Los peores latigazos del coronavirus han azotado a la economía española, pero siempre amortiguados por el parapeto de Europa. Ahora, el Gobierno de Pedro Sánchez se encomienda a los estímulos desplegados por el Banco Central Europeo (BCE) y Bruselas para evitarse el mal trago de pasar a la historia como el Ejecutivo que más endeudó España en su historia reciente.
Si hace solo cinco meses las previsiones de emisión de deuda soberana del Tesoro Público condenaban sin remedio al Gobierno a este ingrato destino, ahora se abre una puerta para evitarlo. Aunque la evolución de la pandemia y la virulencia de los rebrotes tendrán la última palabra en este asunto, el Ejecutivo ya está trabajando en suavizar aquellas perspectivas de endeudamiento récord.
La pista sobre este movimiento la daba este martes la ministra de Asuntos Económicos y vicepresidenta primera, Nadia Calviño. Al término del Consejo de Ministros avisaba de que “en los próximos días” habría un posicionamiento oficial del Tesoro Público al respecto de “en qué medida podemos reducir el calendario de emisiones para el conjunto de 2020”.
Más contundentes
El desencadenante de este golpe de timón en el organismo dependiente del departamento de Calviño está precisamente en los estímulos liberados por el BCE y la Comisión Europea. Y es que, cuando en mayo se anunció una emisión neta de 130.000 millones de euros, no se contaba con la contundencia con la que finalmente están respondiendo las instituciones del bloque comunitario a esta situación de emergencia.
En primer lugar, aunque el BCE había estrenado bazuca contra la Covid-19 con su Plan de Compras de Emergencia Pandémica (PEPP), entonces no se esperaba una aplicación tan ágil y extensa. Menos aún, sobre todo tras las reticencias iniciales de Christine Lagarde en marzo, que su alcance y volumen se hubieran reforzado ya a estas alturas y se estuviese esperando otra vuelta de tuerca antes de que acabe el año.
Los técnicos del gabinete de Calviño tampoco contaban con la aparición de mecanismos de financiación a cuenta de las arcas europeas alternativos al MEDE y sus ‘hombres de negro’. Una herramienta a la que, tras muchos titubeos, el Gobierno se negó a acudir salvo como último recurso y en caso de extrema necesidad antes de tener certezas de que el plan ‘Next Generation’ vería la luz.
Incluso, aunque ya se contaba con la activación del SURE, el seguro común al desempleo, no se descontaba una movilización de fondos tan abultada como la que finalmente se ha aprobado. Mientras que hace cinco meses el Gobierno contaba con recibir unos 15.000 millones de este mecanismo, actualmente la cifra comprometida para España alcanza los 21.300 millones.
Rebaja en marcha
Aunque la cifra de emisión neta prevista para este año no se ha retocado todavía a la baja, la última versión de programa de financiación del Tesoro Público disponible en su web ya rebaja en 600 millones de euros la cifra de emisión bruta con respecto a lo comunicado en mayo.
A consecuencia de la contracción de tipos de interés provocada fundamentalmente por las compras del BCE, la colocación total prevista se ha reducido hasta los 297.057 millones de euros.
Así consta en el documento oficial, en el que se señala que su última actualización tuvo lugar el pasado 17 de septiembre. A falta de contabilizar el efecto que todas las herramientas desplegadas por Europa pueden tener sobre las necesidades de financiación de España, la marcha atrás ya ha comenzado.
Y es que, 'solo' 20.000 millones de euros menos de deuda harían posible que el Gobierno PSOE – Unidas Podemos se librase del estigma del récord en la creación de deuda en un año. Algo menos de ese umbral es lo que separa el montante de emisión neta anunciado en mayo con el hasta ahora máximo histórico en esta magnitud.
Lehman Brothers
La marca en la que tendrían puestos los ojos los técnicos del equipo de Calviño está en los 116.696 millones de euros. Hasta ahí ascendió, según datos oficiales del Tesoro, la emisión neta que España tuvo que asumir en 2009. Desde entonces, en pleno azote de la crisis financiera que se desencadenó tras la quiebra de Lehman Brothers, no se habían vuelto a alcanzar las seis cifras.
Si bien la ministra Calviño defendía este martes que el nuevo endeudamiento anunciado en primavera estaba pensado para tener “margen de maniobra” frente a las proyecciones más adversas, lo cierto es que también el escenario de cara a 2021 ha mejorado sensiblemente. Y no tanto por las expectativas de una rápida recuperación económica que ya parece del todo descartable.
Un año más despejado
En este caso, las necesidades de financiación residual de la economía española se podrían dejar para un 2021 en el que casi con seguridad habría una vacuna contra la Covid-19. Pero no tanto por eso como por la aparición de varias garantías adicionales en los últimos meses.
Desde la extensión de las compras de emergencia del BCE hasta la decisión de Bruselas de dejar en suspenso también durante el año que viene el Pacto de Estabilidad. Y sin olvidar la certeza de que los tipos oficiales seguirán en mínimos en ambas orillas del Atlántico incluso con inflaciones superiores al 2%.
Con todas estas premisas y muchas de ellas ya en negro sobre blanco, no es de extrañar que la número dos del Gobierno se haya permitido presumir de que España se ha ahorrado hasta 2.800 millones de euros en costes por servicio de deuda. Esto es, por el pago de intereses de papeles ya emitidos.
Ni más ni menos que uno de los “efectos positivos de primer orden” que el Banco de España no dudaba en atribuir en un reciente informe a la contundencia que se está gastando el BCE.
Y todo eso sin hablar de las previsiones de incremento recaudatorio que maneja el Ministerio de Hacienda en virtud de la creación de nuevos gravámenes y la progresiva vuelta a la actividad de las empresas y al consumo de los particulares.