En un acto organizado en Hamburgo (noroeste de Alemania) con responsables de ONG internacionales ante la cumbre del G20, que se celebra el próximo mes en esta ciudad, Merkel explicó que se trata de "un segundo intento" para acordar una base imponible común y una reforma conjunta, una tarea que reconoció que no es fácil.
Se refirió al proyecto durante un debate sobre los riesgos de las guerras fiscales en el mundo globalizado y la necesidad de evitar desigualdades.
El problema, recordó Merkel, existe ya en el seno de la Unión Europea (UE).
Destacó así la oposición a cualquier armonización fiscal de países insulares como Irlanda, Malta o Chipre, que esgrimen que, dada su situación geográfica, no podrían atraer empresas si no fijasen un impuesto de sociedades reducido.
Tras el "brexit", añadió la canciller, el Reino Unido también podría decidir entrar en "esa competición fiscal", lo que sería "un gran desafío para el resto de los países".
Frente a quienes piensan que en la globalización uno pierde para que otro gane, se mostró convencida de que la comunidad internacional puede diseñar un sistema en el que todos ganen y defendió la utilidad de foros como el G20, aunque los avances sean lentos.
La cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de las principales economías y las potencias emergentes tendrá lugar el 7 y el 8 de julio en Hamburgo y después está previsto que los gobiernos de Alemania y Francia celebren un consejo de ministros conjunto en París, una tradición en el eje germano-galo.