“Our respect runs so dry yet there's still this appeal that we've kept through our lives”, Ian Curtis
Uno de los asaltos que la Unión Europea lleva a cabo con las empresas tecnológicas es el de la supuesta falta de competencia. Ya hablamos hace unas semanas en “ponga una tecnológica en su vida” sobre los errores de atacar a las empresas disruptivas desde un proteccionismo disfrazado de defensa de la competencia.
Pues bien, la Comisión Australiana sobre Competencia y Consumidores (ACCC), ha publicado su decisión sobre Apple Pay. En su decisión, subraya claramente que Apple iOS y Android compiten en el mismo mercado, y este era uno de los temas que la Comisión Europea ponía en duda. El Sistema operativo de Apple es una oferta diferenciada que compite globalmente contra otros sistemas operativos, como el Android ("Apple’s iOS operating system is a differentiated offering that competes globally against other mobile operating systems, particularly Google’s Android").
La Comisión Europea refiere a un mercado de “sistema operativo Android” para justificar un supuesto e inexistente riesgo de monopolio. Sin embargo, es importante señalar que la mayoría de medios no diferencian entre un mercado de Android y un mercado de Apple. De hecho, lo normal es que siempre se comparen como competidores de un mismo mercado. Es como decir que Pepsi y Coca-Cola no compiten en el mismo mercado.
Apple ha anunciado una aplicación para que puedan cambiar de Android a iOS, lo que refuerza el hecho de que son parte de un mismo mercado. Según Apple, el 30% de los consumidores de iPhone en 2015 y 2016 reemplazaban un dispositivo Android. A su vez, Android explica cómo pueden hacer el cambio de Apple a Android. Todo ello demuestra que es un mismo mercado.
El lector probablemente encuentre este tema como irrelevante porque, como consumidor, sabe perfectamente que sale ganando de esta competencia y no sólo no percibe ninguna desventaja, sino que recibe un claro ejemplo de ventajas tanto en calidad, precio y acceso a servicios.
Si el consumidor sale beneficiado, ¿cuál es el problema?
El de siempre. Para la Comisión Europea, lo que no se controla desde un órgano burocrático no es transparente.
Recordemos que nadie en la Comisión Europea se llevó las manos a la cabeza cuando un ministro de Francia puso como condición esencial para que se diese una fusión entre operadores de telecomunicaciones que el Estado mantuviese su poder.
Y es que me preocupa mucho que la Unión Europea mantenga a su vez una batalla contra los gigantes norteamericanos mientras hace todo lo posible por sostener la renta de posición de los mal llamados campeones nacionales. Intentar poner puertas al campo y atacar la innovación no va a crear empleos ni poner a la Unión Europea a la cabeza de la carrera tecnológica que, desafortunadamente, está perdiendo.
Las grandes empresas de telecomunicación europeas tienen que despertar del sueño proteccionista del rentismo y dar un salto hacia la innovación liderando, porque el binomio Bruselas-conglomerados no está respondiendo a los retos de la nueva revolución tecnológica. Como explica este magnífico artículo de David Kenny, la solución a la automatización y la tecnología no es poner puertas al campo e impuestos, sino formación (lean).
Sinceramente, me preocupa mucho que la Unión Europea vea la tecnología y la mejora para el consumidor como una amenaza y no como una oportunidad. Me preocupa que vea a las grandes tecnológicas como enemigos en vez de fomentar que en Europa tengamos líderes como ellas.
Me aterra que la burocracia asuma que la solución a nuestra falta de competitividad sea limitar y poner escollos a los sectores de alta productividad y subvencionar a los ineficientes. En vez de lamentarnos por el pobre liderazgo global de esos conglomerados de telecomunicaciones que tenemos en Europa, que se han convertido en máquinas de destrucción de valor vía adquisiciones inorgánicas a precios de oro, deberíamos ponernos todos las pilas, empresas y reguladores, para cambiar la mentalidad de dinosaurios esperando que el cambio no llegue a la de líderes de dicho cambio.
Debemos hacer un análisis muy serio sobre el error que supone poner barreras constantes para sostener sectores rentistas. Porque el desarrollo global no va a dejar de ocurrir porque no les guste a algunos. La Unión Europea tiene las empresas, el talento y el mercado para ganar compitiendo, no perder intentando impedir el futuro.