Óscar Tomasi
Madrid, 27 jul (EFECOM).- Corría el verano de 2017 cuando el magnate ruso Mijaíl Fridman entraba en el capital del grupo DIA, y desde entonces la compañía ha vivido un período tumultuoso, por momentos al filo del abismo, que se ha traducido en una transformación que todavía está en marcha.
Justo hoy se cumplen dos años desde que Fridman ejecutara la compra de una participación del 10 % en el grupo de supermercados, un movimiento que le convirtió entonces en su segundo mayor accionista y que los analistas vieron como un preludio de lo que estaba por venir: en enero de 2018 anunció la compra de un 15 % adicional, hasta el 25 %, y en septiembre elevó su peso al 29 %.
Meses más tarde llegó la opa que le ha acabado dando el control del 69,76 % del capital, lo que en la práctica le convierte en "dueño y señor" de la firma.
El principal cambio en estos dos años se observa en su cotización, que rondaba los 5,8 euros en aquel momento y hoy se sitúa en torno a los 54 céntimos, diez veces menos, por debajo incluso de los 67 céntimos de la opa.
Otra diferencia notable es la estructura de su capital, ya que ha pasado de incluir en julio de 2017 a siete fondos y entidades financieras con participaciones significativas a estar controlado mayoritariamente por Fridman -a través de la sociedad LetterOne-.
Según los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), como accionista de referencia únicamente le acompaña hoy el francés Gregoire Bontoux, con el 3,4 % de los títulos.
La ausencia de un gran accionista que llevara las riendas era visto por algunos analistas, precisamente, como uno de los grandes hándicaps de la empresa.
Los problemas financieros afloraron después, a lo que se suma un deterioro operativo notable: en verano de 2017 DIA era la tercera cadena de supermercados del país con una cuota próxima al 8,5 %, casi empatada con la segunda, Carrefour, que ahora le saca más de un punto de diferencia.
Después de un "profit warning" -empeoramiento de las previsiones económicas-, tres cambios de presidente en apenas nueve meses, pérdidas millonarias en 2018 y la detección de irregularidades en sus cuentas, llegó la operación lanzada por Fridman para hacerse con la empresa a través de una opa que acaba de concluir.
La operación de compra se produjo en un contexto de grave crisis en la compañía, con serias dificultades de liquidez y al borde del concurso de acreedores, aunque una inyección del magnate ruso por valor de 490 millones de euros y el respiro dado por sus acreedores al concederle aplazar el vencimiento de su deuda le otorgan ahora una nueva oportunidad de remontar el vuelo.
Fuentes de la cadena DIA han explicado a Efeagro que la prioridad ahora es "estabilizar las operaciones" para garantizar que el producto llega del almacén a la tienda correctamente y eliminar las rupturas de "stock".
Sólo una vez resuelto este capítulo los responsables del grupo prevén empezar a implementar un nuevo plan estratégico; para 2019 esperan una caída de ventas de entre el 1 y el 4 %.
No hay novedades de momento sobre la venta de su cadena de droguerías Clarel (con más de mil tiendas), pero esta misma semana se ha desprendido de cuatro de los 35 locales de la enseña mayorista Max Descuento: tres para el grupo Cuevas y otro para Musgrave.
"Aún quedan varios temas de fondo que tendrán que solucionar para recuperar la confianza de los inversores, que ha quedado muy debilitada", pronostica desde Renta 4 la analista Ana Gómez, quien no descarta que Fridman promueva en algún momento la exclusión de bolsa de la empresa.
Tampoco la agencia Moody's es más halagüeña, y pese a reconocer que DIA ha solventado sus problemas de liquidez, ha colocado esta semana a la firma en pronóstico negativo por su bajada de ventas y por "quemar caja" a un ritmo demasiado alto.