Eva Yraola

Madrid, 1 oct (EFECOM).- Como ocurre a veces en el cine, donde los secundarios se comen a los protagonistas -el "Jocker" a Batman o los minions a "Gru"-, así ha ocurrido en el juicio de Bankia, en el que el protagonismo mediático ha sido para las grandes estrellas -Rato, Fernández Ordóñez, De Guindos-, pero lo esencial lo resolvieron los actores de reparto.

Cuatro de los actores secundarios que han intervenido en el juicio por la salida a bolsa de Bankia -una jueza, una fiscal y dos peritos judiciales-, que no estaban llamados en principio a despertar gran atención, han eclipsado por completo a los que se presuponía grandes estrellas, en un drama que durante cerca de once meses se ha desarrollado en la Audiencia Nacional.

Igual que en "El Fugitivo" era el policía al que interpretaba Tommy Lee Jones el que llevaba el peso de la película, dejando al fugitivo Harrison Ford casi en segundo plano, así en el juicio de Bankia cuatro funcionarios públicos han llevado las riendas del proceso.

A finales de noviembre de 2018, cuando se celebró la primera sesión, la expectación era máxima ante la presencia y el testimonio del expresidente de la entidad, Rodrigo Rato, que había ingresado en prisión un mes antes por el uso de tarjetas opacas de Caja Madrid.

Entre los testigos también figuraban personajes de relumbrón, como el exministro de Economía Luis de Guindos, el exgobernador del Banco de España Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el expresidente del BBVA Francisco González o la mismísima directora gerente del FMI y futura presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, que finalmente se vio liberada de esta obligación.

Su presencia -y también las ausencias, como la de Lagarde- y sus declaraciones, pese a no aportar grandes novedades, coparon todas las portadas, pero ninguno de ellos aportó nada que hiciera sombra a los cuatro secundarios

Por encima de todos sobresale la presidenta de la Sala, Ángela Murillo, la primera mujer en acceder a la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y famosa por sus excesos verbales con el dirigente abertzale Arnaldo Otegi, que le costaron a España una condena del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Murillo se ha movido entre el exquisito respeto por las garantías procesales de los acusados y un férreo control de las acusaciones, en particular de la actuación de la fiscal Carmen Launa, a la que sometió a un marcaje -o más bien placaje- que le costó a la representante de la Fiscalía Anticorrupción un desprendimiento de retina, fruto de la tensión.

Por este motivo, el juicio se suspendió durante casi todo el mes de enero.

En el guión de la juez ha habido también espacio para el humor, como el día que declaró el actual presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, al que Murillo se dirigió como "José Antonio G....(ininteligible)" y este contestó, con una gran sonrisa, "Sí, exactamente".

Pero Murillo será recordada por conducir con mano de hierro los interrogatorios, y en particular los realizados por la representante de la Fiscalía Anticorrupción, Carmen Launa, la otra gran protagonista del drama.

La minuciosísima exposición de Launa sobre los antecedentes del caso y los extremadamente pormenorizados interrogatorios a los que sometió a los acusados provocaron la reacción de Murillo, que constantemente interrumpía y delimitaba el alcance de las preguntas.

La fiscal, especializada en delitos económicos y en Anticorrupción desde 2005, no ha dejado activo tóxico, operación inmobiliaria ni provisión con cargo a reservas sin desmenuzar, experta en conceptos muy complejos y difíciles de entender y de explicar, como han reconocido algunos letrados y algunos acusados.

El enfrentamiento alcanzó el clímax a finales de febrero, durante el interrogatorio al exvicepresidente ejecutivo de Bankia y expresidente de Banco de Valencia, -participada por Bancaja, una de las cajas que dio lugar a Bankia-.

La insistencia de Launa en vincular la crisis de la entidad valenciana con la de Bankia provocó agrios enfrentamientos con la juez y la advertencia de que de ninguna manera volviera a mencionar el asunto.

Capítulo aparte merece el papel de los dos peritos judiciales asignados por el Banco de España para asistir al juez instructor, Víctor Nogueras y Antonio Busquets.

El corpulento Busquets y el más menudo Nogueras leyeron los 420 tomos del sumario, los 500 folios de las distintas auditorías y el diario de las 80 sesiones de la comisión del Congreso que investigó la crisis financiera, y escucharon todos los audios de la instrucción, que se prolongó durante cinco años.