Laura Cristóbal
Madrid, 1 jun (EFECOM).- El brexit tiene para el sector agroalimentario irlandés una dimensión que va mucho más allá de la económica y la comercial, y que añade a la ecuación de la incertidumbre cuestiones fronterizas, religiosas, políticas y sociales; que haya de nuevo una frontera donde les pregunten "¿quién eres?".
En una entrevista con Efe, el ministro de Agricultura, Alimentación y Asuntos Marinos de Irlanda, Michael Creed, repasa ésta y otras cuestiones vitales para el país como la Política Agraria Común (PAC), la sostenibilidad o la necesidad de tener un sector agrícola rentable que permita a los productores ejercer su actividad.
En cifras, el agroalimentario emplea en Irlanda a cerca de 165.000 personas, es su sector industrial más importante y exporta a más de 182 países, principalmente carne de vacuno y lácteos, además de productos pesqueros, aves de corral y carne de cerdo.
"Ha sido una de nuestras herramientas de recuperación económica. Hemos atravesado años muy difíciles, y tanto el agroalimentario como el turístico han sido muy importantes para recuperarnos. Además, tenemos un gran sistema de producción en extensivo y estamos muy orgullosos de nuestras credenciales de sostenibilidad", explica.
Las incertidumbres ante el brexit se han traducido en toda una estrategia de país para adecuarse a un escenario en el que, según dice, esperan "poder tener una buena relación con Reino Unido. Y que si no hay acuerdo, haya una respuesta adecuada de la Comisión Europea. Por parte de nuestro Gobierno trabajamos para afrontarlo".
Y cita como ejemplo, para ayudar al sector a superar su impacto, los "recursos adicionales en la creación de resiliencia en nuestra comunidad agrícola, especialmente en áreas particularmente expuestas, como el sector de la carne de vacuno. No podemos garantizar los precios, pero podemos apoyar al sector".
A ello se suma la búsqueda "de nuevas oportunidades de mercado. Estamos poniendo muchos recursos y distintas agencias estatales trabajan con los productores y construyendo relaciones comerciales", con Asia y China como focos principales.
Pero el desafío del brexit o la salida de Reino Unido de la Unión Europea marca la agenda.
"Va más allá del impacto económico; tiene que ver con la historia compartida y a menudo difícil de Irlanda e Irlanda del Norte. Dos comunidades, una que mira a Londres y otra a Dublín en cuestiones religiosas. Y en los últimos veinte años, como consecuencia del acuerdo del Viernes Santo, hemos tenido un proceso de paz que ha aportado un grado de normalidad a todos los ciudadanos", recuerda.
Para los irlandeses, según Creed, "pertenecer a la Unión Europea se identifica con la capacidad para la libre circulación, de bienes y de servicios. Y eso permitió mantener ambas tradiciones, seguir la vida, sin desafíos a sus identidades o sus religiones".
"Nuestro mayor miedo -post brexit- es una infraestructura fronteriza donde alguien te pregunte por tu identidad, que te pregunte quién eres", afirma, tras reconocer que en Irlanda e Irlanda del Norte supieron "de inmediato que, en la salida del Reino Unido, éste iba a ser el mayor reto al que nos enfrentamos".
En el ámbito pesquero, además, un tercio de su esfuerzo lo realizan en aguas británicas "y tal vez no tengamos acceso en el futuro; y no podemos llegar a una situación en la que debido a un posible acceso limitado no podamos pescar de manera sostenible y se reduzca nuestra industria para las generaciones venideras".
En el horizonte, se suman también las dudas sobre la futura Política Agraria Común (PAC), tanto por su reforma como por las dificultades presupuestarias, que podrían suponer una reducción de la ficha financiera dedicada al sector.
"Lo que más me preocupa de la PAC es que les hemos pedido a los agricultores cada vez más, pero no estamos políticamente preparados para pagarles adecuadamente respecto a lo que les pedíamos. De hecho les pedimos que hagan más y se les propone pagarles menos. Y eso para mí es inaceptable", asegura el ministro irlandés.
Además, en su opinión, no se ha logrado el impulso suficiente "para lograr una situación en la que protejamos el presupuesto de la PAC. Y eso sí es preocupante. Podemos tener toda la ambición que queramos, pero sin un presupuesto adecuado sigue siendo eso, una ambición".
Creed asume que hay "muchas preguntas legítimas sobre lo que podría hacerse en la Unión Europea con ese presupuesto... en seguridad, inmigración. Pero poner nuevos retos, requiere nuevos fondos. No es una razón para quitar dinero de la PAC".
En un momento en el que el reto es producir más alimentos -se necesita un 70 % más para 2025- de un modo sostenible, a juicio de Creed no se entendería ni por el sector ni por la sociedad que "disminuyeran los fondos de la PAC o se desmantelaran nuestros sistemas de producción".
"Políticamente tenemos que dar un paso al frente", añade, tras resaltar que hay "miembros prósperos de la Unión Europea (como alemanes, holandeses o austríacos) que han dicho que 'ni un céntimo más' y creo que es un error".
Una cuestión que se relaciona además con las dificultades en el equilibrio de la cadena alimentaria y la posición de debilidad del productor primario: "Hubo un tiempo en el que la PAC consistía en garantizar los precios. Ahora, hay otras formas de apoyar a la agricultura que no distorsionan el comercio mundial".
"Si queremos garantizar la producción de alimentos, si queremos atraer a los agricultores a la actividad, tendremos que tener una PAC suficiente y abordar otras cuestiones que tienen que ver con las prácticas comerciales", concluye.EFECOM