La Covid-19 ha traído consigo una crisis sanitaria sin precedentes y consecuencias económicas difíciles de igualar con otro momento de nuestra historia reciente. Muchos son los que tratan de hacer paralelismo con la anterior recesión de 2008 marcada por el colapso de la burbuja inmobiliaria.
La crisis, que dejó secuelas que aún tratan de ser sanadas, estuvo marcada por el afán de las familias por salir a flote. Muchas recurrieron a la venta masiva de oro independientemente de su valor en ese determinado momento. Con la crisis actual, las miradas están puestas al pasado para trazar cómo actuará la sociedad para sobrevivir económicamente pero la venta de oro no será una de las opciones.
“No hay paralelismo” explica a Invertia Elia Aguilera, propietaria de establecimientos de compro-oro situados en Sevilla. “El oro que se disponía en 2008 no tiene nada que ver con el actual” dice con más de 11 años de experiencia en su espalda. Son varias las razones de este cambio pero todas tienen un denominador común: el cambio de mentalidad en la sociedad.
Por un lado, al estar el valor del oro a un nivel elevado también lo está su precio en el mercado. Todo ello provoca que el consumidor opte a un producto que no es de primera necesidad y a un precio muy alto, sobre los 2.000 dólares la onza. “El precio del oro está desbordado y es un valor refugio para los inversores pero no para el ciudadano de a pie”.
Junto a esto, apunta Aguilera, la falta de oro en las casas. “El oro que se vendió en 2008 no se ha repuesto”, indica señalando además que hay mercados “alternativos” más asequibles que el oro, como en el caso de la plata.
Cambio de generaciones
Desde el sector alertan además que la caída de la compraventa se debe a nuestra cambiante sociedad. “El oro está ligado a otras generaciones, como a mujeres mayores”, indica Aguilera quien también pone el acento en las modas. Como ejemplo pone la estética ‘cani’ ligada al uso del oro para ostentar su nivel económico.
Preguntada por si prevé un ‘boom’ de la compraventa de oro como en 2008, la respuesta es negativa. “Los compro-oro ya no son los negocios de 2008 porque en un bien que se agota y las familias no reponen”.
Además, ha añadido, “la economía está hibernando”. “Muchos clientes están sujetos a ERTE y no compran oro”, una situación empeorada ante la caída de la temporada alta para el sector, fijada en la primavera cuando hay mayor número de eventos nupciales. “No hay proliferación de nuestros negocios”, tema la propietaria.
Previsiones en blanco
El sector no hace previsiones de cara a su próxima gran temporada de Navidad porque “todo está parado”. Así lo indican desde el Parque Joyero de Córdoba, el más grande de Europa con más de 200 empresas y 140.000 metros cuadrados de espacio empresarial.
En declaraciones a Invertia, su presidente, Rafael Ruiz, habla de la incertidumbre ante el elevado valor actual del oro. Tras el confinamiento, explica, “el arranque no ha sido tan malo pero los signos y las señales no son buenas”.
Los joyeros ven septiembre con una mirada temerosa y pendiente de la evolución del virus a nivel nacional. “No se están haciendo previsiones para la campaña de Navidad. Las cifras del paro, el parón en el consumo, la falta de turismo… La riqueza no viene y prevemos que vamos a sufrir las consecuencias”.
Para paliar la situación que se les avecina, las peticiones a las administraciones son claras y concisas: ayudas al empleo y a la liquidez y la reducción de la carga fiscal para hacer al sector más competitivo ante las consecuencias de la Covid-19.