FG, el gurú salpicado por la "cloaca" del espionaje
Madrid, 14 nov (EFECOM).- Con su imputación por el escándalo de las escuchas a políticos y empresarios, el expresidente de BBVA Francisco González se suma a la ya extensa lista de banqueros investigados por la justicia, una tacha a su trayectoria profesional salpicada ahora por sus vínculos con las "cloacas del Estado".
A sus 75 años, FG (Chantada, Lugo, 1944) ha saltado de las páginas salmón, las mismas que durante años recogieron las innovadoras propuestas de quien quiso liderar la transformación digital de la banca española, a las portadas de la prensa generalista que, desde hace más de un año, se hace eco del presunto espionaje encargado al excomisario José Villarejo.
Un asunto sobre el que su sucesor, Carlos Torres Vila, se mostró "escandalizado" y que supuso, primero, la salida temporal de González como presidente de honor del BBVA, y después, un auténtico 'efecto dominó' que ha arrastrado hasta la Audiencia Nacional a algunos de sus antiguos altos cargos, al banco y hasta a él mismo.
La vinculación con la trama de Villarejo, que saltó a la opinión pública a comienzos de este año, reveló que una larga lista de personalidades del país había sido espiada por la empresa del excomisario, Cenyt, con la que BBVA tenía relaciones desde 2004.
En esas conversaciones, el ex jefe de seguridad del banco y antiguo comisario de la Policía Judicial, Julio Corrochano, dejó entrever que el "presi" estaba al corriente.
Cada vez más cuestionado, en una de sus últimas ruedas de prensa, FG advirtió de que BBVA jamás se achantaba ante las presiones políticas y aseguró que dejaría la entidad triste pero orgulloso por todo lo que quedaba atrás.
Si bien comenzó su carrera profesional con apenas 20 años como programador informático, no fue hasta 1987 cuando fundó la sociedad de valores FG Inversiones Bursátiles, que vendió años más tarde a Merrill Lynch en un auténtico pelotazo.
Por aquel entonces, José María Aznar había llegado al Gobierno, Rodrigo Rato era el todopoderoso vicepresidente económico y González, muy próximo al PP, fue el elegido para presidir Argentaria, el banco público que acabaría fusionándose con BBV a finales de 1999.
Dos años más tarde se convirtió en el único presidente ejecutivo de BBVA, tras el abandono del fallecido Emilio Ybarra por el escándalo de las cuentas secretas, y comenzó una nueva etapa convencido de las bondades que traería la tecnología al mundo de la banca.
No le tembló el pulso cuando tuvo que prescindir de un consejero delegado tan valorado como José Ignacio Goirigolzarri o, posteriormente, cuando encumbró a Ángel Cano hasta ese mismo puesto y, de la noche a la mañana, lo relevó por Carlos Torres Vila.
Como aficionado al golf, le gusta pasar los fines de semana practicando en el campo de La Moraleja, y aunque a veces se escapa a su tierra gallega, en verano suele pasar sus vacaciones en Mallorca.
Asiduo del Foro Económico de Davos, en Suiza, Francisco González se siente cómodo en ese tipo de encuentros, que luego le gusta comentar, al igual que cuando participa en citas relevantes desde el punto de vista tecnológico.
Durante su extenso mandato, BBVA ha multiplicado con creces su tamaño, aunque no tanto como el Banco Santander, su estrecho competidor, y ha aumentado su presencia internacional, en algunos casos con mayor acierto que en otros.
México sigue siendo el principal motor de las cuentas del grupo, pero los más críticos con el banquero, al que algunos tachan de desagradecido, recuerdan que fue su antecesor el que apostó por Bancomer y apuntan algunos de sus fracasos, como el intento por hacerse con la Banca Nazionale del Lavoro en Italia.
Tampoco tuvo especialmente éxito la apuesta por el chino Citic, pero la firma de González está detrás de otras operaciones con aparente mejor rédito, como la entrada en Estados Unidos o la compra en Turquía de Garanti Bank, a pesar de los vaivenes de la lira en los últimos meses.
Sin pelos en la lengua, al banquero no le costaba mucho criticar públicamente al Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, al cual según los investigadores habría mandado espiar, u operaciones como la salida a Bolsa de Bankia, dirigida por el que años antes había sido clave en su ascenso, Rodrigo Rato, con quien comparte ser objeto de investigación por la justicia.
Aunque era más dado a ensalzar las políticas de su "amigo" Mariano Rajoy, tampoco dudó en animar a pedir el rescate para disipar las dudas de los inversores; sin embargo, tiempo más tarde rechazó de plano participar en la creación del banco malo, la Sareb, lo que sí hicieron el resto de los principales grupos del país.