Mario Betancort
Madrid, 18 mar (EFECOM).- Europa pierde una oportunidad de oro para avanzar en la unión bancaria y acoger una fusión entre entidades de distintos países, pues se opta nuevamente por una operación corporativa entre gigantes de un mismo Estado, en este caso de Deutsche Bank y Commerzbank en Alemania.
Desde el estallido de la crisis financiera en 2008, cada país optó por sanear su banca como consideró más oportuno o, en algunos casos, más bien como pudo. La caída de Lehman Brothers en septiembre de ese año hizo que EEUU y Reino Unido fueran los primeros en intervenir.
Entonces Bank of America anunció la compra de Merrill Lynch y comenzaron importantes "manguerazos": un rescate de 700.000 millones de dólares en Estados Unidos y otro de 400.000 millones de libras para los ocho mayores bancos de Reino Unido.
Poco después, el G7 -Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón y Reino Unido- acordó que no dejaría caer a sus grandes bancos y en distintos países de la Unión Europea se presentaron planes para rescatar a sus entidades.
Alemania ponía encima de la mesa hasta 480.000 millones y Francia 360.000 millones para sus bancos, poco antes de que Islandia pidiera auxilio al FMI porque estaba al borde de la quiebra por la caída de su sistema financiero.
En España, las ayudas en aquel momento se limitaban a avales y, más adelante, ya en 2010, al incentivo de fusiones principalmente de cajas, entre las que destacó la de Caja Madrid y Bancaja con cinco entidades más pequeñas, que fue el germen de Bankia, pero también la creación de CatalunyaBanc o Novacaixagalicia.
Sin embargo, en 2012 la actividad económica global volvió a desacelerarse y llegó a ponerse en cuestión la viabilidad del euro, por lo que la UE se comprometió a finales de junio de ese año a dar un avance decidido hacia una unión económica y monetaria más completa que rompiera el riesgo soberano y bancario.
Se dieron los primeros pasos para constituir una unión bancaria en la región, que comenzó con el establecimiento de una supervisión común coordinada desde el BCE y la posibilidad de rescatar entidades directamente desde el MEDE, el Mecanismo Europeo de Estabilidad.
Al mismo tiempo, el BCE sacó toda su artillería para apoyar la economía y anunció su programa de compra de deuda soberana, mientras España solicitaba una ayuda financiera a sus socios de hasta 100.000 millones de euros, del que finalmente empleó unos 60.000.
Ese rescate incluía la creación de Sareb, el "banco malo", que ayudó a que todo el sector español redujera sus activos inmobiliarios problemáticos en más de 324.000 millones en apenas dos años, y supuso el saneamiento de buena parte del sector bancario español.
El número de entidades se redujo considerablemente, y la plantilla y la red de sucursales mermó más del 30 %.
En el resto de Europa, por el contrario, apenas se ha dado un proceso de consolidación o reestructuración y muchos países siguen contando con un sistema financiero con grandes debilidades, como el italiano o el alemán.
En Italia, además de la baja rentabilidad, el principal problema es la morosidad y su exposición a la deuda soberana, por lo que el Gobierno ha tenido que intervenir en varias ocasiones; recapitalizó el Monte dei Paschi en 2017, el mismo año en el que una fusión creó el Banco BPM, el tercer grupo del país.
Aún así son continuos los rumores sobre sus entidades y Unicredit ha sonado frecuentemente como opción para una fusión con el francés Société Générale o el español UBS.
En Alemania, la principal preocupación es el balance de sus cajas y sus bancos estatales, entidades fuera de la supervisión europea.
Los dos mayores bancos alemanes, Deutsche Bank y Commerzbank, tampoco destacan en un entorno de bajos tipos de interés, que anima a ambas a negociar su fusión para crear el tercer mayor banco de Europa por activos, después del británico HSBC y el francés BNP Paribas.
El mercado aplaude la posible fusión, pero el resultado podría ser potencialmente más peligroso para la economía germana y europea, al crearse una entidad demasiado grande para dejarla caer y al mismo tiempo demasiado grande para ser rescatada.
Es aquí donde surgen las dudas de si no sería más acertado una fusión de estas entidades con competidores de otros países como se rumoreaba en el pasado cuando se hablaba de una fusión de Deutsche Bank y el suizo UBS, o de Commerzbank con el español BBVA.