En el informe de la sexta evaluación tras el rescate financiero, realizado a finales de año y divulgado hoy, la entidad recordó que el país se ha visto favorecido por "desarrollos geopolíticos" que lo han hecho "más atractivo" en comparación a otros países.
Asimismo, advirtió de que cambios en el contexto internacional podrían "perjudicar" las perspectivas de crecimiento: "Una desaceleración en los socios de intercambios -especialmente España-, también podría afectar a Portugal", añadió.
Además del turismo, el FMI señaló el mercado inmobiliario y sus "crecientes precios" como otro factor volátil que debe ser "supervisado" en territorio luso.
"Las autoridades deben seguir vigilando y estar preparadas para tomar medidas si fueran necesarios para prevenir la inestabilidad y reforzar a bancos y prestamistas", aseveró.
El ente reiteró que aún existe un "importante legado" de la crisis económica, en especial las grandes cantidades de deuda pública y privada, y solicitó que los gobernantes tengan "cautela" a la hora de ampliar gastos que puedan reducir la "flexibilidad" económica en un posible cambio de ciclo económico.
No obstante, el FMI reconoció que la situación económica de Portugal se ha "fortalecido" desde finales de 2016 y destacó sus resultados fiscales en 2017, que consideró "mejores de lo esperado".
Respecto al sector financiero, aseguró que la mejoría fue "alentadora" y remarcó la mayor entrada de Portugal en este mercado, hasta el punto de convertirse en elegible para varios índices internacionales.
Para que la economía lusa siga creciendo, recomendó continuar con reformas estructurales e implementar mayor flexibilidad en el mercado laboral, más eficiencia judicial y una reestructuración de la deuda corporativa.
Aunque mantuvo sus estimaciones de crecimiento del PIB en 2018 en el 2,2 %, redujo sus previsiones de desempleo al 7,8 %, seis décimas menos que el último informe y más de un punto por debajo de las aspiraciones del Gobierno liderado por el socialista António Costa.
El PIB de Portugal creció en 2017 un 2,7 %, cifra que superó en nueve décimas las previsiones del Gobierno para ese año y en dos las del FMI.
Respecto a la deuda pública, aunque la cifra subió a los 242.600 millones de euros -1.600 millones más que el año anterior-, representó un 126,2 % del PIB, el porcentaje más bajo registrado en los últimos cinco años.