San Fernando de Henares (Madrid), 19 feb (EFECOM).- El ex consejero ejecutivo de Bankia José Manuel Fernández Norniella ha dicho hoy en la Audiencia Nacional que desconoce los detalles que llevaron a la entidad a "hacer crack", ya que sus últimos días allí estuvieron marcados por una "vorágine tan extraña, tan compleja y tan politizada" que fue "incapaz de entender".
"Lo que estaba pasando era una incógnita porque, por un lado, se veía una cotización y unos mercados que funcionaban y, por otro, estaban los informes del Banco de España, que hasta el 13 de abril (de 2012) nos consideraban viables", ha explicado el exsecretario de Estado, que ha asegurado que dimitió un mes más tarde porque empezó a darse cuenta de que "había directrices políticas".
A preguntas del fiscal jefe de Anticorrupción, Alejandro Luzón, con el que ha vuelto a enzarzarse en algún que otro desencuentro dialéctico, Norniella se ha desmarcado de cualquier responsabilidad en los planes, tanto de negocio como de saneamiento, elaborados por la entidad.
También del "plan Rato", en el que Bankia cifraba en 7.000 millones de euros sus necesidades de recapitalización en un escenario caótico y que finalmente fue rechazado por el Gobierno.
"Se diseña con la estructura financiera, económica y fiscal de la compañía, que es la que presenta al Ministerio (de Economía). A partir de ahí, me pierdo", ha señalado a la sección cuarta de la sala de lo Penal, la misma que le juzgó, junto a otra decena de exconsejeros presentes en esta vista, por el escándalo de las tarjetas "black" de Caja Madrid.
Respecto a las cuentas del ejercicio 2011, ha aseverado que el que se presentaran cuando la firma Deloitte aún no se había pronunciado no les generó "inquietud", porque el auditor no había manifestado inconveniente alguno.
En este segundo día de intervención, Norniella ha defendido además la salida a Bolsa de Bankia en julio de 2011, por la que se enfrenta a penas de entre tres y doce años de prisión por presuntos delitos de estafa a inversores y falsedad contable.
A nivel personal, ha indicado que comprobó "lo que tenía que comprobar, que era que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) certificara lo que tenía que certificar", en alusión al folleto informativo de la operación.
Una vez revisado el documento, ha relatado, se quedó "conforme y contento", al comprobar que el organismo "estaba exigiendo mucho más" que en otros debut bursátiles, en concreto contar con un 40 % de inversores institucionales, las cuentas de los tres años anteriores de las siete cajas del grupo financiero, las del primer trimestre de 2011 de Bankia, y unas cuentas proforma sometidas a una "auditoría especial", ya que la entidad no contaba con tres años de existencia.
Con todo, ha rechazado haber participado en la preparación del folleto, y ha aclarado que se supone que lo redactaron "muchos organismos y direcciones", utilizando "datos auditados", por lo que si fue "aprobado y ejecutado es porque alguien (de la CNMV) consideró que la información era suficiente".
De este modo, ha descartado que los administradores, grupo del que él formaba parte, omitieran los riesgos concretos a los que se enfrentaba el grupo, incluido el posible impacto de la reclamación de la aseguradora Aviva por incumplimiento de la exclusividad en el negocio banca-seguros, y el agujero en Banco de Valencia.
Para Norniella, la caída de la entidad levantina, participada de Bancaja, era "algo extramuros" en la crisis de Bankia.
"En la situación dramática y caótica en la que nos encontrábamos, no por nuestra causa sino por el entorno, era una circunstancia de la que se estaba encargando quien se tenía que encargar", ha subrayado.
Afirmación que ha afeado el fiscal Luzón, que le ha reprochado que compare la vinculación que Bankia detentaba en la entidad, la cual arrastraba "un agujero enorme, de 1.000 millones", con la de pequeñas compañías.
"Era una empresa importante pero no intervine en nada", ha rebatido Norniella sobre el banco valenciano -ahora integrado e CaixaBank- intervenido en noviembre de 2011 por el Banco de España tras inyectar 1.000 millones a través del FROB y otros 2.000 millones para asegurar su liquidez.
Sobre los motivos de su dimisión, el exconsejero ha insistido en que salió de un proyecto "en el que había puesto esfuerzo, trabajo y en el que había perdido dinero", al ser consciente de que el relevo de Rodrigo Rato como presidente implicaría la entrada de un nuevo equipo gestor "que traería a gente de su confianza".