El responsable de Economía en Ciudadanos está de gira. Y por partido doble. Luis Garicano acaba de lanzar al mercado su nuevo libro, “El contrataque del liberalismo”, mientras apura los días para convertirse en candidato oficial de la formación naranja para las elecciones europeas de mayo.
A caballo entre Madrid, Londres, Chicago y Singapur, ciudades en las que ejerce como profesor y profeta de las bondades del liberalismo, conversa con INVERTIA sobre los retos económicos a los que se enfrenta España en tiempos de Pedro Sánchez, qué hay detrás del auge de los populismos en Europa y América y qué quiere decir para él ser patriota.
Pregunta (P.). En su nuevo libro, usted afirma que estamos volviendo a los años 30 del siglo pasado. ¿Considera que también ha habido ahora otro Crack del 29?
Respuesta (R.). En realidad, ha habido tres ‘cracks’. El primero, los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York, en el que se revela que la lucha de civilizaciones de Huntington todavía tenía vigencia. Después, llegó la quiebra de Lehman Brothers, que demostró que el capitalismo no era tan invulnerable como podía parecer. Por último, la crisis del euro, que puso en cuestión muchos aspectos que nos habíamos acostumbrado a ver como estables. Y todo ello unido a un profundo cambio tecnológico, que ha alimentado la incertidumbre y sensación de inestabilidad entre la gente.
P. También dice que estas crisis las generan personas con nombres y apellidos concretos. ¿Alguno al que le gustaría señalar?
R. Hay personas que tienen una labor muy importante en estas crisis. Y, por tanto, también una responsabilidad. En el caso español, destacan nombres como el de José Luis Olivas, que pasa de consejero a presidente en Bancaja cuando el poder político se hace con el control de estas entidades financieras.
Su historia tiene similitudes con la de Robert Rubin, que es una figura clave en la desregulación del sector financiero en EEUU. Está en Citibank cuando Obama ordena al entonces secretario del Tesoro que no rescate el banco, pero lo hace. No hay que olvidar que Citibank es el banco más rescatado de la historia, porque cada vez que ha habido una crisis, ha tenido problemas.
P. ¿Se podría decir que del desencanto que causan personas como estas se alimentan también los populismos?
R. Así es. Además, cada vez es más difícil diferenciar el conocimiento verdadero del falso, porque es mucho más fácil acceder a noticias falsas tratadas como verdaderas. Ahora hay toda una oferta de informaciones falsas que permite a cada uno consumir la mentira que cada uno quiera hasta convencerse de que es así. Solo de este modo se explica el auge de grupos que defienden cosas tan asombrosas como el terraplanismo.
"Trump piensa como los marxistas al creer que tiene que machacar a alguien para ganar en economía"
P. Pero, ¿no hay también más herramientas para contrastar la veracidad de la información?
R. Sí, pero ahora el problema está en cómo funcionan los algoritmos de las grandes plataformas como Google y Facebook. Es como el agujero del conejo de ‘Alicia en el país de las maravillas’: uno va cayendo y descubriendo cosas más y más absurdas que el algoritmo no discrimina por veracidad, sino que solo busca maximizar la interacción. De este modo se explica también el éxito de algunas campañas políticas recientes de corte nacionalpopulista.
P. Y sin embargo, a juzgar por la evolución de los índices de bolsa, parece que a los mercados les sientan bien estos nuevos líderes.
R. Yo no diría eso, sino simplemente que no han reaccionado mal. Trump prometió una reforma fiscal que aportaba razones de peso para el optimismo, pero el tema de la guerra comercial ha desvelado que a medio plazo el presidente de EEUU es más un riesgo que una ventaja. La principal idea de la economía es que todos ganan, pero para él -como para los marxistas y toda la gente ignorante en la materia- el mundo es una transacción de suma cero, donde si se vende algo, una de las dos partes ha engañado.
Esto entraña un grave peligro, porque se llega a pensar que alguien tiene que machacar a otro alguien para salir ganando. Lo mismo ocurre con Bolsonaro, que es una persona que entraña muchos riesgos y que aún hoy no se sabe por dónde va a ir.
P. ¿Podría llegar a ocurrir algo similar en España o Europa?
R. En los momentos de incertidumbre siempre se demanda algo nuevo y disruptor. Ha sido el caso de Podemos, que ha pasado de una súpermoda a estar desapareciendo. El populismo siempre entraña riesgos para la economía y los mercados lo terminan reflejando. Lo mismo en el Brexit que en el debate presupuestario de Italia, que en la guerra comercial de EEUU con China.
P. ¿Ha detectado elementos populistas en los Presupuestos de Pedro Sánchez?
R. Me parece que el Presupuesto de este Gobierno no es creíble. Las sumas no funcionan de ninguna manera. Así lo dicen desde Funcas al Banco de España y también lo decimos en Ciudadanos. Es un presupuesto que no invierte en futuro, sin cálculos realistas de recaudación y además probablemente ilegales, porque están vulnerando las reglas del juego de la Unión Europea.
P. Uno de los puntos más discutidos ha sido la introducción de la ‘tasa Google’. ¿Qué opinión le merece este nuevo impuesto?
R. La imposición tradicional iba ligada al lugar donde se producía el bien, pero en la economía digital esto pierde eficacia. Toda la actividad económica de Internet en Europa se produce en Luxemburgo, Irlanda… y necesitamos una forma de combatir eso mediante impuestos que tengan como base más los ingresos que los beneficios. Por eso no soy partidario de medidas como los impuestos a los robots, porque desde el punto de partida de cuantificar qué es un robot ya es difícil.
P. ¿Y el impuesto a las transacciones financieras?
R. La que se conoce de la ‘tasa Tobin’ que ha anunciado el Gobierno no coincide con lo que se venía esperando en el conjunto de Europa. Además, según está planteado, es muy fácil que tanto los valores como los operadores pueden cambiar el lugar donde se lleva a cabo la negociación y esquivar el gravamen. Por estos factores y por calendario, la recaudación prevista es totalmente irreal.
Además, al final se libra todo el tema de la negociación de alta frecuencia, a la que percibo como un juego de suma cero que no aporta eficiencias al mercado. Se trata de una carrera armamentística que supone mucho gasto en ordenadores cada vez más rápidos y que deja a las personas sin capacidad para operar en el mercado porque no saben ni a quién se tiene delante.
P. Unas personas que cada vez son más mayores, porque la longevidad es marca de la casa. ¿Qué armas propone el contrataque liberal para la batalla de las pensiones?
R. Sin duda es necesario que la base de las pensiones tenga en cuenta la demografía, la productividad y la conciliación de manera que se asegure que la mujer no se queda atrás por tener hijos durante su carrera laboral. Hay que invertir en una economía que crezca y genere riqueza suficiente para pagar una carga que cada vez será mayor, lo que implica empezar a pensar en las personas mayores como activo. Un cambio que pasa por permitir compaginar el trabajo con el cobro del 100% de la pensión si los mayores quieren seguir trabajando, cosa que es buena también para el país.
P. De momento no parece que esta medida esté sobre la mesa, y el acceso a unas pensiones dignas queda cada vez más lejano mientras el endeudamiento sigue creciendo a pesar de muchas advertencias. ¿No se trata de los dos ingredientes que usted define para el engorde del ‘precariado’?
R. Efectivamente. El peso de los contratos temporales se repite en la última Encuesta de Población Activa, pero los Presupuestos ni invierten ni plantean reformas para mejorar el empleo. Se está condenando a toda una generación que vive en precario, encadena un trabajo con otro sin poder acceder a la vivienda, formar una familia o pagar sus recibos. Ante este vacío, la lucha por un empleo más digno y una mejor formación debería ser una de las prioridades de los liberales.
P. Sobre prioridades en su programa también habla de un nuevo reparto de competencias hacia las comunidades autónomas. En este punto, ¿a quién cree que debería corresponder la búsqueda de financiación en el mercado?
R. El mercado no distingue entre unas autonomías y otras en última instancia porque a cualquiera de ellas se les permite endeudarse más de la cuenta pensando que el Estado saldrá al rescate si hace falta. Por eso, el acceso al mercado es demasiado fácil… hasta que de repente desaparece. Por eso creo que la capacidad de endeudamiento debería depender del Estado porque se trata de una independencia un poco absurda que puede llevar a la indisciplina.
"Hay que permitir a la gente mayor trabajar mientras cobra el 100% de su pensión"
P. Al hablar de autonomías es imposible no preguntarle sobre la cuestión de Cataluña. ¿Cree que el ‘procés’ seguirá haciendo daño a la economía española?
R. En realidad, el año pasado hemos asistido a un juego de suma cero, porque lo que en Cataluña tuvo de negativo, se fue al resto de España en positivo. De esta manera, no hubo destrucción de comercio, sino más bien un cambio de dirección. Sin embargo, la tensión persiste y en Europa todo este asunto se percibe de forma muy confusa. El termómetro más claro es que ninguna empresa ha regresado realmente su domicilio social a la región.
P. Frente a este nacionalismo y el resto de los que ya ha mencionado en esta conversación, usted aboga por el patriotismo. Sin embargo, ¿es posible ser patriota en España sin ser señalado como ‘facha’?
R. El patriotismo que yo defiendo en la economía y en la política no está basado en recordar historias épicas y glorias del pasado, sino en pensar en el futuro común de solidaridad, de unión y de mejora del bienestar obtenido hasta el momento. Lo que defienden otros partidos en Cataluña o ahora también Vox es un nacionalismo excluyente en el que, como en los años 30, se reafirma la bondad de la propia tribu frente discursos falsos sobre los otros.