“Que Londres se debilite es una oportunidad para Barcelona o Madrid"
Inversores y emprendedores creen que la regulación es el principal lastre para que España gane peso.
30 junio, 2016 01:21Noticias relacionadas
Londres es una de las grandes capitales financieras del mundo, junto a Nueva York, Hong-Kong o Singapur. La City es uno de los centros neurálgicos de los mercados financieros. El pasado jueves vivió el peor terremoto de su historia reciente. El ‘sí’ a la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) hizo temblar en parte los cimientos. Pese a que muchas voces hablan de un antes y un después para el país, la realidad es que existe mucha incertidumbre sobre qué sucederá en los dos próximos años. Pero ante este escenario, ¿qué posibilidades hay de que se reparta el juego y países como España ganen más peso en el sector de compañías tecnológicas que desafían a los bancos tradicionales?
“Que Londres se debilite con el brexit es una oportunidad para Barcelona o Madrid… pero es una visión miope”, reconoce Luis Martín Cabiedes, uno de los inversores españoles más activos en el sector. Para él, no tiene mucho sentido pensar en si realmente habrá beneficiados en una posible desintegración de la City. Y advierte: “Es una visión miope lo malo es lo que el brexit va a hacer con el entorno general y con ecosistema emprendedor europeo”.
Cabiedes reconoce esa oportunidad. Pero la mayoría de las fuentes consultadas por EL ESPAÑOL consideran que servirá para retener el talento y las compañías en España, más que convertirse en un polo atractivo para tecnológicas foráneas. Los impedimentos en la regulación pesan como una losa. “Hay que dejar de creer que el brexit es una manera para que otros que no están posicionados en el mundo financiero puedan recuperar su sitio”, apunta Philippe Gelis, consejero delegado de la ‘startup’ Kantox y presidente de una de las asociaciones del sector en España.
A años luz en cifras
Se parte de una posición de absoluta desigualdad. Hoy por hoy Reino Unido es la locomotora del sector de tecnología financiera en Europa. Según el estudio elaborado por las consultoras CBInsights y KPMG, durante el año 2015 atrajo 962 millones de dólares de inversión en nuevas compañías. Representa más de un 60% de los 1.500 millones que se inyectaron en todos los países.
¿Y en España? No hay cifras oficiales. Pero, tanto Reino Unido como Alemania concentran por encima del 80% del total de lo invertido. España estaría, según el informe de Tech.eu, por debajo de ambos y de Suecia.
En concreto, las ‘startups’ españolas sumaron 12 operaciones, lo que la coloca en ese cuarto lugar. Si se pone como baremo la inversión, España bajaría al sexto lugar con 43 millones de euros, por debajo de Francia (48,3 millones) e Israel (51,2 millones) y los tres grandes.
La regulación, una losa
La posición de partida es muy desigual. No sólo en las grandes cifras de inversión, sino también en materia de regulación. Muchas voces creen que es el principal obstáculo para que España pueda ganar enteros. “La mayoría de las empresas ‘fintech’ españolas que se han ido fuera no era por el atractivo de Londres sino porque a nivel regulatorio no podían desarrollarlo aquí”, reconoce François Derbaix, inversor de varios proyectos emprendedores.
La mayoría de las empresas ‘fintech’ españolas que se han ido fuera no era por el atractivo de Londres sino porque a nivel regulatorio no podían desarrollarlo aquí
Para Derbaix, pase lo que pase con el brexit, España “no va a ser visto como un país amigable en cuanto a regulación”. Y pone de ejemplo las dificultades sufridas por las plataformas de financiación colectiva (“crowdlending”) para ser autorizadas por parte del regulador.
“O España cambia de estrategia sobre la regulación de esta actividad o este partido no lo gana”, apunta Cabiedes. Y en este sentido Gelis lo tiene claro: “Si la CNMV y el Banco de España son capaces de evolucionar rápido y hacer más fácil el proceso de regulación sí existe una oportunidad”. Él cree que habrá un reequilibrio de fuerzas en el sector en Europa y muchas compañías se plantearán contar con una licencia para operar en la Europa continental más allá de Reino Unido.
Las fortalezas
El talón de Aquiles en España está en las reglas del juego y la lentitud para adaptarlas a la realidad de las empresas tecnológicas. ¿Y las fortalezas? Carina Szpilka, con 25 años de experiencia en la banca (fue consejera delegada de ING en España), señala tres aspectos que, según ella, representan fortalezas para el sector financiero español de cara a esta batalla europea en los próximos años.
“El sistema financiero español es muy moderno; mucho más moderno de lo que la gente se piensa… Los bancos españoles están digitalmente más avanzados”, apunta como primer arma. La segunda: “España es un país donde gusta trabajar; hay profesionales muy buenos y una base de ingenieros muy potente”. La tercera: “Un punto cada vez más importante es la capacidad para atraer la atención de consumidores; se trabaja muy bien la usabilidad y el diseño en España”.
Frenar la huida de proyectos
Con todo, todas las voces consultadas coinciden en algo: España puede aspirar, al menos con los mimbres actuales, sólo a convertirse en un territorio menos hostil para los proyectos españoles. “Si la regulación mejora, más ‘fintech’ españolas decidirán establecerse aquí”, augura Philippe Gelis.
Si la regulación mejora, más ‘fintech’ españolas decidirán establecerse aquí
Para François Derbaix, si España quiere ser más competitiva en este nuevo escenario debe poner el foco no sólo en la protección del inversor, sino también de la innovación. “Si sólo proteges al inversor, acaba habiendo una reducción de la competencia y de las alternativas”, apostilla.
Otras mejor posicionadas
Con quienes batallaría España son grandes potencias que están mucho mejor posicionadas que Madrid o Barcelona para ganar mucho más peso en el escenario europeo. Todas las fuentes consultadas coinciden en señalar a Fráncfort, que ya tiene un papel destacado y podría asumir más protagonismo, Berlín, Luxemburgo, Dublín o, en menor medida, París.
Quedan dos años por delante en los que Reino Unido y la Unión Europea negociarán su divorcio. En este tiempo se resolverán algunas de las incógnitas sobre la futura relación entre ambas partes. Y se sabrá si hay quien coge el testigo.