Más de cañas que de verdejos: España, un país de cerveceros
Juan Javier Ríos
Madrid, 7 jul (EFECOM).- La cerveza no tiene rival entre las bebidas frías en España y su competidor inmediato en el mundo de la baja graduación, el vino, lucha por frenar su caída y reducir distancias: en los últimos 20 años, su consumo ha caído a la mitad.
Los españoles consumen 48 litros de cerveza por persona y año, cantidad que triplica los 14 litros de vino que se beben per cápita, según estadísticas oficiales correspondientes a 2018.
La explicación a ese liderazgo de la cerveza se encuentra en motivos económicos, de costumbres o de índole incluso psico-sociológica, según se desprende de los informes publicados recientemente por la Interprofesional del Vino, la patronal de cerveceros, el sector hostelero y el Gobierno.
Aunque ambas bebidas han visto descender su consumo en las dos últimas décadas, el indicador también favorece a la cerveza, que baja en torno a un 35 % frente al 50 % de los caldos.
Además, el "boom" en torno a la cerveza artesana también ha contribuido a mejorar sus índices de rentabilidad del sector.
Esta particular batalla cerveza-vino se resuelve a favor de la primera tanto dentro como fuera del hogar pero, si cabe, con mucha más fuerza en los bares y restaurantes, donde las cañas tienen mucha penetración: casi el 90 % de los españoles reconoce que opta en alguna ocasión por ella a lo largo del año.
El oligopolio de la caña hace que represente el 35 % de todas las ventas en volumen de bebidas frías en hostelería, más que el agua (32 %), los refrescos (19,5 %) y el vino (7,1 %).
Un informe de la consultora BMC Estrategic Innovation divulgado esta semana y elaborado para el sector del vino reconoce el éxito de la cerveza en el ámbito de las relaciones sociales, en un país donde su binomio con la tapa es difícil de fracturar.
El vino, en cambio, tiene una imagen sibarita, más asociado a clases medias-altas y vinculado con momentos y ocasiones especiales.
Desde el comité de Marketing de la Interprofesional del Vino, su presidente, Emilio Restoy, ve necesario cambiar esa imagen, pero admite que se trata de una labor "compleja" porque exige romper patrones sociales con años de tradición.
El lamento de unos es la alegría para otros: el director general de Cerveceros de España, Jacobo Olalla, presentó esta semana el informe socioeconómico de 2018 y volvió a incidir en que la cerveza es social y muy transversal: la consumen mujeres y hombres, de diferentes clases sociales sin distinción.
A la receta del éxito de la cerveza entre los españoles hay que añadir algo indispensable: el turismo, que también batió récord el año pasado con más de 83 millones de visitantes, muchos de ellos de gran arraigo cervecero como alemanes y británicos y que contribuyeron a superar por primera vez la barrera de los 40 millones de hectolitros consumidos.
Esta bebida también es muy apreciada por los hosteleros -de ahí la importancia de los acuerdos a los que llegan los establecimientos con las grandes marcas-, ya que les reporta de media uno de cada cuatro euros que entran en su caja registradora.
El secretario general de Hostelería de España, Emilio Gallego, ve a la cerveza como "una gran dinamizadora" de la actividad de los locales de hostelería, generando "mucho valor añadido".
Desde el sector del vino, son muchos los que reconocen que la falta de frescura juega en su contra, y no son pocos los que ya abogan abiertamente por innovar con prácticas otrora consideradas poco menos que un sacrilegio, como beberlo con hielo, en vez de a temperatura ambiente.