Beirut, 25 ene (EFECOM).- El Banco Central del Líbano (BDL) envió hoy un mensaje de tranquilidad a los inversores extranjeros, y sobre todo árabes, asegurando que no se producirán recortes de sus depósitos en dólares en los bancos del país.
“La política declarada del Banco Central del Líbano es no llevar a la bancarrota a ningún banco, protegiendo así a los inversores. Además, la ley en el Líbano no permite el recorte", dijo BDL en su cuenta de Twitter.
Esta afirmación responde a la pregunta lanzada en un vídeo en Twitter por el magnate emiratí Khalad Ahmed al Habtoor que cuestionaba si los inversores árabes y extranjeros con fondos en dólares en el Líbano corren el riesgo de sufrir algún recorte por la crisis o limitaciones en las transferencias, lo que podrían afectar a sus negocios.
Al Habtoor es el fundador de Al Habtoor Group, una de las empresas más exitosas en Emiratos y que cuenta con dos hoteles en Beirut.
"BDL proporciona la liquidez que necesitan los bancos tanto en libras libanesas como en dólares, pero con la condición de que los dólares prestados por BDL no se transfieran al extranjero", aseguró el banco central.
El Líbano ha sido durante años destino de inversiones de magnates del Golfo, que han invertido gracias a la estrecha relación que mantenía el anterior primer ministro Saad Hariri con la familia real saudí y con otros países de la región.
Con el fin de evitar la fuga de capitales tras el estallido de las protestas antigubernamentales el pasado 17 de octubre, los bancos han estado imponiendo controles a la retirada de efectivo y las transferencias al exterior.
Cada entidad ha impuesto un control sobre los capitales y los libaneses no pueden retirar más de 300 dólares por semana a falta de una regulación del Banco Central, además de que las transferencias hacia el extranjero están "limitadas" según "los gastos personales urgentes", según declaró la institución en octubre.
El Líbano vive una de sus peores crisis económicas en décadas y los bancos son uno de los blancos de las protestas. Además, sufre de una escasez de divisas en una economía fuertemente dolarizada, pese a tener su propia moneda local, lo que ha afectado a varios sectores.
El nuevo Gobierno formado el pasado martes, tras la dimisión del anterior el pasado 29 de octubre, se enfrenta ahora a la deuda pública, que arrastra el equivalente al 148% de su PIB, convirtiéndolo en uno de los países más endeudados del mundo.