El 80% de la cuenca del Guadalquivir se encuentra ya en situación de sequía extraordinaria. La reserva de agua ha bajado al 26,2% de la capacidad total tras tres años hidrológicos consecutivos que han registrado menos precipitaciones que la media de los últimos 25 años.
A esta complicada situación se suma que, a pesar de las lluvias de los últimos días, octubre ha acabado con una media de 42 litros por metro cuadrado, muy por debajo de la media histórica para este mismo periodo, que se sitúa en los 71 litros por metro cuadrado.
Los años hidrológicos tienen la particularidad de iniciarse el 1 de octubre y terminar el 30 de septiembre. En concreto, el presente año hidrológico arrancó en la cuenca con unos 1.665 hectómetros cúbicos menos que la media.
Tras declararse ahora la situación de sequía extraordinaria, el siguiente paso es pedir al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico que se apruebe el Real Decreto Ley de Sequía. Su aprobación podría venir acompañada de medidas fiscales como la exención de cánones y de tarifas para los regantes con el fin de paliar las dificultades a las que hacen frente como consecuencia de las restricciones de uso del agua.
Aunque el regadío es el mayor afectado, el abastecimiento humano, en general, estaría garantizado con la reserva actual para un periodo de dos años. El presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), Joaquín Páez, sí ha reconocido en rueda de prensa este martes que algunas zonas podrían sufrir "problemas puntuales".
Así, se ha referido a aquellos municipios que se abastezcan de aguas subterráneas o de manantiales. En este mismo sentido, el vicepresidente de la asociación de regantes Asare, Roque García, ha explicado a EL ESPAÑOL-Invertia que no sería la primera vez que algunos pequeños municipios tienen cortes de suministro y ha alertado del consiguiente riesgo que esto conlleva para la despoblación de territorios rurales.
Desde la CHG han insistido una vez más en que la cuenca se encuentra afectada por el cambio climático y han remarcado que esta zona, por su ubicación geográfica, es la que se ve más perjudicada de España. En los últimos 11 años hidrológicos, las precipitaciones registradas han sido siempre inferiores a la media histórica de 25 años exceptuando tres años.
La cuenca hidrográfica del Guadalquivir tiene una extensión de 57.527 kilómetros y se extiende por 12 provincias de cuatro comunidades autónomas. Andalucía, que representa más del 90% de la superficie de la demarcación, es la única que se ve afectada por esta situación de sequía extraordinaria. En concreto, las provincias perjudicadas son Sevilla, Jaén, Granada y Córdoba.
El regadío es el gran consumidor de agua de esta cuenca. Representa aproximadamente el 85%, seguido muy de lejos por el consumo humano, que supone el 10%, mientras que el resto se dedica al uso industrial.
Por lo general, los meses en los que los regadíos precisan agua son aquellos que van desde abril hasta finales de octubre. Ahora mismo, es temporada de sembrar cereales y aunque en estos primeros meses no precisan de riego artificial, muchos agricultores podrían dejar de sembrar por miedo a no poder regarlos en primavera.
Hay que recordar que en los tres últimos años las dotaciones máximas de agua que podían emplearse en los regadíos se redujeron en un 10%, 20% y 50% en este último año hidrológico que acabó el 30 de septiembre.
No más hectáreas para regadío
Por lo general, en esta cuenca no se autorizan nuevas hectáreas para cultivos de regadío desde 2005. Solo hay dos posibilidades para que los agricultores tengan más hectáreas. Una de ellas es que cambien sus cultivos por otros que precisen de menos agua y, en ese caso, sí pueden ampliar sus hectáreas hasta llegar a la dotación hídrica que tenían asignada.
La otra posibilidad para ampliar las hectáreas de cultivos de regadíos es que empleen aguas regeneradas, es decir, aguas de depuración. "Les estimulamos para que tengan cultivos que precisen de menos agua", ha subrayado el presidente de la CHG.
En esta cuenca hay unas 890.000 hectáreas dedicadas a la agricultura de regadío. Esta actividad es un pilar estratégico para la economía de la demarcación, a lo que se une que la agroindustria es "el subsector industrial más importante, con un 22% del empleo industrial".
¿Qué pasa ahora?
Desde la CHG se han mostrado especialmente preocupados por el regadío. Actualmente, se reservan 400 hectómetros cúbicos para el abastecimiento humano y unos 100 para cultivos leñosos.
Un ejemplo de estos cultivos sería el olivar (Andalucía produce el 80% del aceite de oliva español) o cítricos como naranjos o limoneros. Estos cultivos se protegen de forma especial porque, de perderse, tardarían muchos años en volver a crecer. En cualquier caso, esta dotación no busca garantizar los frutos, sino la mera supervivencia de los árboles.
Según ha explicado Páez, por el momento no están encima de la mesa medidas de recorte de consumo de agua para los ciudadanos, sino que se abogará por medidas educativas en ahorro de este preciado recurso, así como en revisión de infraestructuras y modernización del regadío.
El 75% del regadío ya ha puesto en funcionamiento medidas para no desperdiciar ni una gota. Sin embargo, desde la asociación de regantes Aresa lamentan que algunos cultivos aún siguen empleando técnicas de alto consumo de agua como puede ser el riego por inundación en casos excepcionales.
Otra medida que podría ayudar en esta situación sería la revisión de las infraestructuras hídricas. El vicepresidente de Aresa reclama poner a punto todas las infraestructuras de almacenamiento y cita, por ejemplo, el pantano del Agrio en Aznalcóllar (Sevilla) o la Breña II en Almodóvar del Río (Córdoba), que precisa de un sistema de bombeo para "ampliar su capacidad de llenado".
Medidas económicas para regantes
Ante esta difícil situación, los regantes miran esperanzados la llegada del Decreto Ley de Sequía por las medidas paliativas. El presidente de la Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía (Feragua), José Manuel Cepeda, ha reclamado la condonación de los cánones y tarifas de riego para todos los regantes.
También ha pedido otras medidas fiscales y económicas compensatorias para paliar los efectos socioeconómicos de la sequía. "Para una explotación agrícola que se mueve en una rentabilidad de entre el 2 y el 5% de su facturación, una disminución de la producción de estas características a causa de la sequía significa la pérdida de la rentabilidad económica, muy especialmente en los cultivos de menor valor añadido (muchos de ellos, de fuerte impacto social)", ha concluido Cepeda.
Cabe recordar que, en la anterior campaña, los cultivos se redujeron entre un 20% y un 30%, según datos de Feragua. Uno de los más afectados fueron los arroceros de las marismas del Guadalquivir, ya que algunos llegaron a sembrar solo la mitad de la superficie.
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