, acaba de lanzar este mes en España un comercio electrónico para comprar divisas extranjeras y recibirlas en casa de forma gratuita para pedidos de más de 300 euros. “Nuestro objetivo con este servicio no pasa tanto por cifras sino por ofrecer soluciones reales a nuestros clientes. Detectamos que disponer de cambio de divisas de forma rápida, cómoda y sencilla era una de sus necesidades”, explica Luis González Soto, director de inversión de ING.
Es una nueva vuelta de tuerca para hacer negocio bancario en un escenario -el de los tipos negativos- en el que se ha roto casi por completo.