Carlos Meneses Sánchez
Sao Paulo, 13 ago (EFECOM).- Brasil corre el riesgo de entrar de nuevo en recesión técnica tras el mal dato preliminar del segundo trimestre, que pone entredicho la recuperación económica del país en el primer año del Gobierno de Jair Bolsonaro.
La mayor potencia suramericana continúa estancada, con un crecimiento previsto para este año que no supera el 1 %, una tasa de desempleo aún en cotas preocupantes (12 %) y los principales ramos industriales todavía capeando los efectos de la crisis vivida entre 2015 y 2016.
El índice de actividad económica, considerado por los economistas como la previa del producto interior bruto (PIB), retrocedió entre abril y junio un 0,13 % frente a los tres meses anteriores, según el Banco Central.
De confirmarse ese resultado el próximo 29 de agosto, cuando el Gobierno divulgará el dato oficial del PIB, Brasil entrará de nuevo en lo que se denomina como "recesión técnica" al encadenar dos trimestres consecutivos en negativo.
En los tres primeros meses del año, la economía cayó un 0,2 % frente al último trimestre de 2018. Entonces el dato adelantado divulgado dos semanas antes para ese periodo fue del menos 0,68 % en la misma comparación.
Esa ola de pesimismo se apoya en el mal desempeño de algunos sectores considerados primordiales para encender el motor de Brasil.
La producción industrial bajó un 1,6 % en el primer semestre, arrastrada por las industrias extractivas (un 13,7 % menos), mientras que el sector servicios y las ventas en el comercio minorista perdieron fuerza y cerraron el periodo con una tímida subida del 0,6 %.
No obstante, entre los analistas y los principales bancos que operan en el país, como Itaú-Unibanco, Bradesco y Santander, aún no cunde el pánico y la mayoría de ellos pronostica un crecimiento moderado para el segundo trimestre.
"La verdad es que el crecimiento estará alrededor de cero o ligeramente positivo. No creo que sea negativo", señaló a Efe el economista Marcelo Kfoury, del centro de privado de estudios Fundación Getúlio Vargas.
Para el especialista, Brasil afronta "problemas estructurales" relacionados con la productividad y la baja inversión, y otros "puntuales", como la caída del sector minero y de las exportaciones de vehículos a Argentina, principal socio de Brasil en Suramérica, inmerso en una grave crisis económica y con unas elecciones de por medio.
Desde el Gobierno del líder ultraderechista piden "paciencia".
"Den un año o dos, den una oportunidad a un Gobierno que durará cuatro años y es liberal democrático. No trabajen contra Brasil, tengan un poco de paciencia", dijo el ministro de Economía, Paulo Guedes.
La oposición, encabezada por el progresista Partido de los Trabajadores (PT), ya empieza a culpar a la política liberal de Bolsonaro del ritmo lento de la economía.
"Lo que estamos viendo es desempleo alto, caída de la renta, una actividad económica débil y retirada de derechos. Nada está bien, mientras Bolsonaro se pasea en moto acuática para ocultar el caos", dijo la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, en redes sociales.
Por su parte, el Ejecutivo ha intentado alejar el fantasma de la recesión con una batería de medidas para impulsar el consumo a través de la liberación de algunos fondos de garantía laboral a los que los trabajadores difícilmente pueden acceder.
Se espera que esas medidas permitan la inyección en la economía de 42.000 millones de reales (unos 9.510 millones de euros).
El Banco Central también intentó impulsar el consumo, al reducir el tipo de interés a mínimos históricos, pasando del 6,5 % al 6 % anual, un gesto que, sin embargo, apenas se sentirá en el bolsillo de los brasileños, quienes aún sufren tipos altísimos.
Bolsonaro también confía en que la aprobación de una dura reforma de las pensiones, que está en la recta final de su trámite en el Congreso, sirva para impulsar el crecimiento, aunque su efecto solo se notaría a partir de 2020.
De hecho, la ralentización económica ha obligado al Gobierno a bajar sucesivamente sus previsiones de crecimiento del PIB para 2019, del 2,5 % divulgado a principios de año, al 0,81 % actual.
Esas perspectivas se aproximan a las de los analistas, que prevén una expansión en torno a un 0,80 %, por debajo del 1 % registrado en 2017 y 2018, periodo en el que no se revirtió ni de cerca la profunda caída de siete puntos porcentuales del bienio 2015-2016.
No obstante, el escenario internacional puede echar por tierra todos los pronósticos.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China, la desaceleración global y las elecciones presidenciales de octubre en Argentina, con la posible vuelta al poder del peronismo, pueden hacer tambalear al mercado brasileño y empeorar cualquier síntoma de recuperación en el país.