Telefónica no olvidará el pasado 11 de mayo. Desde entonces -cuando Bruselas rubricó el veto a la venta de su filial O2 en Reino Unido por 13.000 millones de euros-, la multinacional española atraviesa serios problemas para afrontar sus compromisos con el dividendo a los accionistas, a los que destinará este año más de 3.700 millones de euros, según el compromiso repetido hasta la saciedad por el ex presidente César Alierta y suscrito por su sucesor, José María Álvarez-Pallete, que asumió los mandos ejecutivos de la empresa el pasado 30 de marzo.
Sin embargo, todavía no han cumplido con la promesa de reducir el endeudamiento de la empresa, que ronda los 50.000 millones de euros, un 20% más que los 42.800 millones de euros que vale en bolsa la compañía, según los datos al cierre del miércoles. No sucedía desde 2012, en plena tormenta en los mercados con el rescate financiero de España como gran losa sobre las empresas ibéricas. Las deudas no sólo no han menguado, sino que han aumentado con Alierta al frente en la empresa.
Con el bloqueo a la venta de O2 a Hutchinson Whampoa (dueña de Three), Telefónica se ha quedado atrapada en plena marejada del ‘brexit’, evento que está azotando los mercados financieros desde la semana pasada y que puede suponer un serio golpe a las intereses de la compañía española: la británica O2 supone alrededor del 14% del negocio de la empresa española, unos 10.000 millones en ingresos anuales, y el veto a su fusión con Three (que iba a crear un operador dominante) ha supuesto una severa depreciación del valor del activo. De hecho, 24 horas después de que Bruselas emitiese su veredicto, O2 pasó de vale 13.000 millones de euros (precio acordado en marzo de 2015) a poco más de 10.000 millones, precio al que emergieron algunas ofertas dirigidas por el capital riesgo.
Una salida a bolsa tras el ‘brexit’
La única alternativa para Telefónica ha sido quedarse en el país, aunque el actual presidente Álvarez-Pallete explora la venta de una parte de las acciones de la filial con una salida a bolsa, según fuentes conocedoras de los planes. No será la única. Telefónica ya tiene en marcha la puesta en valor de Telxius, una filial de nueva creación que agrupa sus activos en infraestructuras de telecomunicaciones, es decir, cables submarinos, fibra óptica y torres de repetición de redes móviles. Buena parte de ellos son la herencia del pasado como empresa pública y monopolio de telecomunicaciones en España hasta los años 90.
Es parte de la estrategia para enmendar los errores de Alierta y su legado, entre ellos, la propia O2. En 2005, Telefónica compró O2 por 17.700 millones de libras (más de 25.000 millones de euros al cambio de entonces). El presidente maño contrató los servicios para aquella operación (denominada Tauro-Orión) de Eva Castillo, entonces en Merrill Lynch y a quien había apadrinado años antes en el bróker Beta Capital, fundado por Alierta. Sólo tres años más tarde, la banquera de inversión se incorporó al consejo de Telefónica.
Aquella compañía O2 no sólo tenía presencia en Reino Unido, sino también en Alemania. De hecho, la O2 teutona se mantiene dentro de Telefónica Deutschland, la filial cotizada del grupo español en Fráncfort. Por eso, entre otras cosas, el precio al que pretendía vender la británica es inferior al de entonces. Con todo, ha perdido valor y la cotización de Telefónica lo está sufriendo. Esta semana se ha situado en mínimos de trece años (ligeramente por encima de los 8 euros), o lo que es lo mismo, desde el estallido de la guerra de Irak en marzo de 2003.
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