El ministro de Economía Luis de Guindos afirma, en un libro que presentará el 14 de septiembre con la asistencia de Mariano Rajoy, que España perdió su puesto en el consejo del Banco Central Europeo (BCE) porque Alemania decidió castigar a España ya que Merkel estaba disgustada con la política económica de Zapatero.
En España Amenazada (Ed. Península, 2016) Guindos revela que cuando intentó recabar el apoyo de Berlín se topó con que preferían respaldar al gobernador del banco central de Luxemburgo, Yves Mersch.
Guindos narra que intentó convencer a Wolfgang Schäuble, el poderoso ministro de Finanzas germano de que el candidato español, Antonio Sainz de Vicuña, era mejor que el gobernador del banco central de un pequeño país. “Pero Schäuble -escribe- estaba decidido a ser muy convincente: era una decisión de la canciller Angela Merkel motivada por el disgusto con la política económica del presidente Zapatero”.
El fin de un pacto no escrito
"En ese momento me caí del burro”, dice Guindos. “Me di cuenta de la pérdida de peso específico de España en ese complejo universo que es Bruselas. Vi claramente que cuando entras a formar parte de él, ya no eres el ministro de tal o cual partido que ha ganado las elecciones, sino que representas a tu país… Llegas allí con tu mochila heredada de aciertos y errores, en mi caso, con una proporción altísima de lo segundo”.
El apoyo alemán puso fin a un pacto no escrito por el que los cuatro países fundadores del euro -Alemania, Francia, Italia y España- estarían siempre en la cabina de mando del BCE. “Estaba claro que nos bajaban, por lo menos, a la segunda división”, afirma y revela que, dos años después, para destacar que la actitud hacia España había cambiado gracias a la gestión del Gobierno de Rajoy, “Schäuble me garantizó que la primera vacante en el BCE sería para España”.
"A Montoro le tocó bailar con la más fea..."
España amenazada son las memorias del ministro de Economía del año 2012, crucial para la reciente historia económica de España. Guindos describe cómo la convocatoria anticipada de elecciones decidida por Zapatero en 2011 abrió "un periodo que fue un verdadero calvario para España”.
Narra la etapa de la formación de gobierno del PP, donde Rajoy decidió dividir el poder económico entre él y Cristóbal Montoro. "Estábamos obligados entendernos, dicho sea en el mejor de los sentidos", cuenta Guindos. "A Montoro le tocó bailar con la más fea, embridar el déficit. Le tocaba cuadrar las cuentas, lo que no le hacía precisamente el más simpático dentro del consejo de ministros. Yo tuve que pelear con el saneamiento del sector financiero, que tampoco le fue a la zaga…", cuenta.
Incluso describe su primera discrepancia importante con el titular de Hacienda, cuando en la primera subida de impuestos uno apostó por elevar el IRPF y otro el IVA. Al final, prevaleció la opinión de Montoro.
Botín pide la cabeza de Ordóñez
Una gran parte del libro está dedicada a la reforma financiera, donde Guindos resume sus discrepancias con Miguel Ángel Fernández Ordóñez, a la sazón gobernador del Banco de España, entidad que el ministro describe como "el caserón de Cibeles". “Ordóñez y Aríztegui [el subgobernador] querían justificar la gestión anterior y nosotros queríamos (debíamos) ir a por todas”, escribe Guindos.
El ministro intuye que Fernández Ordóñez, a quien le atribuye seguir "la política del avestruz", sentía temor y quería una intervención de corte más gradual en el sistema financiero. Guindos también relata que Emilio Botín, entonces el banquero más poderoso del país, le planteó la necesidad de adelantar la salida del gobernador del Banco de España porque éste se negaba a actuar contra Bankia de manera decidida.
"Lo primero -escribe el ministro de Economía- era conocer la situación. Necesitaba los datos del Banco de España. Por eso y por respeto institucional, el equipo del viejo caserón de Cibeles se mantuvo durante unos meses. Mi intención era que llegara hasta el fin de mandato en junio de 2012, lo que finalmente no fue posible".
La renuncia de Rato
El ministro describe sus impresiones durante la intervención de Bankia. Cuenta cómo Rodrigo Rato, su ex jefe, le visitó 15 veces en el mismo despacho donde él, como secretario de Estado, se reunía con el entonces vicepresidente para recibir sus instrucciones. Incluso se atreve a hacer una valoración casi personal: pondera como un "triunfo para España" la designación de Rato como director gerente del FMI, pero describe como "una decepción" que no concluyera su mandato. “Parece que a partir de ahí su brillante trayectoria se tuerce”, afirma.
Guindos también revela que Rajoy no tenía un candidato propio para presidir Bankia, pero cuando Rato se lo pidió no le pareció una mala idea a la vista de su trayectoria. El ministro insiste en que "la salida a Bolsa de Bankia fue una mala idea". Describe la fusión de Caja Madrid con Bancaja como "la suma de dos manzanas podridas" y reitera lo que ya dijo en el Parlamento, que se forzaron voluntades en un tema que se consideró "asunto de Estado" sin contemplar los fundamentos económicos.
También cuenta las dos reuniones con los cuatro grandes banqueros (Emilio Botín, Francisco González, Isidro Fainé y Rodrigo Rato) que mantuvo antes de la intervención de Bankia a comienzos de mayo de 2012. En ninguna de ellas se habló del relevo de Rato. Guindos cuenta que se enteró de la misma cuando Rato se dirigía a Moncloa para presentarle la renuncia al presidente del Gobierno. También cuenta cómo después se arrepentirá y tratará de aplazarla al tiempo que le ofrecía a José Ignacio Goirigolzarri ser consejero delegado de la entidad, cosa que éste no aceptó.
'Fuera de juego' en Europa
Uno de los episodios más chuscos protagonizado por Mariano Rajoy ante los socios europeos y que aumentó considerablemente la desconfianza en España sucedió el 1 de marzo de 2012 cuando el presidente anunció unilateralmente que establecía el déficit en el 5,3% pese a que el país se hallaba incurso en un procedimiento de déficit excesivo (PDE) y debía esperar instrucciones de Bruselas.
Guindos cuenta cómo llevaba días haciendo gestiones para convencer a los socios europeos de que, dado que se había confirmado que España había vuelto a entrar en recesión, era mejor considerar el déficit estructural y no el cíclico.
"Pero mi ataque por la banda -escribe Guindos- terminó con un estrepitoso fuera de juego... En el centro del campo, al presidente Rajoy le hicieron un pase que pretendía ser de gol y que acabó en tarjeta roja. Alguien desde Moncloa le recomendó que hiciese pública nuestra pretensión de conseguir un déficit del 5,8% del PIB. Lo malo, con todo, no fue enseñar las cartas antes de tiempo, sino el argumento... Es una decisión de España".
Guindos no dice quién convenció a Rajoy de proceder de esta manera, pero distintas versiones indican que el autor de la estrategia fue el asesor económico del presidente Álvaro Nadal.