La tasa Google “podría perjudicar el mercado español y llevar a retroceder ese proceso de digitalización que tan bien estábamos llevando hasta ahora”, ha declarado en una entrevista con Efe la experta en comercio digital y responsable de comunicación y marketing de Idealo.es Laura Sales.
La tasa Google, que ha creado polémica en las últimas semanas, es un impuesto sobre determinados servicios digitales que, en principio, afectará a aquellos servicios de publicidad online y a todas aquellas empresas que vendan datos generados a partir de la información de usuarios.
Así, explica Sales, “en teoría el propósito es que todos aquellos servicios digitales también tributen como hace cualquier otro servicio”.
Aunque hay muchas hipótesis sobre este nuevo impuesto, que afectará solo a aquellas empresas cuya facturación mundial supere 750 millones de euros y tres millones en España, Sales asegura que “faltaría ver cuál es el impacto real y de qué forma las empresas lo van a acabar aplicando”.
Uno de los mayores debates ha sido sobre qué supondrá para los consumidores la aplicación de la tasa Google, ya que muchas empresas “se están oponiendo” a tener que costear el 3% que supondrá el impuesto, ya que si el volumen de facturación es muy alto, “ese porcentaje lo será también”.
Así, y aunque aun está por ver, “las compañías podrían repercutir ese porcentaje en aquellas empresas a las que se les venden datos o se podría traducir en una subida de precio final, lo que implicaría que los consumidores van a ser los que van a vivir el impacto de este impuesto”, segújn la experta.
En cuanto a lo positivo o negativo de la tasa Google, Laura Sales asegura que “lo que es negativo tanto para los consumidores como para las empresas españolas es el hecho de que se haya adoptado de forma unilateral solo para España”, y añade que lo que si hubiera sido positivo habría sido “que se llegase a un consenso europeo y se siguiese favoreciendo a la digitalización y la interconectividad entre empresas”.
En este contexto, Sales explica que “uno de los grandes temores” es que al final deje a España “en una posición desprivilegiada”, ya que podría llevar a que se redujera la inversión en compañías digitales e incluso que se llegase “a extremos” en los que las empresas decidan mover su sede a otro sitio.
“Si desde un principio se hubiese conseguido ese consenso europeo del que tanto se ha venido hablando, esas cosas se evitarían porque todo el mundo tendría las mismas condiciones en un país y en otro”, añade Sales.