El Consejo de Administración de la automovilística Renault anunció este martes su decisión de continuar examinando el proyecto de fusión entre iguales que le ha propuesto Fiat Chrysler Automotives (FCA).
"El Consejo de Administración ha decidido seguir estudiando con interés la oportunidad de tal acercamiento y prolongar las conversaciones sobre este tema. Se reunirá de nuevo el miércoles 5 de junio al final de la jornada", indicó en una escueta nota.
La posible fusión planteada por la italo-estadounidense FCA a la francesa Renault daría un vuelco al sector automovilístico y crearía un nuevo líder mundial por volumen de ventas si se contabilizan las de la alianza, con unas ventas totales que se elevarían a los 15,5 millones de vehículos.
El pasado 30 de mayo, el consejo de Renault ya avanzó su decisión de estudiar "con interés" la posibilidad de esa fusión que, según sus primeras impresiones, le reforzaría industrialmente y sería "generador de valor adicional para la alianza" con las japonesas Nissan y Mitsubishi.
La actitud de desconfianza de Nissan y de Mitsubishi, no obstante, es uno de los elementos que más tendrán que sopesar los máximos dirigentes del grupo francés.
El presidente y consejero delegado de Nissan Motor, Hiroto Saikawa, dijo este lunes que aunque la fusión crearía nuevas oportunidades de negocio, conllevaría a una revisión de sus acuerdos con la compañía francesa, porque "alteraría significativamente la estructura" de esta última.
Renault, cuyo mayor accionista es el Estado francés con el 15 % de las acciones, controla el 43 % de Nissan, con las condiciones actuales, mientras que el grupo nipón tiene un 15 % en el accionariado del francés, sin derechos de voto, y controla el 34 % de Mitsubishi.
Saikawa cree que una fusión de FCA y Renault que diera lugar a una nueva entidad que ocupara el lugar de la francesa en la alianza le daría a Nissan la oportunidad de exigir cambios en el acuerdo que establece los términos de su asociación.
Hay que tener en cuenta que las relaciones que se han ido tejiendo en el interior de la alianza, desde hace dos décadas, son profundas y se han traducido en la puesta en común de tecnologías y en plataformas comunes que unos y otros utilizan para fabricar sus modelos.
Sin embargo, atraviesan una fase particularmente delicada desde que en noviembre estalló la crisis por el arresto en Japón de Carlos Ghosn, que era hasta entonces el responsable ejecutivo de Renault y Nissan y el padre de sus dos décadas de colaboración.
Renault también deberá tener en consideración la postura del Ejecutivo francés, que aunque se ha mostrado inicialmente a favor de esta operación de consolidación, exige una serie de garantías.
El Gobierno quiere que se respete la alianza, que se garanticen los empleos en Francia y los centros industriales, que se ponga en marcha una gobernanza "equilibrada" y que el conjunto resultante de la unión se implique en el proyecto europeo de baterías eléctricas que han lanzado París y Berlín.
La propuesta de FCA contempla que la compañía fusionada esté legalmente domiciliada en Holanda, un país neutro pero sobre todo muy favorable en términos de fiscalidad. No obstante, sus acciones cotizarían en las Bolsas de París, Milán y Nueva York.
El grupo italo-estadounidense dice esperar sinergias anuales superiores a los 5.000 millones de euros de un conjunto cuya capitalización bursátil debería superar los 30.000 millones y que vendería 8,7 millones de vehículos.
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, también se ha pronunciado en defensa de los intereses italianos, y alegó este lunes que sigue con atención las negociaciones y confía en que no haya despidos en Italia si la fusión se materializa.
Todas las miradas están puestas ahora en la reunión del miércoles. El visto bueno definitivo a la proposición de FCA precedería a la firma de un memorándum de entendimiento (MoU) que marcaría el comienzo de conversaciones al respecto.