Basta una búsqueda rápida en la red sobre las últimas noticias acerca de la "hucha de las pensiones" para contemplar un panorama poco alentador de cara al futuro. Las vicisitudes de la crisis económica han provocado que, en los últimos años,se haya recurrido a esta partida para gastos más urgentes, provocando un paulatino descenso en el saldo que, como reconoce el Ejecutivo, puede llegar a cero durante 2017. La situación anticipa cambios a medio o largo plazo que afectarán con toda seguridad a quienes se jubilen en el futuro.
El sistema de pensiones español se articula en torno a las cotizaciones que cada trabajador aporta a la Seguridad Social. Es decir, se puede decir que los que están en activo garantizan las pensiones de los jubilados. Por ello, la destrucción de empleo desde 2007 ha repercutido en el creciente estancamiento de esos ingresos. Además, la demografía juega en contra: los datos hablan de un progresivo envejecimiento de la población española que, en paralelo a la cada vez mayor esperanza de vida, ponen el sistema en entredicho. Según el IMSERSO, los mayores de 65 años representarán el 34% de la población en España en 2050; en 2011, el porcentaje era del 17%.
No se trata de pensar que no habrá jubilaciones ni pensiones. Pero el escenario más probable es el de que éstas sean más reducidas y se entreguen a una edad más tardía.
La edad, factor determinante
Ante esta situación, ser previsor es básico para disfrutar sin preocupaciones de la tercera edad. Pero ¿cómo? De entre todas las alternativas, la más usual y recurrida son los planes de pensiones privados. Se trata de una 'hucha' personal pensando a largo plazo para que, llegado el momento, pueda complementarse la asignación estatal para no perder poder adquisitivo.
El primer paso para elegir la mejor opción es definir el perfil de riesgo de nuestras cuentas y previsiones en base a la edad actual y aquella en la que pensemos que nos retiraremos. El dato es muy importante porque estar más o menos cerca de la jubilación determinará la estrategia de ahorro y de riesgo en la inversión.
Así, las personas que estén más próximas al retiro quizá deberían apostar por opciones más conservadoras. La prioridad en este caso debe ser preservar el capital para disfrutarlo a corto plazo y por eso no es tan recomendable decantarse por otras opciones de mayor volatilidad que, aunque ofrezcan más rentabilidad, también pueden verse afectadas por el momento.
El potencial de incluir cierto riesgo en nuestro plan va más encaminado a quienes aún tengan más tiempo hasta la jubilación. Es verdad que el riesgo es mayor pero históricamente la renta variable es el activo más rentable a largo plazo. En cualquier caso, las circunstancias personales y financieras de partida marcan en qué grado se puede o se debe apostar por una opción u otra, o incluso por una estrategia mixta.
Asesorarse, primer paso
El asesoramiento es muy importante para comprender los conceptos y las particularidades y riesgos de cada sistema. Y si se opta por supervisar directamente la cartera de ahorro con un gestor, esta relación será continuada.
Pero si quieren evitarse quebraderos de cabeza, los planes "ciclos de vida" ya hacen estos ajustes periódicos de forma automática. Cómo puedes ver en el vídeo que ha preparado Deutsche Bank, se trata de una forma eficaz y sencilla. La premisa es que el plan cambia de acuerdo a la fecha en la que estimemos jubilarnos. En base a ese dato y a nuestros ingresos se calcula la mejor opción para cada momento.
En un horizonte a medio o largo plazo, habrá más exposición a la renta variable de tal modo que la mayor rentabilidad compense las hipotéticas pérdidas. Y a medida que se aproxime el retiro el riesgo se minimiza: cobra mayor peso la renta fija en nuestra cartera. El objetivo en cualquier caso es claro: maximizar la rentabilidad minimizando el riesgo.
El mecanismo para el cliente es similar al de cualquier plan de pensiones actual: se pueden hacer aportaciones periódicas o extraordinarias y por supuesto, aprovechando las ventajas fiscales asociadas.
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