¿Puede el Brexit hacer de París la primera plaza financiera europea?
Ángel Calvo
París, 2 feb (EFECOM).- Londres es la primera plaza financiera europea, pero las autoridades francesas sueñan con que el Brexit permita a París arrebatarle el liderazgo. Sin embargo, todavía está por ver si, tras la negociación entre Reino Unido y la UE, la City londinense perderá acceso a los mercados europeos.
El ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, dijo esta semana que "París se está convirtiendo en la primera plaza financiera" del continente, lo que más que la constatación de una realidad, hasta ahora difícil de verificar, es una declaración de intenciones.
Los servicios financieros representan en torno al 7 % del producto interior bruto (PIB) británico y están esencialmente concentrados en Londres, donde dan trabajo directamente a 250.000 personas.
En la capital francesa hay 180.000 empleos, según el organismo que representa sus intereses, Paris Europlace.
Su director general, Arnaud de Bresson, pone el acento en que París ocupa la primera posición de la nueva Unión Europea reducida a 27 países miembros por el Brexit, muy por delante de los 70.000 de Fráncfort, de los 30.000 en Dublín y de otros tantos en Luxemburgo.
París no sólo es líder de la Europa continental en términos de capitalización bursátil, sino también como centro de gestión de activos, en el negocio de los derivados y en el mercado de seguros.
LAS BAZAS DE PARÍS
Para De Bresson, hay varias razones que lo explican, empezando porque en el Viejo Continente París "es la otra única ciudad global comparable a Londres".
En el contexto de la salida del Reino Unido de la UE, que se formalizó este sábado, entre 80 y 100 empresas del sector han decidido el traslado de unos 4.000 empleos directos desde Londres a la región de París y "probablemente" ese proceso "se puede acelerar", según el directivo.
Como el Gobierno francés y el presidente, Emmanuel Macron, Paris Europlace insiste en que la retirada del Reino Unido de la Unión no es una buena noticia, pero sí una realidad con consecuencias. Le Maire fue más allá al afirmar que la economía francesa "debe sacar partido del Brexit".
De momento es verdad que ya lo ha hecho, por ejemplo, con el traslado de Londres a París de la Agencia Bancaria Europea (EBA) y de sus 250 empleados, que se vienen a sumarse a otro regulador, la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA), que ya tenía su sede en la capital francesa.
TRANSFERENCIAS DE ACTIVIDAD
Desde el referéndum de junio de 2016 en que los británicos se pronunciaron mayoritariamente por salir de la UE, ha habido anuncios de bancos de negocios como HSBC, Bank of America, JP Morgan, Morgan Stanley o Goldman Sachs que han anunciado un refuerzo de sus efectivos en París.
Pero pocos hablan directamente de transferencia de actividad desde Londres.
HSBC precisa que su filial en Francia ha adquirido una serie de actividades en Holanda, Italia, España, República Checa, Irlanda y Luxemburgo. Y recuerda que las operaciones en esos siete países se asentaban en el pasaporte europeo del que hasta ahora se han beneficiado las entidades con base en el Reino Unido.
El banco británico afirma que pese a su intención de "minimizar los cambios", esa filial en Francia refuerza su oferta de productos y servicios, así como sus equipos allí (sin dar cifras), consciente de que sus clientes del Espacio Económico Europeo tal vez no podrán ser atendidos en el futuro desde Londres.
INCERTIDUMBRES PARA 2021
Detrás de esas fórmulas alambicadas está la incertidumbre sobre cuál será la relación entre el Reino Unido y la UE una vez termine el periodo de transición en enero de 2021.
Porque hasta entonces, ese país seguirá perteneciendo a la unión aduanera y al mercado único, tiene garantizado su acceso al negocio de los servicios financieros y no habrá un impacto económico directo.
Como lo explica el analista de la agencia de calificación S&P Aarti Sakhuja, "los últimos tres años y medio han sido la parte fácil, pese a todas las disputas políticas", y es ahora en las conversaciones entre Londres y Bruselas cuando está en juego lo que ocurrirá en el futuro.
Para S&P, hay una contradicción más que evidente entre el interés de ambas partes por evitar una fractura de los mercados financieros, y la voluntad declarada del Gobierno británico de ser libre para negociar acuerdos comerciales con terceros países.