María Jesús Ezquerro
El Prat de Llobregat (Barcelona), 24 ago (EFECOM).- Las cancelaciones preventivas de vuelos de las aerolíneas ante la huelga de hoy en El Prat han evitado que se repitan las colas interminables de pasajeros, aunque siempre hay alguno que no lee a tiempo un correo o que queda atrapado y pierde una conexión por alguna grieta informativa.
Es el caso Ginebra y Fierela, dos jóvenes amigas de Perú, que han llegado este sábado al aeropuerto de Barcelona desde Suiza en un vuelo de Iberia y que tenían previsto hacer una escala de varias horas en Madrid antes de volver a Lima.
Sus planes han saltado completamente por los aires cuando la huelga del personal de tierra de Iberia las ha sorprendido en la capital catalana.
"No sabíamos nada de nada. La aerolínea no nos ha informado y ahora ya no llegaremos a tiempo a Madrid. Tenemos compradas entradas para museos y reservadas algunas visitas turísticas. Creo que lo acabaremos perdiendo todo", se lamenta Ginebra, en declaraciones a Efe, mientras espera ante el mostrador de reclamaciones de Iberia.
Fierela, con la misma cara afligida que la de su amiga, afirma que si les hubieran avisado, habrían podido cambiar los planes y quizás no pasar por Madrid.
Manuel, que tenía que volar a México tras una escala también en Madrid, hace cola junto a las jóvenes peruanas ante el mostrador de Iberia. El también lamenta la falta de información y maldice su suerte ya que es la segunda vez en un mes que le pilla una huelga aeroportuaria.
"Lo disgustante es que no nos den la información a tiempo. Volar así genera mucha incertidumbre y eso es estresante. En mi primer vuelo cancelado no me informaron y en éste me enviaron ayer un correo. Las compañías tendrían que ser más empáticas y tener un plan de apoyo más eficiente", asegura.
Desde otro punto del aeropuerto, John suma su voz a la de estos viajeros que se sienten atrapados en el aeródromo catalán, ya que, asegura, no fue informado de la cancelación de su vuelo a Frankfurt, donde debía conectar con otro que le llevaría de vuelta a Canadá.
"Vivo en Canadá y he estado unos días en Barcelona visitando a mi hija, que trabaja aquí. He querido aprovechar las vacaciones hasta el último momento y ahora me arrepiento", apunta.
Con cara de haber perdido casi por completo la esperanza de llegar a tiempo a Frankfurt, John empieza a preguntarse cómo se disculpará ante sus jefes por no poder presentarse a trabajar el lunes como tocaba.
En ocasiones, el ejercicio democrático del derecho a la huelga de algunos colisiona con las obligaciones laborales de otros.