El cambio climático es uno de los grandes problemas de nuestro tiempo. Puede que, de hecho, sea el único que nos afecta a todos en el presente pero que también amenaza el futuro. Y es que las consecuencias del alza de las temperaturas durante las últimas décadas han alcanzado un punto tal que obliga a tomar cartas en el asunto de forma inmediata para evitar una situación definitivamente irreversible. Todos tenemos algo que decir y que hacer para colaborar al más pequeño nivel pero por su potencial, las grandes empresas también tienen un importante papel para buscar y aplicar soluciones.

SUEZ es una empresa comprometida con el medio ambiente y, dado que su principal actividad tiene que ver con el agua y con los residuos, ostenta una situación estratégica a la hora de analizar la situación actual y en el dónde y el cómo atacar este problema del calentamiento global desde su propia actividad.

En la política y la estrategia climática de SUEZ, las líneas maestras pasan por una apuesta decidida por el desarrollo de modelos medioambientales respetuosos con el clima, la economía circular y la adaptación a las consecuencias del cambio climático sobre los recursos hídricos. El fin es contribuir a que la temperatura global no suba más del 1.5ºC y conseguir instalaciones autosuficientes desde el punto de vista energético y que permitan alcanzar el objetivo de generar cero residuos.

Planta chilena de La Farfana, una de las instalaciones de la biofactoría que da servicio a Santiago de Chile.

Estas características se cumplen plenamente en las instalaciones que el grupo SUEZ tiene en Santiago de Chile. Allí tienen la operadora Aguas Andinas, la biofactoría que da servicio a parte de la capital chilena. Se trata de un complejo que resultó premiado por Naciones Unidas en 2018 gracias a su eficiencia.

Narcís Berberana, actual director general de Agbar en Cataluña y Baleares y antiguo CEO de Aguas Andinas, explicó durante una conferencia celebrada en el marco de la COP25 que se celebra hasta el 13 de diciembre en Madrid algunos de los hitos que remarcan la capacidad de esta instalación: "Produce cada día 600 millones de litros de agua depurada en electricidad para una ciudad de 110.000 habitantes, gas natural para 33.000 hogares y agua para riego para 150.000 hectáreas, así como abono orgánico para 5.000 hectáreas, regenerando ecosistemas de biodiversidad y mejorando el entorno social”.

Narcís Berberana, director de general de Agbar en Cataluña y Baleares y antiguo CEO de Aguas Andinas



Este exitoso modelo responde a un ambicioso plan de innovación gracias al cual se abre un camino a explorar en el futuro. Así, tras la experiencia chilena, el concepto de biofactoría se ha importado a España y actualmente ya funcionan varias plantas similares. En Granada se localizan las de Sur y Vados, que están capacitadas para reutilizar el agua para usos agrícolas (en una zona de elevado estrés hídrico), dar valor a los residuos y lodos y, además, producir suficiente biogás como para autoabastecerse energéticamente y producir un excedente para alimentar una flota de vehículos.

SUEZ trabaja para implantar este modelo en la EDAR de El Prat de Llobregat, en Barcelona. La intención es convertir la depuradora actual en una biofactoría capaz de autoabastecerse al 100% energéticamente y con un balance neutro de emisiones.

Instalaciones que priman la economía circular

Una de las características más atractivas de este tipo de centros es la versatilidad que ofrecen para aprovechar el agua usada. Su potencial permite destinar este recurso para usos agrícolas, urbanos o industriales al tiempo que se genera energía renovable en el procedimiento, como biocombustible o energía térmica, lo que redunda en minimizar el impacto de su huella de carnbono. Además, también sirven para volver a poner en valor los residuos generados, con lo que se cierra el proceso de economía circular que el grupo SUEZ se marca como objetivo de acuerdo a su estrategia medioambiental y que señala el camino a seguir en el futuro.

Cuidar el agua es una de las prioridades. Muchas de las consecuencias del calentamiento global tienen que ver con ello y se espera que, de no cesar esta tendencia actual, su gestión se convierta en un problema dado el aumento de población prevista en el planeta en las próximas décadas (se espera que en 2050 haya 10.000 millones de habitantes) y el incremento de la demanda de agua, que aumentará un 30% hasta esa fecha. Las biofactorías son una solución de futuro que ya, desde el presente, empieza a ayudarnos a todos, y al planeta.