Madrid, 24 mar (EFECOM).- Deutsche Bank mantiene su apuesta por España, donde cuenta con cerca de 2.400 empleados y una red de 180 oficinas, al margen de una hipotética fusión con su gran competidor en Alemania, Commerzbank, ya que considera que el mercado español es "clave" para el negocio del grupo.
El consejero delegado de Deutsche Bank, Christian Sewing, ha destacado la importancia de España en varias ocasiones, la última vez el mes pasado, cuando dijo que Deutsche Bank está "muy orgulloso de sus franquicias, particularmente las de España, Italia y Bélgica”.
Sewig también se refirió ese día al negocio de particulares y anunció su intención de enfocarse en las franquicias que tiene Deutsche en esos tres países, donde es "fuerte y relevante".
Una prueba de esa apuesta es el plan de invertir 300 millones de euros en los negocios de banca comercial en España e Italia.
Deutsche Bank lleva 130 años en España y es la única entidad internacional que participa en la economía española con todos los servicios de un banco global para corporaciones, instituciones, empresas y particulares.
Tiene una red "significativa" de oficinas, que según él aporta una ventaja competitiva para el banco y para sus clientes, "que se benefician de las sinergias de un banco universal".
Actualmente, cuenta con una división de Empresas e Inversión, una gestora de activos (DWS) -que ocupa la cuarta posición en el mercado español por volumen gestionado- y un área de Banca Privada y Comercial.
A finales de 2018 el banco tenía 40 centros de negocios y 18 centros de inversión en España, que atienden a más de 650.000 clientes, 40.000 empresas y 6.000 pymes con negocio internacional.
A la espera de los resultados anuales de 2018, el beneficio de Deutsche Bank España creció un 31 % en los nueve primeros meses del año, hasta 35,92 millones.
Con estos datos, no parece previsible que una hipotética unión entre Deutsche y Commerzbank tenga impacto en España, explican fuentes financieras.
Si la fusión de ambas entidades llega a ver la luz, tendría que recibir autorización de la Comisión Europea, ya que no sólo daría lugar a un gigante europeo, lo que ha generado opiniones encontradas desde el primer momento, sino que podría afectar a la competencia en el mercado alemán.
La operación, anunciada el pasado 17 de marzo, cuenta con la simpatía del Gobierno de Berlín, pero ha levantado suspicacias entre los sindicatos y el propio consejo asesor del Ejecutivo alemán, conocido como los "cinco sabios", que han desaconsejado la fusión.
En concreto, han asegurado que este matrimonio "no es la solución" para los problemas que tienen ambos bancos, porque el supuesto ahorro de costes que se pretende alcanzar mediante despidos y cierre de filiales es "difícil de hacer realidad" y es "políticamente controvertido".
Además, se crearía un enorme "campeón nacional", algo que va contra la gran lección de la crisis financiera de 2008 de evitar los gigantes de carácter sistémico cuya caída puede desestabilizar completamente la estructura financiera nacional y que supone un "enorme" rescate con dinero público.
La fusión crearía el tercer mayor banco de Europa por volumen de activos, cercano a los dos billones de euros, pero con un valor bursátil conjunto que apenas llega a los 27.000 millones de euros, muy por debajo del Banco Santander o el BBVA.
Y, si al final llega a materializarse, sería una oportunidad de oro que perdería la Unión Europea para avanzar en la unión bancaria y acoger una fusión entre entidades de distintos países.
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