Juan Palop
Berlín, 15 ene (EFECOM).- Alemania ya no es la locomotora europea. Su economía avanzó apenas un 0,6 % en 2019, frenando el avance del conjunto de la eurozona, debido a la guerra comercial, el "brexit" y los problemas de su principal industria, el sector automovilístico.
La Oficina Federal de Estadística (Destatis) apuntó este miércoles, en base a datos preliminares, que la primera economía europea ha perdido dinamismo de forma significativa -pese a encadenar su décimo año al alza- y firmó el pasado ejercicio su peor registro desde 2013 (0,5 %).
"La economía alemana volvió a crecer en 2019, pero ha perdido claramente impulso", explicó en rueda de prensa Albert Braakmann, responsable del departamento de Cálculos Macroeconómicos de Destatis.
Agudizando una tendencia de años previos, el consumo privado ha sido el que ha tirado (1,6 %) del producto interior bruto (PIB), mientras que el sector exterior -tradicional puntal de la economía alemana- ha contribuido negativamente (-0,4 %).
Esto se debe a que las exportaciones se incrementaron en un 0,9 % con respecto al año anterior, mientras que las importaciones avanzaron un 1,9 %.
Evidencia del lastre que supone la guerra comercial entre Estados Unidos y China y de las incertidumbres ligadas al "brexit", las inversiones en bienes de equipo apenas crecieron un 0,4 %, frente a los repuntes del 4 y del 4,4 % de los dos años precedentes. La producción industrial cayó un 3,6 %, indicó asimismo Destatis.
En cambio, el sector de la construcción prolongó sus años dorados, con un incremento interanual de sus inversiones del 3,8 %, un fenómeno relacionado con las fuertes subidas que se están registrando en los mercados del alquiler y la compraventa de vivienda.
Los problemas del sector exterior y de la industria alemana se condensan en el ramo del automóvil, primer exportador y empleador del país, cuya producción el año pasado fue "débil". Los fabricantes Volkswagen, BMW y Daimler arrastran graves problemas que van del escándalo del diésel a la nueva competencia en el segmento del coche eléctrico, pasando por los nuevos estándares europeos de emisiones.
La fotografía de la economía alemana, no obstante, no es exclusivamente negativa. El mercado laboral sigue mostrando gran fortaleza, con una tasa de desempleo en mínimos desde la reunificación (3 %, según la ILO) y 45,4 millones de personas con trabajo, una cifra récord.
Otro elemento positivo es la situación de las cuentas públicas. El conjunto del Estado -que incluye al Gobierno federal, los Länder, los municipios y la caja de la Seguridad Social- cerró 2019 con un superávit de 49.800 millones de euros, lo que supone un 1,5 % del PIB.
Se trata del octavo año consecutivo en el que el Estado alemán logra un superávit fiscal -y el quinto en el que también lo consigue el Gobierno federal-, aunque la cifra de 2019 sea menor que la del año anterior (62.400 millones de euros).
Además, el Estado elevó también su gasto, un 2,5 %, que dedicó principalmente a cuestiones sociales ligadas a la implementación de los compromisos de la gran coalición de conservadores y socialdemócratas.
La economía alemana ya había dado señales de ralentización a lo largo de 2019 y de hecho se temió que pudiese entrar en recesión técnica -dos trimestres consecutivos de contracción de la economía- al cerrar en negativo el período de abril y junio.
No obstante, los expertos de Destatis apuntan que en la segunda mitad del año se experimentó una revitalización de la actividad económica, aunque los datos del cuarto cuatrimestre aún no son públicos.
En este mismo sentido se posicionó el Ministerio de Economía, que en un comunicado consideró que con el cambio de año se están viendo signos de "esperanza", pese a que aún no se ha superado la "fase de debilidad" de la industria.
No comparte este optimismo Stefan Kooths, responsable del Centro de Estimaciones del Instituto para la Economía Mundial de Kiel (IfW), que aseguró que el actual enfriamiento es un "aperitivo" de las débiles perspectivas de crecimiento que prevé para la década de los años 20.
Alemania -que creció un 2,5 y un 1,5 % en 2017 y 2018, respectivamente, y un 1,3 % de media entre 2008 y 2018- se convirtió así en 2019 en el farolillo rojo de las grandes economías, claramente por detrás de Estados Unidos, China e incluso Japón. También quedó en las posiciones de cola entre los países de la UE y la eurozona.
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