Madrid, 23 ago (EFECOM).- La economía española afronta un final de año complicado ante la situación que vive Europa con Alemania al borde de la recesión, la salida del Reino Unido, la guerra comercial y un bloqueo político que siembra dudas sobre un ritmo de crecimiento que aún así sigue por encima de la media de la eurozona.
El último cuadro macroeconómico aprobado por el Gobierno apunta a un crecimiento del 2,2 % este año, si bien la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, avanzó recientemente la intención de elevar esta previsión al menos una décima para situarla en línea con las estimaciones de la Comisión Europea (2,3 %), el FMI (2,3 %) o el Banco de España (2,4 %).
España crecería así este año un punto más que la zona euro apoyada en la demanda interna -los hogares españoles gastan más que los de otros países del entorno en detrimento del ahorro- y el buen comportamiento del sector turístico que inyecta recursos y permite seguir creando empleo aunque sea estacional.
Pero frente a esto, las turbulencias internacionales hacen dudar sobre la capacidad de la economía para mantener el buen ritmo en una recta final de año marcada también por la inestabilidad política nacional con la posibilidad de unas nuevas elecciones.
"Nos costará mucho llegar al 2,2 %", reflexiona el profesor de Esade Robert Tornabell que ve "luces y sombras" y recuerda que, junto al consumo interno y el turismo, los otros motores de la economía española son la obra pública, las exportaciones y la inversión empresarial.
En el primer punto explica que, aunque hay obras ya licitadas y sigue llegando la inversión extranjera, la falta de Gobierno tiene paralizados proyectos.
Y en cuanto al sector exterior, Tornabell advierte de que ya se anticipan algunos efectos del "brexit", con freno en las inversiones empresariales, y que una salida desordenada tendría un fuerte impacto en las exportaciones de España a Reino Unido, primer cliente en sectores como la alimentación o el automóvil.
Junto a esto, afecta la situación de Alemania y la creciente guerra comercial de Estados Unidos con la imposición de aranceles.
"Si la locomotora de Europa (Alemania) frena, toda Europa se resiente y también España", concluye Tornabell que apunta que todos estos factores de incertidumbre frenan la inversión empresarial.
"Creo que nos vamos a acercar a un crecimiento del PIB del 2 %, por debajo de las previsiones que hay", señala también el profesor de la Fundación de Estudios Financieros, Miguel Ángel Bernal, que cree que se afronta un cambio de ciclo: de uno de fuertes crecimientos a otro marcado por la atonía.
Los efectos de la guerra comercial, coincide el analista de Atlas Capital Ignacio Cantos, dificultan las exportaciones y condicionan las decisiones de inversión, lo que lleva a un menor ritmo de actividad económica global que va a afectar a la economía española.
A esto, apunta Cantos, se une la falta de Gobierno que hace que las administraciones locales, que son una parte importante del gasto, no dispongan de presupuestos.
"Todo ello se va juntando y dificulta el crecimiento económico", añade.
En el segundo trimestre, el crecimiento de la economía española se frenó hasta el 0,5 % intertrimestral, dos décimas menos que en el primero, ante la caída de la inversión empresarial y la desaceleración del consumo. La tasa interanual es del 2,3 %.
Los últimos indicadores -como la ralentización del empleo, las exportaciones o la caída de la confianza de los consumidores- han enfriado las previsiones de organismos como el BBVA Research, que espera que se mantenga en el 0,5 % en el tercer trimestre, o la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), cuya proyección en tiempo real prevé un repunte del 0,43 % en el tercer trimestre y del 0,47 % en el cuarto.
También en estas previsiones los datos de la economía española siguen por encima del entorno pero con esas dudas de cómo puede terminar impactando toda la coyuntura nacional e internacional.
"Es cierto que en España la demanda todavía tira, pero hay que tener mucho cuidado porque si en un momento los consumidores empiezan a asustarse porque ven que la economía va peor van a frenar el consumo", concluye Miguel Ángel Bernal.