No es algo extraño para el Ibex 35, pues en los consejos de no pocas compañías estaba presente la nobleza. Pero sí lo es para Inditex. En la compañía textil llega una baronesa británica. Denise Kingsmill aterriza como consejera independiente. Abogada de profesión es miembro vitalicio de la Cámara de los Lores y tiene gran experiencia en consejos de grandes empresas como IAG y E.ON. Hace años, como miembro de un organismo independiente creado por el Consejo Británico de la Moda, mantuvo una dura batalla para exigir un certificado médico a modelos en la Semana de la Moda de Londres.
Su llegada, que será aprobada en la próxima junta general de accionistas, coincide justo en plena campaña de la salida de Reino Unido. Hoy el propio presidente de la compañía, Pablo Isla, ha recordado tras la presentación de resultados que es uno de los firmantes de la carta empresarial contra el Brexit. Ahora, la empresa fundada por Amancio Ortega nombra a Kingsmill.
A quién sustituye
Toma el relevo en el órgano de dirección de otra mujer y de otra británica. Relevará a Irene Miller, que ha permanecido durante 15 años en el consejo de administración de Inditex.
Junto a Miller sólo hay otra cara femenina en el consejo del grupo. Se trata de Flora Pérez Marcote, esposa de Amancio Ortega, que ocupa un asiento en representación del brazo inversor de Ortega, Pontegadea.
Miller llegó al consejo en 2001, con un perfil vinculado al mundo de la distribución, pero no del textil, sino de los libros. Después de pasar por la banca de inversión (Rothschild y Morgan Stanley), la directiva británica fue consejera y vicepresidenta de Barnes & Noble. Actualmente, además de ser consejera de Inditex y de Toronto-Dominion Bank, es consejera delegada de la firma de consultoría estadounidense Akim.
Abogada en 'batallas laborales'
Denise Kingsmill nació en 1947 en Nueva Zelanda. En la veintena inició su relación con la industria de la moda. Durante tres años trabajó para el Secretariado Internacional de la Lana, un organismo creado para promover la venta de la lana. “Sentada en la silla donde Christian Dior y Yves St Laurent decidían lo que todo el mundo iba a llevar durante el año siguiente”, explicaba al medio digital Wales Online.
Pasó de París a Nueva York, donde se mantuvo en la industria de la moda. Posteriormente, decidió volver a Reino Unido. Y ahí arrancó su trayectoria como abogada laboralista con diversos procesos judiciales liderados por los sindicatos en el país.
Tras vender su bufete a uno más más grande (DJ Freeman), en 1997 aterrizó como vicepresidenta en la Comisión de Monopolios y Fusiones (que posteriormente pasó a llamarse Comisión de Competencia). Participó en una veintena de investigaciones sobre sectores de la economía británica como el automóvil o la banca.
Entre 2001 y 2003 dirigió dos investigaciones relacionadas con el empleo y la remuneración de los trabajadores. La primera tuvo a las mujeres como objetivo. En 2006 aterrizó en la Cámara de los Lores británica. Ha sido miembro de la comisión de Economía y de la subcomisión de Asuntos Financieros de la Unión Europea (UE).
Una batalla contra las modelos ‘esqueléticas’
A mediados de la pasada década la baronesa fue presidenta de la ‘Model Healthy Inquiry’, un organismo independiente creado por el Consejo Británico de la Moda. Fue ahí cuando libró una batalla contra las modelos esqueléticas y la tendencia hacia la extrema delgadez.
Fue en 2008 cuando, después de haber elaborado una investigación, concluyó: “Las pruebas de vulnerabilidad de las mujeres que trabajan como modelos son aterradoras”. En un panel de expertos, en la que ella estaba presente, se elaboró un documento con catorce recomendaciones en el que se incluye la exigencia de un certificado de salud de las profesionales del sector.