“My world keeps getting smaller, staring at the sun” Sammy Hagar
Que la política monetaria del banco de Japón ha sido un fracaso rotundo ya lo hemos comentado en esta columna en varias ocasiones. La última cifra mostraba las exportaciones cayendo un 14%, el nivel más alarmante desde la crisis, y el PIB seguía estancado en el segundo trimestre, mientras los salarios reales caían a mínimos de hace 20 años y la deuda aumentaba a los niveles más alarmantes de los últimos ocho años. También hemos comentado que los estados no hacen caso a Draghi cuando pide reformas estructurales y la política monetaria no ha evitado que Francia e Italia vuelvan a crecimiento cero en el segundo trimestre y máximos de deuda.
Pero un informe reciente de Nick Smith, analista de CLSA, alerta sobre lo que denomina “la nacionalización del mercado secundario”.
El Banco de Japón, con su política ultra expansiva –que solo expande su balance- va camino de convertirse en el principal accionista de las mayores compañías del Nikkei 225. De hecho, el banco central nipón ya acumula el 60% del mercado de ETFs (Exchange traded funds, fondos cotizados) de Japón, con las cifras de junio de 2016. A este ritmo, el Banco Central de Japón se convertirá en el primer accionista del 25% de las empresas del índice mencionado y uno de los diez principales en el 40% del mismo.
¿Qué puede ir mal? Total, el banco central no solo genera mayores desequilibrios y un pobre resultado en una economía 'zombificada', sino que pretende aplicar el gas de la risa a los activos de mayor riesgo. ¡Compren bolsa, que Kuroda (gobernador del BoJ) está lanzado! ¡Ignoren los pobres fundamentales y el riesgo de que un banco central sea accionista principal de una empresa privada porque lo que ha ocurrido con los bonos lo van a replicar en bolsa!... Y el lector inteligente pensará “esto lo he oído yo antes”… Y evitará la burbuja y su inevitable pinchazo.
Efectivamente, ya era cuando menos aventurado comprar bolsa japonesa por las graves deficiencias en transparencia, gobierno corporativo y rentabilidad sobre activos de los 'keiretsu', como para “animarse” teniendo en el consejo de administración a otro ente estatal. Seguro que funciona.
En Europa las voces de los analistas burbujeros “reclaman” una política similar. ¡Que el BCE compre acciones! (léase “a ver si así sube de una vez el destrozo de acciones que tengo en cartera). Pero, si la evidencia de Japón y experimentos similares es que no solo no se reactiva la economía productiva, sino que se perpetúa la burbuja financiera, ¿por qué queremos repetir?
Bienvenidos a la falacia del “efecto riqueza”. Los monetaristas asumen que, ya que la economía no va mejor, que suban los activos de riesgo “da alegría” y, con ello, se reactivan los espíritus animales de Keynes, que tienen mucho de animales y poco de espíritu.
Es decir, que aunque no seamos más ricos ni más prósperos, la sensación de riqueza aumenta porque sube la bolsa. Pero no ocurre.
Tras dieciséis años de política de “sostenella y no enmendalla”, los japoneses ni invierten más en bolsa (menos de un 6% de la riqueza de las familias japonesas se encuentra en bolsa) ni se lanzan como locos a gastar.
Pero el riesgo de incluir como principal accionista en una empresa privada a un banco central es enorme, y no le falta razón al analista que alerta del riesgo de una nacionalización encubierta. Algunos dirán “mejor, que el malvado capitalismo se acabe y las empresas las controle el pueblo”. Mucha suerte con esa afirmación. Sólo tienen que ver el desempeño económico, rentabilidad y destrucción de valor de los multiconglomerados semiestatales globales.
Los monetaristas volverán a justificar todo esto desde la excusa falaz de “hubiera sido peor” (alguien me explicará en qué mejora nada que el banco central tenga acciones de un conglomerado industrial), pero ya está demostrado que no se va a parar la locura porque no funcione.
Luego, cuando ese banco central deje de comprar bolsa, y se desplome a sus niveles de valor merecido, dirán que la culpa es de “los especuladores”, no del especulador central.
Y recomenrdarán… efectivamente, lo han adivinado, “nuevos estímulos”.
Mientras tanto, las famosas reformas estructurales que se habían prometido se desvanecen en el baúl de los recuerdos. Pero no se preocupen, que organizaremos unos juegos olímpicos para “crecer”.