“What's the use of money if you ain't gonna break the mold?” Prince
Ayer, el Banco de Japón certificó lo que muchos llevamos anunciando desde hace años. El fracaso de su política monetaria (lean). La represión financiera no ha acabado con el estancamiento, ni ha mejorado las expectativas de inflación y encima al hundir los salarios reales a niveles de hace 20 años, el consumo sigue siendo raquítico. Cuando se anunció Abenomics lo comentamos, hoy es evidente.
A su vez, un ciudadano nigeriano, Usman Mohammed, escribió hace relativamente poco un tweet. Esperaba que su banco central rompiera la paridad con el dólar. Preocupado por perder todos sus ahorros, o una gran parte, ante una enorme devaluación, decidió mover sus depósitos a una plataforma que hace transacciones en oro respaldadas 100% por oro físico. La moneda ha caído casi un 50% respecto al dólar desde entonces. Sus pequeños ahorros se han apreciado.
Este caso es paradigmático de una tendencia que se está dando entre ciudadanos de todo el mundo que buscan una alternativa que les proteja de la represión financiera –devaluar y bajar tipos–, les permita almacenar valor y a la vez sea compatible con los medios de pago tradicionales.
El oro se ha apreciado un 19,5% este año. Aquellas personas que han ido acumulando una parte de su ahorro, incluso de su salario no sólo han visto su dinero mejorar en valor, sino que las plataformas como la web bitgold permiten hacer transacciones en distintas monedas sin sufrir las fluctuaciones y volatilidad, ya que se compra oro y posteriormente, o se ahorra o se hacen transferencias y pagos en la moneda que se desee sin caer en enormes comisiones y pérdidas por tipo de cambio.
No es extraño. En realidad los bancos centrales de los mercados emergentes han tomado la decisión de maximizar sus reservas de dólares y oro y, con ello, la volatilidad de las monedas locales ha sido extrema.
Hace un tiempo comenté por qué se había desplomado el oro y desde entonces lo que hemos visto es un aumento exponencial de la política agresiva de muchos bancos centrales de continuar aumentando masa monetaria y buscar a toda costa la devaluación, que no deja de ser el asalto al ahorrador y empobrecimiento generalizado. El oro, en ese periodo, fue perdiendo el carácter especulativo y las posiciones en activos financieros (ETF) ligados al precio del oro hayan caído de casi 3.000 toneladas equivalentes a menos de 1.500, según Goldman Sachs.
¿Qué ha ocurrido desde entonces?
La percepción de riesgo global ha aumentado, con las estimaciones de crecimiento global revisadas a la baja hasta niveles casi de 2008 (el Banco Mundial espera un 2,4% en 2016 y en 2008 fue ligeramente inferior).
El miedo a la confiscación del ahorro vía política monetaria ha aumentado. Mientras la deuda de los estados ha crecido un 9% anual desde 2008 y vuelve a alcanzar máximos en 2016, las familias, cuya principal fuente de ahorro son los depósitos, han reducido su deuda hasta niveles de 2007.
El miedo a que los defensores del expolio se lancen a imprimir moneda sin control, a devaluar de manera salvaje y a buscar la inflación aunque le cueste los ahorros a sus ciudadanos es alto. Y por ello se busca un almacén de valor, un elemento de seguridad ante un entorno incierto –o un miedo muy cierto-.
Pero incluso los que no temen que les roben con una sonrisa vía la impresión de dinero con la excusa del “pueblo” también buscan añadir un activo de menor riesgo y con fundamentales menos pobres que algunas materias primas. A pesar del progresivo aumento de demanda china, rusa y asiática, el oro tuvo exceso de suministro desde 2009 y alcanzó su máximo (casi 20 millones de onzas de sobrecapacidad) en 2010. Esa tendencia se ha revertido en los dos últimos años.
El problema hasta ahora es que para muchos, la compra de oro como reserva de valor o inversión se hacía fundamentalmente vía derivados financieros que, como comentaba en 2010, tienen tanto riesgo como otros productos ante un riesgo financiero, y no están respaldados por el metal físico. La diferencia con este tipo de plataformas que están creciendo por el mundo es que democratizan el acceso a oro físico al vender partes pequeñas de un lingote. Pero siempre claramente especificado que está 100% respaldado por dicho lingote.
Incluso los que, como yo, piensan que el riesgo de una crisis como la de 2008 está moderadamente contenido y que a lo que nos enfrentamos es más a un periodo de bajo crecimiento y pobre inflación por saturación de estímulos, la continua política de atacar al ahorro y endeudarse solo nos lleva a empeorar el potencial de crecimiento.
Pero además, ante el enorme riesgo del “helicóptero monetario” (que también será un fracaso, como explicábamos aquí) es normal que un número creciente de ciudadanos busque reducir el riesgo que supone la enorme fluctuación de las monedas y la decisión consciente de hundir su valor.
No es de extrañar que las familias y empresas busquen mitigar el impacto de la represión financiera vía oro con plataformas garantizadas físico. Porque desafortunadamente, lo que se repite en el consenso es que el problema de la política monetaria no es que haya fallado, que es evidente, sino que no se hizo suficiente. Que la culpa de todo la tienen ustedes, malvados, que ahorran en vez de gastar. Y se penaliza al que critica los errores de la política, mientras que se premia a los que exigen más.
Es triste, pero no se quiere entender que el asalto al ahorrador no genera prosperidad y nos está llevando al estancamiento. Que penalizar el ahorro e incentivar el endeudamiento no nos va a solucionar la crisis. Y que los problemas de productividad no se solucionan imprimiendo papelitos. Usman Mohammed lo entendió, usted y yo también, pero todavía quedan por ahí algunos que seguirán defendiendo que “esta vez es diferente”. Y no lo es.