Más de 70.000 asistentes procedentes de 160 países, 11.000 ejecutivos de empresas tecnológicas, 2.000 "startups", 1.200 ponentes, unos mil inversores... Las cifras de la Web Summit, considerada la mayor cita tecnológica del mundo, marean.
El foro de Lisboa ha colgado, de nuevo, su cartel de aforo completo y ha batido su propio récord, con un 20% más de asistentes y expositores.
Creada en 2009 por Paddy Cosgrave, Daire Hickey y David Kelly, desde 2016 se celebra en Lisboa. El proyecto tecnológico se completa con Collision, en Toronto, y RISE, en Hong Kong, que atraen, en conjunto, a más de 120.000 personas.
Adentrarse en este "Davos para frikis", en referencia al foro mundial de directivos de esta ciudad suiza, como lo han bautizado algunos medios, constituye toda una aventura. Llegar a entenderlo requiere de algunas claves.
La cita de Lisboa sigue creciendo. En esta edición, los organizadores esperan más de 70.000 asistentes procedentes de 163 países -mayoritariamente EEUU, Reino Unido, Alemania y Brasil- y 11.000 ejecutivos de tecnológicas. Más de 2.500 periodistas acreditados informarán sobre el evento.
Cinco pabellones instalados en el Altice Arena lisboeta, en el Parque de las Naciones, acogen a más de 2.150 empresas emergentes (startups) que comparten espacio con 240 firmas ya consolidadas junto a gigantes como Google o Facebook.
Los organizadores han habilitado 23 escenarios por los que pasarán 1.206 ponentes hasta el próximo día 7, cuando concluye la actual edición.
Portugal espera un impacto de cientos de millones de euros. El pasado año, el Gobierno cifró los ingresos en 300 millones en ocupación hotelera, servicios de restauración y transporte. Sólo en alojamiento local (alquileres privados) se estima que se traducirá en 10 millones de euros... En apenas una semana.
La Web Summit seguirá en Lisboa hasta 2028. La clave, el acuerdo alcanzado en 2018 entre Cosgrave y el Gobierno luso por el que Lisboa se comprometió a aportar 110 millones hasta el final del convenio.
El éxito de la Web Summit depende, en buena parte, del equipo que lidera Paddy Cosgrave. Más de 200 personas trabajan durante todo el año en Lisboa, Dublín, Toronto y Hong Kong para que todo este a punto cuando se abran las puertas.
En la lista, ingenieros, analistas de datos, diseñadores, productores, comerciales y expertos en marketing. A ellos se suma, durante el evento, un ejército de "voluntarios" y "freelancers" para guiar a los visitantes por esta "babel" futurista que, por primera vez, habla en inglés, español, portugués, chino y japonés.
La de Edward Snowden, el exagente de la Cia que filtró documentos sobre las actividades de Estados Unidos, ha sido una de las presentaciones más esperadas. Refugiado en Rusia, envió un mensaje en vídeo en la sesión inaugural en el que alertó de que los gigantes tecnológicos "no explotan los datos sino a las personas".
Entre los más esperados también, Ronaldinho -que el pasado año no pudo acudir porque le retuvieron el pasaporte-, Britanny Kaiser, exdirectora de Cambridge Analytica y Brad Smith, presidente de Microsoft.
Michel Barnier, el negociador de la Unión Europea para el Brexit, logró abarrotar el palco principal durante su exposición sobre el día después del "divorcio" entre Londres y Bruselas. Un tema que también tocará el exprimer ministro británico Tony Blair.
Aunque el porcentaje no se refleja sobre los escenarios del Altice, las mujeres van ganando terreno. En esta edición representan el 46,3% de los asistentes, dos puntos más que en la pasada convocatoria.
Unicornios, incubadoras, aceleradoras... Ya no basta hablar inglés, hay que estar al día en nuevas tecnologías e inteligencia artificial para entenderse en la Web Summit con el lenguaje del futuro.
Los básicos: "Meetup" (encuentros para intercambiar propuestas entre emprendedores e inversores), "start up" (emergentes), "business angel" (inversor), "crowdsourcing" (financiación colectiva) o "coworking" (espacios compartidos de trabajo).
Es necesario también un MVP (producto mínimamente viable) y un buen "pitch" (presentación), a ser posible breve y contundente.
Muchos emprendedores buscan un "break even", el equilibrio entre costes e ingresos, aunque su sueño es convertirse en "unicornios", es decir, superar un valor de mercado de mil millones de dólares.
Buena parte de proyectos se quedarán sin financiación, pero sus creadores podrán aprovechar al menos para hacer "networking", la tradicional red de contactos que ha ayudado a empresarios de todos los tiempos.
La cita de Lisboa no está exenta de polémica. En esta edición, viene de la mano de los abusivos precios de las entradas -agotadas pese a que algunas llegaron a costar hasta 1.250 euros por el acceso durante tres días- y del "merchandising", los tradicionales "recuerdos".
Un jersey negro de lana igual al que usa Paddy Cosgrave -tejido a mano, en Irlanda- se vende en la página de la Web Summit hasta por 850 euros. Hay otro en azul, algo más barato... 780 euros.
Para los niños, una sudadera infantil -también de material sustentable- puede llegar a costar 240 euros. Eso sí, la página incluye también camisetas por 30 euros y tazas por 25.
"Realmente preocupado de que esto no sea una broma", llegó a decir en Twitter el director de un fondo de inversión presente en el foro.