“Si imprimir dinero es bueno para la economía, falsificar billetes debería ser legal” Brian Wesbury
Esta semana, nuestros totalitarios de smartphone han descubierto la hiperinflación que crean sus entelequias monetarias.
A Lilian Tintori le confiscaron 200 millones de bolívares, y rápidamente las redes se lanzaron a criticar la “fortuna”. Por supuesto, 200 millones de bolívares no son 16 millones de euros, ni siquiera 60.000, como increpaban algunos desorientados. Por supuesto, lo verdaderamente triste es que 200 millones de bolívares son, a cierre de este artículo, menos de 9.500 euros. Digo a cierre, porque en un par de días seguirá devaluándose.
…Y los totalitarios descubrieron la hiperinflación que crean sus políticas de “crear dinero para el pueblo”:
“Hallazgo millonario en el auto de Tintori, la suma equivale a unos 256 años de salario mínimo actual en Venezuela”, decían los indignados de PowerPoint.
Venezuela tiene el segundo salario mínimo más bajo de la región, después de… Cuba. En un país donde una docena de huevos cuesta entre 25.000 y 32.000 bolívares, un pan de molde 11.950, un queso 12.814, y un trabajador necesita un mínimo de 31.875 bolívares diarios para alimentar a su familia, los totalitarios –sin quererlo- mostraban la miseria de sus políticas en el país. El salario mínimo no da para dos días de alimentos básicos.
El salario mínimo en Cuba está por debajo del equivalente a 10 dólares mensuales, y el de Venezuela no llega a 27 dólares (recuerden que el destrozo monetario hace que estas cifras empeoren cada día).
“Pero los golpistas, como siempre, tienen su motivación en el dinero”, afirmaba quien cobraba sus estudios para el gobierno venezolano, por supuesto, en euros. No los cobró en bolívares, porque es una persona muy inteligente. Tampoco cobran en bolívares los asesores que recomiendan a Maduro imprimir más porque “la inflación no existe”.
Lo más triste del episodio es que muestra que una persona debe acumular durante meses, con ayuda de todo familiar que pueda aportar algo, esas cantidades de millones de bolívares en cajones para pagar unas medicinas que, por culpa del destrozo económico del chavismo, escasean en más de un 80% y es casi imposible pagar.
“Pero si el cambio oficial dice que son 16 millones de euros, lo será”, saltaba la jauría. Por esa regla de tres, el sueldo mínimo en Venezuela es el más alto del mundo. Hilarante.
Los totalitarios no entienden que el valor del dinero no es lo que decide un político, sino lo que aceptan los ciudadanos. El tipo de cambio “oficial” es tan ridículo como esos tipos de cambio “oficiales” que publicaban la URSS o Zimbabue o la RDA. Nadie quería esos papeles.
El valor del dinero lo fijan los ciudadanos y es el poder adquisitivo de la moneda en el momento actual. Es decir, el valor de moneda no lo decide el gobierno, lo fijamos nosotros al aceptarla como instrumento de cambio.
El valor de moneda no lo decide el gobierno, lo fijamos nosotros al aceptarla como instrumento de cambio
Un país, su banco central o gobierno, puede hundir esa confianza en el instrumento de cambio –como hizo Argentina o tantos otros- o fortalecerla.
La idea de que la gente va a aceptar la cantidad y precio de una moneda porque lo imponga un gobierno es simplemente falsa. Buscarán –como en todos los casos de la historia- maneras de protegerse del asalto al poder adquisitivo, comprando monedas fuertes donde y como puedan, oro, lo que sea que les salvaguarde del ataque político. Y con la pérdida de esa confianza, la combinación de imprimir más “porque lo dice el gobierno” y menos agentes aceptando la irrisoria moneda, la devaluación y la hiperinflación aparecen. Los insumos se disparan muy por encima del precio que los consumidores pueden pagar, el uso de la moneda se desploma, la velocidad del dinero colapsa e, incluso cuando las empresas son estatales, las hunde el capital circulante y la escasez, y se dispara la inflación.
Ningún país ha sufrido miseria e hiperinflación manteniendo una moneda fuerte. Decenas se han lanzado al desastre creyendo que imprimiendo papelitos se crea riqueza.
"Crear dinero para el pueblo": inflación
El destrozo económico de “crear dinero para el pueblo” siempre termina igual, y siempre se achaca al enemigo exterior. La falacia de decir que la creación de dinero no generará inflación porque la demanda y oferta de bienes y servicios crecerá en tándem. El milagro de los panes y los peces. Nunca ocurre y nunca ha ocurrido.
No deja de ser un espejismo, una teoría completamente falaz y desacreditada pensar que el gobierno sabe perfectamente cuál es la demanda y oferta real de bienes y servicios, y sabe perfectamente cuál es la cantidad de dinero que debe crear para generar crecimiento sin hundir la moneda y crear enorme inflación. Literalmente, es creer en la magia. Igual de falaz, que quede claro, que pensar que crear dinero con expansión cuantitativa va a hacer lo mismo. El error no es el método de creación política de dinero, sino la creencia en el alquimismo por planificación centralizada (lean aquí).
¿Cómo destruir la economía en tres pasos?
Paso 1. “Un país con moneda propia puede crear todo el dinero que quiera sin riesgo”. “Si creamos todo el dinero que queramos para el pueblo, la economía mejora y no habrá inflación”.
Tras dilapidar más de 300.000 millones de dólares de ingresos petroleros durante la bonanza (recordemos que el chavismo vio los precios del petróleo multiplicarse por diez), expropiar a miles de empresas que hoy están en su mayoría en quiebra, y lanzarse a imprimir bolívares para cubrir el enorme gasto superfluo, se desata la hiperinflación.
La masa monetaria (dinero en circulación) aumentó en Venezuela un 384% solo en 2016, comparado con un 5,5% en EEUU, por ejemplo, y se ha multiplicado desde 2010. Imprimiendo dinero “para el pueblo”, la inflación se disparó al 800% y el PIB se desplomó un 19%. El 82% de los hogares en pobreza (Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela, Encovi), y escasez generalizada.
Paso 2. “Echarle la culpa al boogie” (el petróleo, el capitalismo, los mercados…). Venezuela es el único país de la OPEP con hiperinflación, depresión y pobreza generalizada. Echarle la culpa al petróleo sería una broma si no estuviese muriendo de hambre la población.
Venezuela ha expropiado más de 1.200 empresas, que “gestionadas en socialismo” están hoy en quiebra, al borde del cierre o producen una fracción de lo que producían antes de expropiarse.
Paso 3. “Repetir pero a lo bestia”. Ante la evidencia de que el aumento de la masa monetaria y la impresión de dinero desbocada estaba generando escasez y exceso de inflación, se le echaba la culpa a cualquier cosa (“hay colas en Venezuela porque la gente tiene más dinero para comprar”, “señora, no acapare” decía un anuncio en la TV venezolana acusando a las madres que compraban lo que encontraban) … y repetir a lo bestia. El Banco Central de Venezuela, organismo dependiente del gobierno, redobló su impresión de dinero, y aumenta la masa monetaria casi un 200% al mes porque los gurús dicen que la inflación no existe y que la soberanía monetaria es lo que salvará a la economía mientras se expropian todos los medios de producción. Pobreza y miseria.
Cuando ese pueblo no quiere los billetes ni para envolver el bocadillo, le echa la culpa a los especuladores
Lo malo es que todo esto ha ocurrido en decenas de ocasiones. Argentina, Zimbabue, Albania, Hungría , Yugoslavia, Alemania, México, Brasil, Taiwán… Siempre viene alguno que piensa que la solución a los desequilibrios es imprimir dinero “para el pueblo”. Luego, cuando ese pueblo no quiere los billetes ni para envolver el bocadillo, le echa la culpa a los especuladores. ¿Quién hay más especulador que el gobierno que se autoconcede la posición endiosada de pensar que el dinero va a valer lo que ellos quieran? No es una casualidad que los nazis intentaran hundir la economía británica imprimiendo millones de libras falsas.
El destrozo ya lo conocemos.
Solo espero que Lilian y su bella familia puedan comprar medicinas libremente sin tener que acumular cajas de billetes. Solo deseo para Venezuela que disfrute de lo mismo que disfrutan los comunistas totalitarios que se ríen de las desgracias del pueblo venezolano desde la comodidad de su sillón en España, y cobrando en monedas de reserva global.
La única guerra económica que existe en Venezuela es la del chavismo contra su pueblo.
Lo peor es que, como ha ocurrido desde la Revolución Francesa hasta hoy, siempre saldrá alguno que le venda a usted que hundir la moneda y destrozar la economía imprimiendo papelitos es “social”. Les dirán que “esta vez es diferente”. Y no, no lo será.