Los mandatarios de siete de los países más poderosos del mundo vuelven a verse las caras este fin de semana en la localidad francesa de Biarritz. Es la 45ª Cumbre del G7, un foro al que hace tiempo que sus miembros no llegaban con posturas tan encontradas entre sí y que tiene por delante el difícil reto de encontrar soluciones conjuntas a la amenaza creciente de una próxima recesión global.
Hace unos meses, las advertencias sobre un parón económico a escala mundial solo eran cosa de los analistas más agoreros. En las últimas semanas, especialmente a raíz de la escalada del pulso comercial entre China y EEUU, son legión las instituciones y casas de inversión que han llamado la atención sobre esta posibilidad. Y el presidente estadounidense, Donald Trump, es uno de los protagonistas de la cita, a la que acudirá solo unas horas después de haber decretado un nuevo paquete de medidas para penalizar a Pekín.
A raíz del toma y daca que se traen China y EEUU, la mesa de inversión de Bank Degroof Petercam advierte de que “tendremos tensiones comerciales para rato”, lo que continuará abonando “el empeoramiento reciente de indicadores económicos” como el PIB de Alemania, la confianza de los consumidores estadounidenses y la producción industrial de la Eurozona, entre otros muchos. “Los temores a una desaceleración más pronunciada a nivel mundial están lejos de cesar”, indica la entidad.
"El incremento o el alivio de los riesgos económicos vigentes podría estar a solo un tuit de distancia"
Desde el banco de inversión suizo Julius Baer, su economista jefe de divisas, David Kohl, señala que buena parte de lo que ocurra en un futuro con la economía y los mercados dependerá de cuál sea la actitud de los bancos centrales. El BCE ya ha anunciado que en apenas dos semanas y media anunciará un nuevo paquete de estímulos para la Eurozona, pero la Reserva Federal de EEUU (Fed) ha evitado ser tan clara en cuanto a cuáles serán sus próximos movimientos. Y mientras, las estadísticas macroeconómicas muestran “que la debilidad económica actual en EEUU se limita al sector industrial mientras que otras áreas continúan expandiéndose”.
Muy probablemente, según analistas económicos y políticos consultados, lo tocante a los últimos movimientos de los bancos centrales de las economías participantes del encuentro ocuparán también un amplio espacio en el foro. Eso sí, no formalmente dado el carácter independiente que las instituciones monetarias tienen, sino más bien en los encuentros bilaterales que suelen acompañar estas cumbres. Especialmente, en aquellas que impliquen a EEUU, Japón y a países miembros de la Eurozona.
DE LA CURVA INVERTIDA A LA CONTRACCIÓN DEL PIB
Estas instituciones tienen también un papel determinante en lo que se refiere a la curva de tipos de interés, esa gráfica que en las últimas semanas ha estado en boca de todos. La decisión de China de aliviar parte de la batalla comercial desplazándola al terreno de las divisas se tradujo en la inversión de esta curva, lo que en nueve de las últimas 12 ocasiones en las que este fenómeno se ha producido ha resultado ser un nefasto preludio para la entrada en recesión de la economía estadounidense. Desde aquel movimiento de Pekín, ya han sido varias las veces en las que la rentabilidad exigida en el mercado secundario a los bonos estadounidenses a dos años ha sido superior a la que marcaban los de vencimiento a una década.
No obstante, no todo lo que los miembros del G7 (Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) más los dos invitados de esta Cumbre (Chile y España) tienen sobre la mesa son predicciones. La propia economía germana, locomotora de Europa, está al filo de la entrada en recesión técnica con estadísticas ya oficiales. Tanto es así que el Bundesbank ha llegado a plantearse un paquete de estímulos fiscales para tratar de aportar al ritmo económico lo que la contracción de las exportaciones le está quitando.
Y es que los analistas de Bank of America ya lo advertían en las últimas sesiones: los últimos aranceles de Trump -cuyo grueso se ha aplazado de entrada en vigor hasta el 15 de diciembre- suponían “cruzar el Rubicón”. En otras palabras, pasar a mayores. Esa es la misma razón por la que los analistas de esta casa se plantean en un estudio más reciente si la puerta abierta a estímulos adicionales en Alemania es “un sueño o una pesadilla”. Reto Cueni, economista sénior de la gestora suiza Vontobel, señala que alrededor de un 70% del crecimiento del país centroeuropeo “viene de otros países” por su alta exposición a las exportaciones industriales, especialmente en automóviles, uno de los sectores blanco frecuente de las amenazas cruzadas de Trump y Jinping.
"La puerta abierta a estímulos fiscales en Alemania puede ser un sueño o una pesadilla"
Pero el experto va más allá y señala que esta lucha no se está librando tanto en el terreno de la diplomacia y los encuentros de alto nivel, como podría ser la Cumbre del G7 de este fin de semana. En su lugar, destaca que una de las circunstancias más peliagudas del actual paseo por la cuerda floja de la economía mundial es que un eventual empeoramiento o alivio de los riesgos en el horizonte “podría estar a sólo un tuit de distancia”, en alusión clara al canal favorito del presidente de EEUU para anunciar cualquiera de sus medidas estrella ya sea para la economía de su propio país -especialmente en lo que toca a la Fed- o para cargar contra Pekín.
SIN PASARSE DE FRENADA
Sin embargo, este pulso no es el único que el G7 tendrá sobre la mesa. A petición del presidente francés Emmanuel Macron, cuyo Gobierno hace las veces de anfitrión de la Cumbre, también se debatirá sobre el histórico acuerdo comercial cerrado entre la Unión Europea (UE) y Mercosur después de 20 años de trabajo.
Así lo ha pedido el mismo Ejecutivo francés que recientemente, y a contracorriente del grueso de sus compañeros de cita, ha revisado recientemente al alza sus previsiones económicas para este año. Según el líder galo, el pacto que contribuiría a potenciar las transacciones comerciales entre ambas orillas del Atlántico debería quedar en barbecho hasta que se evalúe cuál ha sido la actitud de Jair Bolsonaro, presidente de Brasil -la principal economía de Mercosur-, en los recientes incendios que han devastado amplias áreas de la Amazonía.
Como explicó el presidente de la Fed, Jerome Powell, en su intervención en el simposio de Jackson Hole este viernes, “el desafío está en sostener la expansión” sin pasarse de frenada ni quedarse corto. En este sentido, el Igor de Maack, gestor de fondos en una firma asociada al grupo francés Natixis, “las medidas de los bancos centrales parecen haberse convertido en la última línea de defensa” para una economía global que “parece resistir, aunque los inversores comienzan a temer que la recesión no esté lejos”.
UNOS VIENEN, OTROS SE VAN
La clave del G7 de estos días está, según los analistas, en ver si consiguen hacer un diagnóstico conjunto de los motivos que están llevando a la economía al borde del abismo. Sin embargo, lo encontrado de las posturas de sus miembros y la ola proteccionista a la que se han subido especialmente EEUU, Italia y Reino Unido parecen indicar lo contrario. Este último país aún con el tema del Brexit pendiente de resolver, y que en caso de ser a las bravas también promete asestar un duro golpe a los flujos comerciales del mundo.
EEUU, Italia y Japón defienden "la importancia de involucrar a Rusia" en la búsqueda de la receta que evite un nuevo colapso de la economía mundial
En este contexto, no es de extrañar que a Pimco, el mayor gestor global de renta fija, haya anunciado en un reciente informe que “el mercado hace bien en descontar un mayor riesgo de recesión”. Y es que esta firma fue una de las primeras en advertir de que se avecinaba un parón económico desde su privilegiada atalaya de vigilancia de los bonos soberanos y corporativos.
Y por si fueran pocos los frentes abiertos, hay otro que implica incluso a quiénes deberían ser los que se acudiesen al encuentro de Biarritz. Hace unos días, el Gobierno de Japón se sumó a la petición de EEUU para que Rusia vuelva a formar parte de un club del que fue miembro entre los años 2002 y 2014, cuando la mayoría de sus colegas acordaron su expulsión por la ocupación de la península ucraniana de Crimea.
Los argumentos que dan los nipones para esta reclamación, a la que se oponen el grueso de los países europeos del grupo a excepción de Italia, pasan por “la importancia de involucrar a Rusia” en asuntos tan importantes como buscar la receta que evite un nuevo colapso de la economía global.