La incertidumbre es uno de los principales enemigos de las finanzas a cualquier escala. Y más en un momento como el actual, especialmente delicado. Después de que casi todas las economías hayan remontado parte de los efectos de la crisis que asoló la economía global hace una década, nos encaminamos hacia un futuro incierto, en el que los parámetros de crecimiento han venido estancándose desde hace meses y el fantasma de la recesión vuelve a asomar en algunos países, España entre ellos.
En nuestro país, estos indicadores muestran el frenazo de las cuentas. En su última previsión, el Banco de España aludió expresamente al "aumento de incertidumbre" como causa para revisar a la baja sus cifras de crecimiento: del 2,4% hasta un 2% para este año, aunque aún caerán más en el futuro, un 1,7% en 2020 y un 1,6% en 2021. Aunque estos números están lejos del crecimiento negativo que define técnicamente una recesión, sí marcan una tendencia que pronto puede empezar a notarse en el consumo privado y la inversión empresarial. Son dos de los ámbitos en los que más se puede notar este escenario, por mucho que los principales actores financieros del mundo hayan tomado cartas en el asunto para estimular la economía.
Pero las implicaciones de una desaceleración también afectan de forma directa a la creación de empleo, a la inestabilidad de la moneda y de los precios y, en general, a que los flujos de capital sean más volubles en términos generales. Este escenario es especialmente negativo para el comercio, ya que las exportaciones quedan más expuestas ante los vaivenes monetarios, fiscales y legislativos que entran en juego, sobre todo cuando las transacciones son internacionales.
Diversificar riesgos
Las exportaciones suelen conllevar un cierto riesgo inherente que las hacen especialmente sensibles en estos escenarios, en los que, casi por mero acto reflejo, parece lógico que se resientan. No obstante, no son pocos los expertos que destacan que justo en estas circunstancias sobresalen ventajas y oportunidades que pasan por diversificar riesgos. Abrirse a nuevos mercados y clientes de distintos países permite minimizar la posibilidad de pérdida de liquidez, de impagos o de insolvencia, un problema que en estas situaciones suelen aumentar.
En general, esta diversificación es un síntoma de flexibilidad de las compañías, pero, en esa cartera de pros y contras, todas ellas entienden que para lanzarse a la exportación es importante disponer de mecanismos que aporten a las transacciones las garantías, la confianza y la seguridad máxima entre las partes. Hay mucho en juego.
Es normal que muchas empresas presten unos servicios o hagan alguna venta y esperen un pago aplazado, por lo que esta circunstancia suele estar prevista siempre a la hora de hacer las cuentas. Sin embargo, esta incertidumbre es un caldo de cultivo para los impagos, lo que genera un problema añadido a las empresas.
Estas situaciones afectan a la liquidez de las tesorerías porque generan dificultades en caja que pueden obligar a la empresa a buscar formas de paliar el déficit, como financiación externa, créditos, o venta de pasivos; son soluciones de urgencia que suelen salir caras, sobre todo si no existe una planificación previa o una previsión que tenga en cuenta esta posibilidad. Es una situación que parece extrema pero que, si se hace incontrolable, puede poner en peligro incluso la viabilidad de la firma.
Un problema de confianza fácil de solucionar
Pero más allá de los números, se genera un problema de confianza que puede lastrar los movimientos futuros. De ahí que, cada vez con más frecuencia se haga aconsejable recurrir a herramientas que aporten garantías y valor adicionales a las operaciones comerciales. Es ahí donde adquieren importancia entidades como Solunion, una joint venture de seguros de Crédito y de Caución, y servicios de gestión del riesgo comercial para empresas de cualquier tamaño de España y Latinoamérica. Está participada al 50/50 por MAPFRE y Euler Hermes.
Solunion ofrece mecanismos que evitan que una firma quede expuesta ante impagos o retrasos, ofreciéndole un seguimiento integral durante todo el proceso comercial. Y eso incluye el 'antes' ya que, como si fuera un socio de la empresa, pone a su disposición su red internacional de vigilancia de riesgos para trazar las estrategias de exportación más óptimas basándose en la estabilidad financiera de la otra parte. Su potencial le permite disponer de datos de hasta 40 millones de entidades, países y sectores de actividad que permiten conocer de antemano la fiabilidad y el riesgo de entablar relaciones comerciales en uno u otro entorno, siempre con el cliente como eje de toda la estrategia.
Para toda empresa, también para las pymes (la compañía cuenta con productos especiales para ellas como la Póliza PY), tener a su alcance esta información y asesoramiento es una manera de afinar el plan de negocio y establecer eslabones más sólidos en la cadena hacia el crecimiento y la rentabilidad del negocio.
Garantías en toda transacción
Solunion pone a disposición de sus clientes seguros de crédito y de caución. Ambos sirven para proteger a una de las partes en caso de incumplimiento de lo pactado. El primero elimina el riesgo de impago para el tomador del seguro, ya que se activa si no se cumple lo pactado incluso si el deudor se demuestra insolvente. La cobertura en estos casos suele incluir la labor de prevención, el recobro (mediante el cual la aseguradora activa sistemas para saldar la cuenta), y la indemnización en caso de que el pago sea imposible por insolvencia u otro motivo.
En el seguro de caución -o de garantía-, por su parte, la empresa contrata una póliza como garantía de que efectuará el pago o cumplirá las condiciones pactadas. Suele ser una fórmula habitual en las relaciones con la Administración y tiene como ventaja añadida para el tomador del seguro que, con su contratación, puede eludir fianzas o avales como garantía en una operación: solo con la prima de la póliza es suficiente en estos casos.
Solunion inició sus actividades en España y Argentina en 2013, y en México, Colombia y Chile en 2014, y ha ido expandiendo progresivamente su actividad en otros mercados de Latinoamérica de la mano de MAPFRE. Esto le asegura una posición estratégica en Latinoamérica, capacidad de recobro en más de 130 países y más de 6.000 clientes de todo el mundo. Una red de analistas de más de 1.500 expertos en todo el mundo ayudó en 2018 a asegurar ventas por valor de más de 70.000 millones de euros para generar una cifra de negocio global de casi 200 millones de euros. Y lo importante, no obstante, no son los números, sino la confianza y el acompañamiento que un asegurado siente detrás en su negocio.