El proyecto del gigante estadounidense Facebook de crear su propia moneda virtual denominada Libra -que se anunció con gran fanfarria en junio del año pasado como medio para lograr transferencias más baratas y rápidas- ha desatado todas las alarmas en la Unión Europea, que lo considera una amenaza a su soberanía monetaria.
El miedo a Libra ha servido como catalizador para impulsar el debate sobre los criptoeuros. El Banco Central Europeo (BCE) ha empezado a explorar la creación de dinero digital que sirva como sustitutivo o complemento de billetes y monedas, aunque no prevé resultados a corto plazo y pide tiempo para examinar todas las consecuencias para el sistema financiero.
De momento, la Unión Europea ha decidido bloquear la introducción de Libra (que por el camino ha perdido a muchos de sus socios iniciales, como Visa, Mastercard o eBay) "hasta que los riesgos legales, regulatorios y de supervisión se hayan identificado de forma adecuada y se hayan abordado", según acordaron los ministros de Economía de los 27 en su reunión de diciembre.
Un proyecto de escala global como el de Facebook plantea "nuevos riesgos potenciales para la soberanía monetaria, la política monetaria, la seguridad y eficiencia de los sistemas de pago y la estabilidad financiera", alerta el Ecofin. Además, los ministros de Economía temen que Libra se convierta en un instrumento para facilitar el blanqueo de dinero o la financiación del terrorismo, además de plantear problemas en materia de protección de los consumidores, privacidad, impuestos o ciberseguridad.
"El proyecto significaría que una empresa privada controla un bien común y asume tareas que normalmente desempeñan los Estados. Esto es inaceptable tanto por motivos económicos como políticos", sostiene el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire.
La UE se pone las pilas
La amenaza inminente de Libra ha hecho que la UE se ponga por fin las pilas en materia de criptomonedas. Por un lado, el vicepresidente económico de la Comisión, el conservador letón Valdis Dombrovskis, ya ha anunciado su intención de presentar en los próximos meses un marco legislativo que cubrirá todos los tipos de criptoactivos. El objetivo es "garantizar la seguridad jurídica para innovadores e inversores y hacer frente a la vez a los riesgos para los consumidores, para la integridad del mercado y para la estabilidad financiera", explican a este periódico fuentes comunitarias.
En paralelo a este esfuerzo normativo de Bruselas de endurecimiento de los controles sobre las criptomonedas, el Banco Central Europeo (BCE) ha empezado a examinar la posibilidad de crear criptoeuros como alternativa o complemento al efectivo. No sólo para plantar cara a iniciativas privadas como Libra, sino también para no quedarse atrás en este terreno respecto a otras grandes potencias, en particular China. "Es mejor estar a la vanguardia, porque hay claramente una demanda ahí fuera a la que tenemos que responder", ha dicho la presidenta del BCE, Christine Lagarde. Los primeros resultados se esperan para mediados de este 2020.
Un euro digital con el respaldo del BCE permitiría a los ciudadanos utilizar dinero del banco central en sus transacciones diarias. Es decir, garantizaría que todos los usuarios tengan acceso a un medio de pago fácil y barato, en particular si disminuye el uso de monedas y billetes. Aunque éstos siguen siendo una forma popular de pago en toda la eurozona, el BCE asegura que acelerará los trabajos para crear criptoeuros en el momento en que detecte una caída generalizada en la utilización de efectivo.
En todo caso, Lagarde no prevé resultados a corto plazo: el lanzamiento de los euros digitales podría plantear riesgos importantes que deben ser cuidadosamente examinados antes de dar cualquier caso. Por ejemplo, podría "alterar la forma en que se ejecuta la política monetaria y se transmite a la economía real". También podría afectar al papel del sector bancario, la intermediación crediticia y la financiación bancaria. Es decir, eliminar o al menos reducir la necesidad de los bancos.
Sobre esta base, el BCE continuará analizando la cuestión de los criptoeuros con el fin de explorar los beneficios de las nuevas tecnologías para los ciudadanos europeos y para estar preparado para actuar "si surge la necesidad en el futuro", según consta en la contribución remitida al Ecofin el pasado diciembre.
No obstante, el organismo presidido por Lagarde también da a entender que preferiría que fuera el sector privado de la eurozona el que se movilizara para buscar alternativas a Libra o a una eventual criptomoneda China. "Las perspectivas de una iniciativa del banco central no deberían desincentivar ni desplazar a las soluciones privadas lideradas por el mercado para tener pagos minoristas rápidos y eficientes en la eurozona", sostiene el BCE.