Madrid, 19 nov (EFECOM).- El presidente de CaixaBank, Jordi Gual, ha considerado este lunes que el Banco Central Europeo (BCE) ya ha exprimido al máximo la política de tipos bajos y negativos que está vigente en la zona del euro, por lo que su margen de efectividad se ha agotado y ahora hay que diseñar "una estrategia de salida".
En su intervención en el Fórum Europa, Gual ha añadido que para que los tipos vuelvan a la normalidad hay que dar más importancia a la estabilidad financiera en las decisiones de política monetaria y no solo al objetivo de inflación del 2 %, que no se debe perseguir a cualquier precio.
En su opinión, la ausencia de reformas estructurales y de una autoridad fiscal europea que complemente la política monetaria ha obligado a esta última a hacer unos "esfuerzos extraordinarios".
Los bajos tipos de interés ya no son la razón que está frenando la inversión en Europa, sino la incertidumbre comercial y geopolítica, que también impulsa a las familias a ahorrar más y gastar menos, ha dicho.
Se ha referido también a la culminación de la unión bancaria y ha dicho que disponer de entidades paneuropeas sería beneficioso, pues los balances estarían más diversificados y eso "probablemente" ayudaría a reducir el vínculo entre el riesgo bancario y el riesgo soberano.
Las entidades tendrían una mayor escala, serían tal vez más rentables y el mercado bancario estaría más integrado, aunque es difícil que esto ocurra mientras no se resuelvan algunos problemas de regulación bancaria que fragmentan el mercado europeo, ha añadido.
Y esto no ocurrirá hasta que la zona del euro no disponga de un activo seguro, un bono común para toda la zona euro, porque ahora se beneficia a determinados bonos soberanos y a los sistemas bancarios de esos países.
De esta forma sería mas fácil la creación de un mercado único de capitales en la zona del euro y mejoraría el mecanismo de transmisión de la política monetaria, puesto que habría más colaterales.
Ayudaría también tener un sistema europeo de garantía de depósitos, pues reduciría el vínculo soberano con los bancos de cada país y daría liquidez a los fondos nacionales si la necesitan pero estaría lejos de la auténtica mutualización de los riesgos.