María D. Valderrama
Calais (Francia), 31 ene (EFECOM).- Los pescadores viven con preocupación las negociaciones que se abren este viernes entre el Reino Unido y la Unión Europea y temen convertirse en la moneda de cambio de los acuerdos al ser la pesca uno de los puntos donde los británicos tienen un mayor control.
En las localidades que bordean el Canal de la Mancha, en la llamada Costa de Ópalo, el sector de la pesca ve amenazado su futuro, y no son los únicos. La preocupación de los países europeos que intervienen en aguas inglesas, como España, Dinamarca, Alemania, Bélgica y Holanda, ha puesto la pesca como una de las principales cuestiones de discusión en la agenda del Brexit.
De hecho, junto a la seguridad y el comercio, la pesca es uno de los principales protagonistas de las conversaciones que arrancan ahora entre la UE y el Reino Unido.
UN NUEVO PACTO
Aunque el período de transición se extiende hasta el 31 de diciembre, Londres y Bruselas se han comprometido a alcanzar un acuerdo en materia de pesca antes del 1 de julio para sustituir la Política Pesquera Común (PPC) que la isla abandona al dejar el bloque comunitario.
El nuevo acuerdo deberá regular el acceso de los pescadores europeos a las aguas británicas y fijar los límites de capturas.
"Somos el primer foco de pesca en Francia y el más cercano a Inglaterra. El Brexit concierne al total de nuestra flota, que trabaja en aguas británicas", explica a
Gosselin señala que el colectivo está preocupado por la presión que ha puesto en este punto el primer ministro británico, Boris Johnson, por ser uno de los únicos puntos en los que tiene mayor control.
Un tercio de las capturas que realizan los países que intervienen en aguas británicas proviene de ellas, mientras que dos tercios de las exportaciones pesqueras del Reino Unido tienen como destino el mercado europeo, según la EUFA, Alianza Pesquera Europea.
Entre 2012 y 2016, la flota europea capturó 760.000 toneladas de pescado en aguas británicas, mientras que los buques del Reino Unido pescaron 90.000 toneladas en el conjunto de las aguas comunitarias.
"La bahía del Támesis y las costas de Kent son zonas de pesca históricas para nosotros, si mañana nos dicen que se ha acabado nuestro futuro va a ser muy muy complicado", asegura Gosselin.
COOPERACIÓN REGIONAL
Los departamentos franceses de Pas-de-Calais y Nord lanzarán el próximo 5 de febrero junto a los gobiernos regionales de Kent, Flandes Occidental y la provincia holandesa de Zelanda la Comisión del Estrecho, un grupo regional que espera que sus necesidades y vínculos históricos sean tenidos en cuenta en las negociaciones.
"No tenemos garantías de cómo será tratada esta cuestión o si las negociaciones dejarán menos posibilidades a los pescadores franceses. Vamos a necesitar influir ante los Gobiernos centrales y Bruselas y negociar directamente para no dejar en manos ajenas decisiones que nos impactarán", señala la vicepresidenta del departamento Pas-de-Calais y responsable de esta comisión, Mireille Hingrez-Cereda.
Según Hingrez-Cereda, fue el propio condado de Kent el que mostró el interés en establecer puentes alternativos a pequeña escala.
Además del paso fronterizo de Calais y toda la logística que pasa por esta localidad, temen que el refuerzo de los controles aduaneros cree embotellamientos a ambos lados de la frontera y pierdan negocios que alimentan a sus respectivas regiones.
"Gran parte de la transformación del pescado británico se hace en Boulogne-sur-Mer. Los británicos saben que es una plataforma eficaz y no quieren perderla y nosotros queremos continuar con ella. Hay que encontrar la forma", ejemplifica la vicepresidenta.
COHABITAR EN EL MAR
Pescador e hijo y nieto de pescadores, Gosselin cree que al final habrá un acuerdo y no teme que los tiempos en los que su abuelo era arrestado por la Marina británica se repitan.
Cree que Reino Unido deberá también ceder para no perder, por ejemplo, la captura de vieiras en la que intervienen barcos de toda Gran Bretaña en aguas francesas, donde ya ha habido atisbos de un conflicto importante.
"Hay contenido para negociar. Inglaterra exporta el 85 % de su producción pesquera y tienen barcos enormes que operan en Francia para recoger vieiras que después transforman en grandes fábricas de su país. No les interesará quedarse sin ese negocio", estima.
La preocupación entre los pescadores que representa, dice, es que no todos los países comunitarios dependen de las aguas británicas y que, en caso de un pacto desfavorable, los que sí lo hacen acaben sirviéndose únicamente de las aguas francesas. Eso, asegura, sería el fin.
Confían en que la UE dirija las negociaciones como hasta ahora y se mantenga firme, pero desconfían de las crisis que vienen de los políticos del Reino Unido.
"El hecho de que la pesca se discuta en primer lugar puede ser bueno, porque acabaría con la incertidumbre rápido, pero también negativo si deciden usarnos como moneda de cambio para el resto de cuestiones en las que también tropiezan", añade. EFECOM