Paula Escalada Medrano
Shanghái (China), 31 oct (EFECOM).- Mientras que hace dos años, en pleno auge de las criptomonedas, China lanzaba una ley para prohibir su comercialización, hoy el Gobierno chino abraza la tecnología de bloques ("blockchain") y los expertos aseguran que el banco central del gigante asiático pronto presentará su propia moneda digital.
La pasada semana, el presidente chino respaldaba, por primera vez públicamente, a la tecnología que en los últimos años está revolucionando el ciberespacio, esa que "se ha extendido a sectores que van desde las finanzas digitales, el Internet de las cosas, la fabricación inteligente o el comercio de activos digitales", recordaba Xi Jinping.
"Es esencial que la tecnología 'blockchain' -que es la que permite la existencia de las criptomonedas- juegue un papel más importante en la construcción de la fortaleza de China en el ciberespacio, el desarrollo de la economía digital y el avance del desarrollo económico y social", apuntaba el presidente.
Horas después, el precio de la criptomoneda más usada en el mundo, el volátil bitcoin, se disparaba y protagonizaba una de las mayores subidas de su historia con picos al alza de hasta el 40 %.
Una moneda que no puede comprarse ni venderse en China por una ley que lanzó el Gobierno en 2017 para evitar la especulación y delitos como el lavado de dinero que las monedas virtuales facilitan.
Dos días después del discurso de Xi, destacado y analizado por los principales medios económicos del mundo y por los expertos en nuevas tecnologías, la Asamblea Popular Nacional (APN) China aprobaba una ley de criptografía.
Esta entrará en vigor el 1 de enero de 2020 y su principal objetivo será facilitar "el desarrollo del negocio de la criptografía" y "garantizar la seguridad del ciberespacio y de la información".
Según apuntan medios y expertos, la creación de este marco legal es una muestra clara de que el Banco de China planea sacar próximamente una moneda digital propia, algo en lo que lleva investigando desde 2014.
Cinco años que han coincidido con la mayor revolución en las finanzas domésticas en la historia del gigante asiático: los pagos virtuales a través del teléfono móvil, principalmente con las plataformas Wechat y Alipay.
"Imagina que tienes ciertos metadatos sobre los pagos hasta el nivel de transacción individual e imagina si no necesitas depender de dos empresas privadas (Alibaba y Tencent) para obtener datos sobre transacciones digitales", cuenta a Efe Christian Grewell, profesor de NYU Shanghai, sobre las posibilidades que se abrirían para el Gobierno como gestor de una moneda virtual.
Aunque dependerá de "la estructura y función de la criptomoneda", lo que es "interesante" es que "si las regulaciones requieren que una empresa o un individuo realicen transacciones en una criptomoneda nacional, de repente el Gobierno tiene el potencial de obtener una tonelada de información útil de entidades privadas, especialmente instituciones financieras y de sus clientes", algo que podría derivar en "un menor riesgo financiero en general para el sistema", apunta Grewell.
Y es que aunque todavía no se conocen detalles ni se sabe si será una criptomoneda (totalmente virtual) u otro tipo de moneda digital (un yuan virtual), muchos son los que especulan y hay quienes creen que tendrá toques similares a los actuales pagos virtuales.
En un reciente artículo, Bloomberg describía así su funcionamiento: "los consumidores y las empresas descargarían una billetera digital en su teléfono móvil y cargarían el token de su cuenta en un banco comercial, similar a ir a un cajero automático. Luego usan eso como efectivo para hacer y recibir pagos".
Esto, apunta un experto citado por Bloomberg, tendría que ver con que el Banco Central esté intentando recuperar el poder perdido ante las empresas privadas, hoy gestoras de la mayoría de los pagos de la población.
En un tiempo en el que el mundo de las finanzas vive pendiente del futuro lanzamiento de la criptomoneda Libra de Facebook, que tendrá lugar presumiblemente el año próximo, una posible criptomoneda China no afectaría tanto a la economía mundial, opina Grewell.