La fuerte controversia generada en EEUU por una serie de muertes asociadas al consumo de productos para el vapeo ha sacudido los cimientos de un sector por el que las grandes tabaqueras han comenzado a apostar con fuerza, y ha derivado ya en dimisiones y ruptura de operaciones empresariales.
Esta misma semana, la consejera delegada de la tabaquera Imperial Brands (fabricante de marcas como Winston), Alison Cooper, anunció que dejará el cargo, en un movimiento que se produce sólo unos días después de que la compañía empeorara sus previsiones económicas como consecuencia de las mayores restricciones al vapeo que se están aplicando en EEUU.
La polémica en el país norteamericano es de tal calibre que también se ha llevado por delante la fusión que ultimaban desde hace meses Altria, dueña del 35 % de la empresa de cigarrillos electrónicos "Juul", y la tabaquera Philip Morris, propietaria de la marca Marlboro.
Con cerca de cuatro años de vida, "Juul" ha protagonizado un auténtico "pelotazo" de ventas en EEUU, hasta contar con una cuota de mercado superior al 70 %, aunque su ascenso se ha visto ensombrecido por el consumo de este producto entre jóvenes y adolescentes.
Con el debate sobre este dispositivo y otros similares "in crescendo" en el país, la aparición hace un mes de un brote de misteriosas lesiones pulmonares que ya se ha cobrado la vida de 18 personas -el número de casos supera el millar- ha colocado al sector en el ojo del huracán.
Mientras se investiga el origen concreto del brote, las autoridades sanitarias de EEUU han revelado que sus pesquisas sugieren que la mayoría de los pacientes consumieron productos que contienen tetrahidrocannabinol (THC), el principal componente psicoactivo de la marihuana, y se especula con su posible adquisición en el mercado negro.
La polémica ha derivado en un ataque frontal al sector del vapeo, que defiende el uso de los cigarrillos electrónicos como alternativa al tabaco por considerarlo sensiblemente menos dañino para la salud, y que alega que el problema en EEUU está relacionado no con el uso del dispositivo, sino con el contenido del líquido.
Mientras que en países como el Reino Unido las autoridades incluyen el vapeo como método para dejar de fumar, en EEUU algunas ciudades ya han decidido restringir la venta de estos dispositivos y en España, el Ministerio de Sanidad lanzó hace un mes una campaña que asocia su consumo al del tabaco tradicional.
De las cuatro grandes tabaqueras, dos están presentes en España con los llamados "productos de nueva generación": Imperial desde principios de este año con el cigarrillo electrónico "Myblu" y Philip Morris desde finales de 2016 con el llamado "Iqos". A éstos se sumó en abril el "Juul".
Mientras que "Myblu" y "Juul" funcionan con líquidos, en su mayoría con nicotina, el "Iqos" es un dispositivo de "tabaco sin combustión", ya que calienta una especie de mini cigarrillo pero sin llegar a quemarlo.
Los otros dos "gigantes" a escala global son BAT y JTI, que también han entrado en el segmento del vapeo pero aún no han aterrizado en España.
"La campaña de alarmismo que se ha creado genera inseguridad, sobre todo en el vapeador que acababa de iniciarse o en aquél que estaba pensando en dejar de fumar. Ya estamos viendo que gente que había dejado el tabaco por estos dispositivos ha vuelto a fumar", ha asegurado a Efeagro el presidente de la Unión de Promotores y Empresarios del Vapeo (UPEV), Arturo Ribes.
Desde la Asociación Española de Usuarios de Vaporizadores personales (Anesvap), su presidenta, Ángeles Muntadas, ha apuntado que existe "indignación" entre los consumidores por lo que en su opinión es una "campaña de desinformación", y ha vinculado las crecientes restricciones con la entrada en el sector de las tabaqueras, que han dado mayor visibilidad a estos productos.