La petrolera brasileña Petrobras vendió por 1.516 millones de dólares sus activos y derechos para explotar petróleo y gas en tres áreas en aguas rasas en el océano Atlántico, informó este miércoles la mayor empresa de Brasil.
Los bloques ofrecidos, situados en las cuencas marinas de Campos y Santos, frente al litoral sudeste de Brasil, fueron adquiridos por Trident Energy, una multinacional petrolera financiada por el fondo estadounidense Warburg Pincus y por la australiana Karoon.
Los contratos de venta firmados este miércoles se extienden tanto a las concesiones para explotar estos campos petroleros como a los activos con que la estatal brasileña extrae actualmente unos 45.500 barriles diarios de crudo en las tres áreas.
Según un comunicado divulgado por Petrobras, Trident Energy do Brasil, subsidiaria de Trident Energy, adquirió el 100 % de la participación de la petrolera brasileña en los polos Pampo y Enchova, situados en la cuenca marina de Campos y frente al litoral del estado de Río de Janeiro.
Trident Energy ofreció 851 millones de dólares, además de la posibilidad de un pago adicional de 200 millones dependiendo de los precios futuros del petróleo, por los dos polos en aguas rasas en los que Petrobras produce actualmente 25.500 barriles diarios a partir de cuatro plataformas petroleras.
El otro contrato permitió a Karoon Petróleo & Gas, una subsidiaria de Karoon, quedarse con el 100 % de la participación de Petrobras en el campo de Baúna, ubicado en la cuenca marina de Santos frente al litoral del estado de Sao Paulo.
La compañía australiana ofreció 665 millones de dólares por este campo, que Petrobras comenzó a explotar en febrero de 2013 y en el que produce diariamente 20.000 barriles a partir de una plataforma marítima.
De acuerdo con el comunicado, el cierre de los dos negocios aún está condicionado a la autorización de los órganos reguladores.
Las ventas están enmarcadas en el plan de desinversiones iniciado por Petrobras hace cuatro años, así como en la política de optimización de la cartera puesta en marcha con la llegada a la Presidencia brasileña del ultraderechista Jair Bolsonaro y que busca concentrar las inversiones en los activos más productivos.
La actual dirección de la petrolera brasileña ha dejado claro que su prioridad es la explotación en aguas profundas, principalmente en los ricos yacimientos del presal, por lo que varios de sus activos en aguas rasas entraron en la lista de posibles ventas.
La compañía se encuentra inmersa desde hace varios años en un ambicioso programa de venta de activos, a fin de revertir la grave crisis económica que sufrió por los escándalos de corrupción de los que fue víctima y por la caída en los precios del petróleo.
Petrobras calcula que este año venderá activos por un valor de entre 30.000 y 40.000 millones de dólares, dos veces lo previsto en su actual plan de desinversiones.
El martes la compañía anunció que vendió por 8.562 millones de reales (unos 2.270 millones de dólares) el 30 % de las acciones que poseía en la BR Distribuidora, una de sus principales subsidiarias y de la que perdió el control, ya que redujo su participación en la misma al 41,25 %.
Y en junio pasado acordó la venta por 33.500 millones de reales (unos 8.700 millones de dólares) a un consorcio liderado por la francesa Engie de una participación del 90 % en la Transportadora Asociada de Gas (TAG), otra de sus subsidiarias.
Las ventas son acordes con la visión de un Estado reducido puesta en práctica por el Gobierno de Bolsonaro, cuyo equipo económico es liderado por el ministro Paulo Guedes, un liberal ortodoxo de la Escuela de Chicago.