Roma, 23 ene (EFECOM).- El subdirector general del Banco de Italia, Fabio Panetta, apostó hoy por una fusión para acabar con los problemas económicos que arrastra el banco Carige, intervenido desde el pasado 2 de enero por el Banco Central Europeo (BCE).
"Una operación de fusión representa la solución más adecuada y efectiva para preservar los valores y explotar los potenciales (de Banca Carige), protegiendo tanto a los depositantes como a las familias y empresas financiadas por el banco", consideró, en una intervención en el Parlamento.
Panetta sostuvo que "es deseable" que esta antigua Caja de Ahorros genovesa, que ha solicitado la garantía estatal para la emisión de bonos, encuentre un socio próximamente.
"Lo ideal sería que se sanearan sus cuentas para devolverle su atractivo y lograr una fusión", sentenció, al tiempo que aseguró que "el banco logrará deshacerse de su cartera de créditos deteriorados".
Explicó que Carige "tiene un nivel de reservas muy elevado" y celebró que "la gran mayoría de préstamos dudosos" que acumula "son de empresas que atraviesan un momento de dificultad, pero no han sido declaradas insolventes" por lo que no hay riesgo de que acaben siendo créditos fallidos.
Se refirió también a la hipótesis que ha ofrecido el Gobierno italiano de recapitalizar la entidad de forma cautelar, una solución que ya se utilizó para permitir una reestructuración profunda del Monte dei Paschi di Siena (MPS) en 2017, para decir que "es un último recurso que se debe usar solo si el reforzamiento de la entidad no se ha logrado de otra manera".
"La decisión de prever una recapitalización preventiva responde a la necesidad de proteger la estabilidad financiera ante cualquier eventualidad y de evitar una posible crisis de confianza, con repercusiones negativas en el correcto funcionamiento del sistema financiero", apuntó.
El banco Carige fue intervenido el 2 de enero por el BCE después de que no consiguiera aprobar una ampliación de capital de 400 millones de euros y la emisión de bonos por valor de 320 millones de euros, un fracaso que derivó en la posterior dimisión de la mayoría de sus directivos.
De inmediato, el Gobierno italiano aprobó un decreto ley con el que ofrecía al banco la garantía estatal ante futuras emisiones de obligaciones o una posible recapitalización cautelar con dinero público.
Los tres administradores, nombrados por el BCE, que gestionan ahora la entidad han confirmado que aprovecharán la garantía del Estado para lanzar dos emisiones de bonos por 2.000 millones de euros, con una duración de 12 y 18 meses respectivamente, y han descartado de momento el escenario de la recapitalización.