Luis Miguel Pascual
París, 16 dic (EFECOM).- En pleno pulso con los sindicatos y en víspera de una gran jornada de movilización, el Ejecutivo francés perdió este lunes al arquitecto de la reforma de las pensiones, Jean-Paul Delevoye, el hombre destinado a dirigir las negociaciones para desbloquear el conflicto.
Un golpe duro para el Gobierno de Emmanuel Macron que trabaja contrarreloj para desactivar el frente sindical y su consiguiente bloqueo de los transportes públicos antes de Navidad.
La permanencia en el Ejecutivo de este "chiraquiano" de 72 años y con una larga carrera política en gabinetes conservadores, cuyo talante conciliador es alabado hasta por los sindicatos, se había convertido en insostenible en los últimos días.
Cuando en septiembre pasado Macron decidió incluirle en el Gobierno, tras dos años en los que tuvo el encargo de diseñar la reforma de las pensiones, Delevoye no declaró algunos de los puestos que ocupaba.
No lo hizo, según su propio relato, porque eran sillones en fundaciones o asociaciones sin remuneración, lo que, a su juicio, no le invalidaban para sentarse en el Consejo de Ministros.
Pero la estricta ley francesa le obligaba a declararlos ante posibles incompatibilidades con sus funciones ejecutivas y a golpe de revelación periodística, que llegó a desvelar hasta diez funciones no declaradas, su supervivencia en el Gobierno se fue degradando.
Delevoye se fue con el respeto de Macron, que agradeció su reforma "histórica" y dijo "lamentar" su dimisión.
Pero el hasta ahora comisario gubernamental para la reforma de las pensiones reconoció que la polémica que le persigue en los últimos días, "instrumentalizada" por quienes quieren derribar su proyecto, "rompe" la confianza que ha mantenido con el Gobierno y con los interlocutores sociales.
"Este proyecto es esencial para Francia. Manteniéndome, lo debilito", escribió en un comunicado el dimisionario, que reconoció una "ligereza culpable" al no haber declarado todos sus puestos.
El presidente pierde a uno de sus apoyos más tempranos llegados desde la derecha, pero sobre todo al interlocutor clave en un momento en el que el frente sindical contra la reforma de las pensiones aumenta la presión.
Tras doce días en los que los transportes públicos han funcionado al ralentí, provocando caos circulatorio, largas colas y periplos interminables de los viajeros, los sindicatos mostrarán su fuerza en una gran jornada de movilizaciones prevista para mañana, martes.
Acudirán todos juntos, pese a que entre ellos hay diferencias, y con un impulso renovado tras la caída del hombre que puso rostro a la reforma que, con más o menos fuerza, todos rechazan.
El objetivo será superar los 800.000 manifestantes del pasado día 5 (según la Policía), para mostrar al Gobierno que el rechazo a su reforma no se ha visto socavado por doce días de paros.
Del éxito de las manifestaciones dependerá la fuerza negociadora que tendrán los sindicatos, cuyos líderes ya han recibido una propuesta de diálogo del primer ministro, Edouard Philippe, que ahora tendrá que liderar los debates.
El Ejecutivo no ha dado ningún signo de cambio en su hoja de ruta tras la salida de Delevoye, aunque los sindicatos han querido ver en su dimisión una muestra de debilidad.
"El padre de la reforma abandona un barco que se hunde", dijo a Efe un responsable de la sección ferroviaria del sindicato UNSA Daniel Teirlynck.
Cualquier ventaja es buena para afrontar una negociación que se prevé dura, porque el Gobierno no quiere abandonar un proyecto que, asegura, supone cumplir una de las promesas de campaña del presidente Macron.
Su principal escollo es la CGT, sindicato mayoritario en el sector de los transportes públicos y principal responsable de su bloqueo en los últimos días, instalado en posiciones radicales y que asegura que no levantarán los paros hasta que el Gobierno no retire su plan, incluso si eso implica aguar las Navidades a miles de ciudadanos.
Más conciliador aparece la reformista CFDT, que acepta parte de los puntos de la reforma diseñada por Delevoye, pero que tiene su punto de mira en la edad mínima de jubilación, que el Gobierno situó en los 64 años y que el sindicato, mayoritario en el sector privado desde hace un año, pide que se suprima.
La jornada se prevé negra en los transportes, incluido en los aeropuertos, donde Aviación Civil ha previsto la reducción del 20 % de los vuelos del aeropuerto parisiense de Orly y augura "perturbaciones y retrasos" en los restantes.