El currículo de Ramón Fonseca Mora es digno de un prócer de la patria. Hombre de estado, ha sido ministro consejero de la Presidencia de Panamá y presidente del oficialista Partido Panameñista hasta que solicitó en marzo su excedencia para defenderse de los cargos que se le imputan. Escritor, ha firmado una docena de títulos y un auténtico best seller, Ojitos de Ángel, que ha vendido más de 75.000 ejemplares.
Es su faceta de hombre de leyes y emprendedor la que sin embargo le ha puesto en entredicho. Como indica su apellido, es uno de los dos fundadores del bufete Mossack Fonseca, epicentro del escándalo de los papeles de Panamá. Desde esta sociedad, presuntamente especializada en crear empresas-pantalla en paraísos fiscales y proporcionar testaferros, personalidades como doña Pilar de Borbón, Pedro Almodóvar, Lionel Messi, Mauricio Macri o Vladimir Putin han podido ocultar fortunas opacas.
Fonseca, que ya estaba siendo investigado por las autoridades brasileñas por estar involucrado en el escándalo Petrobras como, en palabras de la Fiscalía, "lavadora de dinero", se ha desvinculado de los presuntos delitos fiscales cometidos por sus clientes, asegurando que trabajan en un 99% con intermediarios.
"Nosotros no somos los abogados de los clientes finales" - ha explicado Fonseca a distintas agencias internacionales. "Todos esos nombres que aparecen ahí, los jefes de Estado, los jugadores de fútbol, los mafiosos, no son clientes nuestros sino de los intermediarios". Argumenta así que trabajando con tantas compañías, es "normal" que algunas cometan delitos que no les pueden achacar a ellos.
"Se ha intentado hacer ver que estos actos fueron fraguados por nosotros, lo cual es sumamente injusto, y, diría yo, hasta ilegal" - zanja Fonseca, que llega a hacer este sorprendente paralelismo: "Si un carro atropella a una persona, la fábrica del carro no es culpable".
El abogado no siempre se ha expresado con un pragmatismo tan cínico. En su cuenta de Twitter cultiva su perfil humanista con abundantes mensajes moralistas y edificantes, ensalzando la cooperación sobre la codicia y fustigando a la corrupción y el fraude. De hecho, hace exactamente un año, publicaba un mensaje crítico contra las prácticas de las que ahora se desentiende.
Sus mensajes en pro de la transparencia van acompañados de reivindicaciones políticas, en este caso hacia el presidente Juan Carlos Varela, que gobierna Panamá desde 2014.
El pasado marzo renunciaba a su cargo y cargaba contra una presunta conspiración de la prensa.
En su alegato victimista, llega a citar al expresidente español Felipe González.
Es curioso comprobar cómo reseñaba los casos de corrupción que afectaban a políticos de otros países mientras ahora resta importancia a los que revelan los papeles de Panamá.
El resto de su cuenta revela preocupaciones humanitarias - retuitea al corresponsal español Alberto Sicilia, que cubre la crisis de refugiados en el campo de Idomeni - que intercala con su defensa del libre comercio y el ventajoso régimen fiscal panameño salpimentadas con pasajes literarios en ocasiones oscuros.