Los mercados bursátiles, que habían reaccionado a la baja tras el brote del coronavirus en China, han cambiado el paso y, aunque persiste la incertidumbre sobre el impacto de la enfermedad, suman ya dos semanas en positivo y se mantienen en zona de máximos, un comportamiento que los analistas vinculan a la confianza en los bancos centrales.
En el mercado del petróleo, los precios se recuperan ante la posibilidad de que la OPEP y otros países recorten la producción de crudo; mientras que en el ámbito de las divisas el euro sigue en mínimos de casi dos años respecto al dólar por la debilidad de economías clave como la alemana o la francesa.
Al igual que ocurrió durante la Gran Recesión, los bancos centrales se han convertido de nuevo en el último dique de contención, en este caso ante los previsibles efectos negativos del coronavirus en la economía mundial.
"A pesar del coronavirus, los mercados todavía están embarcados en una tendencia al alza gracias, entre otros factores, al estímulo proporcionado por los bancos centrales", apunta Adam Vettese, analista de la plataforma de inversión eToro.
Desde que se inició la crisis del coronavirus, el Banco Popular de China -el banco central del país asiático- ha inyectado liquidez adicional y ha tomado medidas para impulsar la actividad.
"Lo que los mercados están esperando ahora es un mayor estímulo, no necesariamente de Pekín sino posiblemente de la Reserva Federal (Fed) estadounidense y de otros bancos centrales", añade Vettese.
El pasado 11 de febrero, el presidente de la Fed, Jerome Powell, aseguró que la institución vigila de cerca la evolución del coronavirus chino y admitió que la enfermedad puede afectar negativamente a la economía mundial, lo que aprovechó el presidente de EEUU, Donald Trump, para reclamar más rebajas de los tipos de interés.
Jeroen Blokland, de la gestora holandesa Robeco, encuentra tres motivos para el optimismo en relación con el coronavirus: que en situaciones similares la actividad económica se ha recuperado con rapidez, que la economía mundial daba síntomas de mejoría antes del brote y que los bancos centrales pueden actuar.
En su opinión, los inversores "deben tener en cuenta la gran flexibilidad de las políticas de los bancos centrales". Los tipos de interés a corto plazo se mantienen bajos, o incluso en negativo, y los balances de los bancos centrales están creciendo de nuevo”, explica.
Según Blokland, los bancos centrales "tienen la firme voluntad de aumentar el estímulo en caso de que se produzca una conmoción negativa que ponga en peligro la economía mundial, como podría ser el coronavirus.”
Otro motivo para no ser pesimistas es la actitud de la Casa Blanca respecto a China en este momento de dificultades.
"Parece que la Casa Blanca no va a mostrar hostilidad a China mientras Pekín lucha contra la epidemia", apunta Gilles Moëc, de AXA Investment Managers.
Moëc considera, no obstante, que "se acumulan las evidencias de trastornos económicos significativos a causa del coronavirus", aunque precisa que aún resulta difícil cuantificarlos.
El analista apunta directamente a Alemania, que depende en gran medida de la demanda china.
La economía alemana se estancó en el cuarto trimestre de 2019 por la caída de la inversión y el menor dinamismo del consumo.
Sin embargo, según algunos analistas, Alemania se verá beneficiada por la debilidad del euro, que hará más competitivos sus productos.
Según un comentario del economista de HSBC Rainer Sartois recogido por
En cuanto a la previsible evolución de la enfermedad, AXA Investment Managers plantea tres escenarios de futuro.
En el más benigno -rápida contención de la enfermedad y escasa difusión fuera de China- el impacto en la economía mundial sería de 0,25 puntos porcentuales, mientras que en el más negativo -con prolongadas restricciones de producción y circulación- el recorte alcanzaría los cuatro o cinco puntos porcentuales, lo que conllevaría una recesión global.
En el escenario intermedio -con una duración de la crisis de dos trimestres- el impacto en la economía mundial sería de 0,5 puntos porcentuales.