El Banco de Inglaterra (BoE) subió hoy al 1,4 % su previsión de crecimiento de la economía británica en 2019, frente al 1,3 % pronosticado en agosto, y rebajó a un 1,2 y 1,8 % las perspectivas para 2020 y 2021.
El banco central anunció además que mantiene, en el 0,75 %, los tipos de interés y su programa de estímulo económico, a la espera de ver cómo se concreta el "brexit" o retirada del país de la Unión Europea (UE), prevista para el 31 de enero.
El desenlace de ese proceso dependerá del resultado de las elecciones generales del 12 de diciembre, en las que parte como favorito el actual primer ministro, el conservador Boris Johnson, partidario de un "brexit" a toda costa.
El gobernador, Mark Carney, explicó que el recorte del crecimiento en el periodo de tres años refleja el efecto de la ralentización de la economía global y del acuerdo del "brexit" negociado en octubre por Johnson, que contempla, entre otros elementos, la salida del Reino Unido de la unión aduanera comunitaria.
El Banco de Inglaterra prevé que, después de que el producto interior bruto (PIB) crezca este año un 1,4 %, aumentará un 1,2 % en 2020, frente al 1,3 % augurado en agosto, y un 1,8 % en 2021, cuando previamente esperaba un avance del 2,3 %.
Se expandirá sin embargo un 2 % en 2022, según sus últimos cálculos, difundidos al término de la reunión periódica de su comité de política monetaria, en la que, por primera vez en mucho tiempo, dos de sus nueve miembros votaron por bajar los tipos.
El BoE también previó hoy que la inflación británica, actualmente en el 1,7 %, bajará hasta el 1,2 % a mediados del año próximo para después tender al objetivo oficial del 2 %.
Carney dijo que espera que la economía global "se recupere" en los próximos meses y que se reduzca la incertidumbre para los hogares y las empresas.
De lo contrario, el banco central se plantearía una reducción de los tipos de interés, que permanecen en el 0,75 % desde después del referéndum de 2016 sobre la permanencia en la UE, en el que ganó la opción del "brexit".
El comité de política monetaria mantuvo en 10.000 millones de libras (11.500 millones de euros) la emisión de reservas del banco central para financiar la compra de deuda corporativa y los 435.000 millones de libras (500.000 millones de euros) que destina a la compra de bonos soberanos.