Ha sido una reclamación histórica desde la última crisis financiera global. A medida que el Banco Central Europeo (BCE) expandía su balance para salvar las economías periféricas, la petición para que los Gobiernos emprendan reformas estructurales ha sido constante por parte del organismo monetario y del sector bancario. Y ahora, en plena crisis del coronavirus, esas voces resuenan de nuevo con fuerza ante el temor a que la crisis económica derive en una crisis financiera.
La banca descarta revivir una crisis de deuda como la de hace ya más de una década. Pero son conscientes del obstáculo que para sus planes supone un repunte de la prima de riesgo, así que el objetivo es que "la política nacional acompañe la ayuda del BCE" para evitar errores del pasado.
Los bancos lo tienen claro. Ahora es el momento de sostener las rentas de las familias y de apoyar con crédito a las empresas. Pero coinciden en que esa liquidez no puede seguir llegando en forma de más deuda.
De momento, la preocupación está controlada, pero ya se han vivido ciertos episodios de estrés que han provocado que la prima de riesgo española vuelva a superar estas semanas los 155 puntos básicos, máximos de cuatro años. Es cierto que el dato esta a años luz de los 600 puntos que alcanzó en la anterior crisis. Pero la banca quiere eliminar cualquier tipo de repunte en un momento en el que también son compradores de las emisiones de deuda del Tesoro, que ahora puede financiarse a costes muy bajos gracias, precisamente, a las medidas del BCE.
Por eso, piden que el Gobierno empiece a pensar ya en el medio plazo, con un plan realista para gestionar el déficit y evitar daños colaterales como rebajas de rating que, entonces sí, enturbiarían el coste de financiación del Estado y de las empresas españolas. De hecho, las malas previsiones económicas, con una deuda pública que el Banco de España prevé ya en el 120% del PIB, han provocado que grandes firmas de inversión como BlackRock hayan empezado a revisar su estrategia de ‘sobreponderar’ los países periféricos.
Receta 'a la alemana'
Bajo este escenario, entidades como CaixaBank o Sabadell ya han solicitado, a corto plazo, medidas ‘a la alemana’, como inversiones directas en las empresas, ayudas fiscales o planes concretos para sectores como el turismo, así como un mejor ‘acople’ de los ERTE al tiempo de recuperación de cada empresa.
“Solo con liquidez y generando deuda puedes frenar el primer envite, pero la deuda hay que pagarla después”, recuerdan desde la gestora Mirabaud. "Faltan medidas más activas, se necesita un programa más claro de ayudas directas", insistía este fin de semana Jaume Guardiola, consejero delegado del Banco Sabadell, siendo consciente de que España cuenta con menos presupuesto que otros países para ello.
Juan Carlos Ureta, presidente de Renta 4 Banco, insiste en que Europa lo tiene mucho más difícil que EEUU en este sentido. “Aquí se ve con mucho más temor una posible crisis de deuda y de crédito, que sería el efecto en cascada más inquietante de la pandemia, con impacto en los balances bancarios”, asegura.
En una reciente nota a clientes, la entidad cree que “los inversores no tienen, aparentemente, la misma confianza en el BCE que en la Fed a la hora de poner freno a una posible crisis de deuda”, por lo que es indispensable la actuación de los Gobiernos. "La Fed tiene a su favor un Gobierno poderoso y una divisa, el dólar, que sigue siendo el 60% de las reservas globales y que domina por completo el comercio internacional. El BCE no dispone de ninguna de esas dos armas”, insiste.
El problema es que, tal y como recuerda Juan Abellán, profesor del Máster en Finanzas y Banca Digital del IEB, "sin la intervención del BCE, la prima de riesgo se dispararía, y en paralelo lo haría el coste de los créditos”.
El experto también considera que medidas como los avales del ICO son positivas, pero destaca que suponen un problema en la competitividad frente a Alemania, donde el Estado cubre el cien por cien de los préstamos frente al máximo del 80% en España. “En el momento en el que el banco asume el 20% del riesgo, ya no es una ayuda directa”, asegura.
Planes a medio plazo
La banca quiere planes más allá de la contención inicial. Y el propio Banco de España también. Así lo evidenció el gobernador Pablo Hernández de Cos durante su comparecencia ante la comisión económica del Congreso, al asegurar que “no hay alternativa sensata a la expansión presupuestaria pero, una vez controlada la crisis, sanear las finanzas de las Administraciones Públicas debe pasar a un primer plano para descartar episodios de crisis de deuda pública como los vividos tras la última crisis financiera”.
“La clave está en gestionar bien esa partida”, asegura Juan Abellán. A su juicio, la deuda española aguantará “perfectamente” la presión de la crisis, pero las medidas para sostener las rentas de las familias deben ser temporales y, una vez pasado lo peor, el Gobierno "debe gestionar con una mayor efectividad, utilizar criterios de administración privada dentro de la pública, digitalizar, reducir ayuntamientos… no puede ser que las empresas hayan hecho los deberes ajustando endeudamiento y la Administración no”. “El déficit pagado con medidas populistas no llega a ninguna parte”, advierte.
El eje franco alemán
Todos coinciden en que el fondo de 500.000 millones de euros anunciado por Francia y Alemania también ayudará a acompañar las medidas del BCE y limitar las posibles tensiones en los mercados de deuda, al ser un capital que irá contra presupuesto. Es decir, no será un préstamo sino una ayuda directa, pero solo a cambio de ese compromiso firme de reformas estructurales por parte de los Gobiernos.
Pero cuidado. Los analistas de Bank of America advierten que, “como parte del presupuesto de la UE, necesita que todos los estados miembros estén de acuerdo, incluidos los estados del norte que hasta ahora se opusieron a la idea de las transferencias”. Es decir, el acuerdo franco-alemán es un ingrediente necesario, "pero no suficiente para garantizar su implementación”.
En este punto, los expertos recuerdan que la división en Europa también pesa, y mucho, sobre los inversores y sus decisiones respecto a la deuda de los países que integran en sus carteras. Solo un ejemplo: desde que el Constitucional alemán cuestionó el programa de compra de deuda, el BCE ha pasado de los 20.000 millones semanales a superar los 40.000 millones para mantener a raya las primas de riesgo. Ahora, la pelota vuelve a estar en manos de los gobiernos.