Fernández de Moya: el ‘delfín’ de Montoro será su mano derecha en el Ministerio de Hacienda
El nuevo secretario de Estado tiene la financiación de las administraciones como uno de los grandes retos.
12 noviembre, 2016 03:02Noticias relacionadas
Año 2009. El otrora todopoderoso líder del PP andaluz, Javier Arenas, bendecía a su homólogo en Jaén para la alcaldía de esta ciudad tras años de intentos sin éxito. José Enrique Fernández de Moya era aclamado candidato para ser regidor de una de las ocho capitales andaluzas. En su discurso, Arenas lo llegó a calificar como “el Cristóbal Montoro de la política autonómica”. Ahora, aquel aspirante será uno de los máximos colaboradores del propio Montoro como secretario de Estado de Hacienda. Tras años siendo su mentor, su nombramiento es el premio a la lealtad y fidelidad casi inquebrantables de su mayor discípulo.
José Enrique Fernández de Moya tiene 47 años. Es abogado de carrera y tiene una plaza de profesor titular de Derecho Económico en la Universidad de Jaén. En sus más de 20 años de trayectoria política, con una gran vinculación con el PP (al que se afilió a principios de los 90), ha ocupado escaños en los parlamentos andaluz y nacional y en el Senado, ha ostentado la vara de mando de una capital andaluza y ha sido el portavoz del PP en sendas comisiones de Hacienda de ambas cámaras. Ahora le toca dar el salto definitivo en la escena nacional.
Y lo hace siendo la mano derecha de su admirado mentor, Cristóbal Montoro. De su nuevo colaborador, el ministro en funciones dijo en junio: “Es la expresión de un político con rigor y con conocimiento de lo que es la política”. En ese mismo acto, en el que el hoy máximo responsable de Hacienda trató de reivindicarse como jiennense de pro, decía de manera premonitoria: “No voy por Jaén porque no hace falta, hay mucho partido y unos políticos muy preparados que van a tener mucho futuro también en el propio Gobierno de España”.
Es todo un orgullo, un lujo trabajar a su lado; voy a aprender mucho de un gran amigo y brillante catedrático de Hacienda pública
Su lealtad al que a partir de ahora será su jefe ha sido máxima. Siempre que tiene oportunidad defiende no sólo la gestión de Montoro al frente de Hacienda, tanto en esta etapa como en la del presidente Aznar, sino también su compromiso con Jaén, su tierra natal. Acumula años de elogios. Y este viernes, tras su nombramiento no iba a ser menos: “Es todo un orgullo, un lujo trabajar a su lado; voy a aprender mucho de un gran amigo y brillante catedrático de Hacienda pública”.
Un perfil muy político obligado a negociar
Pese a su trayectoria y formación, tiene un perfil más político que técnico, al contrario que su antecesor, Miguel Ferre. Para muestra un botón: la comparecencia tras su nombramiento en el Consejo de Ministros de este viernes ante los medios se escenificó en la sede del Partido Popular en Jaén, del que seguirá siendo, al menos por ahora, presidente provincial. Y sus palabras no dejaron lugar a dudas: “Yo no soy nadie sin este gran proyecto político; el PP me ha permitido serlo todo y sin sus siglas yo no sería nadie”.
Durante su comparecencia plasmó una estrategia que ha repetido durante los últimos años: argumentar que tiene la mano tendida para negociar con comunidades autónomas y resto de administraciones locales, mientras lanza duras críticas contra el resto de partidos más allá de las siglas del PP. No dejó de mencionar al PSOE (y también a la Junta de Andalucía) y cómo dejó el país “al borde de la intervención y del rescate”.
Yo no soy nadie sin este gran proyecto político; el PP me ha permitido serlo todo y sin sus siglas yo no sería nadie
En los últimos años de su trayectoria, sobre todo al frente del Ayuntamiento de Jaén, ha protagonizado duros enfrentamientos con administraciones gobernadas por el PSOE. Especialmente con la Junta de Andalucía y su actual presidenta, Susana Díaz. Quizás el más significativo es el que tiene el tranvía de la capital andaluza como protagonista (Fernández de Moya se negó a ponerlo en marcha mientras la Junta no le ayudara en la financiación). Pero hubo más. Sus rivales políticos critican de él su falta de cintura y su discurso político automatizado.
Ahora, en su despacho en calle Alcalá 3 deberá bregar con administraciones de todo signo político. Como bien se encargó de decir él mismo este viernes, tiene dos grandes retos por delante. Por un lado, trabajar codo con codo con las comunidades autónomas para la gestión de los mecanismos de liquidez aprobados en los últimos años. Por otro, negociar con estas administraciones regionales un nuevo sistema de financiación. “Tendré mano tendida y diálogo abierto con las comunidades autónomas”, aseguraba, justo después de responder a las críticas de la Junta sobre el sistema actual.
Su gestión en Jaén
Es curioso, pero ahora Fernández de Moya deberá negociar con administraciones los mismos mecanismos de liquidez que él mismo reclamaba cuando ejercía como alcalde de la ciudad de Jaén (desde el periodo 2011 a 2015). Según sus propias cifras: se reclamaron un total de 700 millones de euros para el pago a proveedores. Esa es la cifra de la deuda actualizada de la capital jienense (que cuenta con apenas 116.000 habitantes) lo que la coloca en el ‘top 3’ de capitales más endeudadas por habitante de España, muy por encima de grandes como Madrid.
Ha recibido críticas por su gestión de esa deuda: en 2011, cuando aterrizó en la alcaldía, la deuda era de 91 millones y cuando la dejó en 2015 ascendía a 550 millones. “Tuvimos que pedir 351 millones, 253, 28 y 70 para pagar lo que se debía… ¿Qué hacíamos… no pagar?”, se defendía Fernández de Moya. Esa losa que representaba el pasivo de la administración jiennense pesó en su decisión de postularse para dar el salto a Madrid como diputado nacional (con la bendición, entre otros, del propio Montoro) y, posteriormente, abandonar el pasado mes de noviembre la alcaldía para dejar paso a su ‘número 2’.
Maestro y discípulo trabajarán ahora, por primera vez, codo con codo en el Ministerio de Hacienda. Y lo hacen en una legislatura que se presenta dura, con la financiación de las comunidades autónomas como uno de los grandes retos.