Argel, 13 oct (EFECOM).- Miles de argelinos salieron este domingo a las calles de la capital y de otras ciudades del país para protestar contra la nueva ley de hidrocarburos que examina el Consejo de Ministros en una extensión del movimiento popular contra el régimen militar que se repite cada martes y cada viernes desde el pasado 22 de febrero.
La nueva ley, que con toda seguridad será aprobada por el gobierno interino formado tras la dimisión el pasado abril del presidente Abdelaziz Bouteflika, abre el mercado energético a las empresas extranjeras, al eliminar la norma que establecía que el reparto de las empresas debía ser al menos de 51 por ciento para el inversor argelino.
También facilitará la búsqueda y explotación del controvertido gas esquisto en un intento por mantener en alza la única riqueza que explota el país, ya que el petróleo y el gas suponen más del 90 por ciento de las exportaciones nacionales en un país que apenas tiene otras industrias y está abocado a la importación.
Al grito de "los traidores venden Argelia", los manifestantes congregados en torno al Parlamento en Argel pidieron que esa "Ley de hidrocarburos vaya el basurero", rodeados por un importante despliegue policial antidisturbios, y vigilados por cientos de agentes de paisano.
Una concentración convocada por el movimiento popular de protesta (Hiak) durante la manifestación que se celebró el viernes pese al aumento de la represión policial, en el trigésimo cuarto fin de semana consecutivo de movilización en el que a los tradicionales gritos contra un estado militar se sumó el "no a la entrega de las riquezas de Argelia" a empresas extranjeras.
"Están vendiendo los hidrocarburos en una concesión de 90 años a los franceses. Nos oponemos a esto porque es el futuro de nuestros hijos el que está en juego. Quieren aprobar esta ley antes de las elecciones, que serán una farsa que nos imponen", dijo a Efe Samir, un comerciante de 50 años.
Los manifestantes lanzaron, asimismo, consignas contra los diputados, a los que consideran responsables de la firma y que en su opinión deben ser juzgados.
Las protestas lograron la caída de Bouteflika, forzada por el jefe del Ejército, general Ahmed Gaïd Salah, nuevo hombre del país, al que el mandatario nombró en 2004.
Desde entonces, decenas de opositores, miembros del Hirak, periodistas, militares, empresarios y políticos han sido cesados, arrestados y en algunos casos juzgados y condenados a penas de prisión.
Entre ellos destacan el hermano del presidente, Said Bouteflika, al que se consideraba el verdadero poder en la sombre, y el general Mohamad Mediane "Tawfik", durante 25 años jefe de los influyentes servicios secretos, que han sido condenados a 25 años de prisión.